El futuro incierto de la COP28

Isaac Pozo Ortego

A finales de noviembre se celebrará en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, la Conferencia de las Partes por el Clima, que ya va por su edición 28 (COP28 por sus siglas en inglés). Un año más, los líderes de los principales países se reunirán para tratar de llegar a acuerdos sobre reducción de emisiones y lucha contra los efectos del cambio climático. Es difícil pronosticar los resultados de este encuentro, porque existen argumentos tanto a favor como en contra de sus posibilidades de éxito, y quizá solo podamos basarnos en pistas que van dando los diferentes políticos y las diferentes conferencias y acuerdos.

Entre los argumentos a favor, destacan:

  • En la primera semana de octubre se celebró en Madrid la Cumbre Clima y Energía, donde se reunieron los 35 países más industrializados y un organismo tan poco sospechoso de ser ecologista como la Agencia Internacional de la Energía. En este simposio se aprobó una hoja de ruta hacia la COP28, asumiendo compromisos como la reducción gradual y ordenada del uso de combustibles fósiles.
  • El Consejo de la Unión Europea ha definido la posición comunitaria ante la Cumbre del Clima, resaltando la idea de que Europa debe liderar la acción mundial por el clima y hablar con una sola voz. Adicionalmente, el Consejo ha alcanzado un acuerdo para la reforma del mercado eléctrico, en el que se fomentan claramente las energías renovables. Este acuerdo aún tiene muchos flecos y deberá discutirse en el Parlamento europeo, pero marca un camino de reducción de emisiones y fomento de las energías verdes. 
  • Estados Unidos promulgó a principios de año su Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), que incluía un paquete para reformar su mercado —reduciendo las emisiones de energías— e impulsar las energías renovables y promover las cadenas de suministro locales, así como fomentar la economía verde; eso sí, siempre que fueran “made in america”.
  • Si hablamos de China, no hay que olvidar que es el mayor productor mundial de tecnologías energéticas limpias y exportador neto de muchas de ellas, por lo que es un gran interesado en el giro a energías verdes. China es el único país que está adelantando sus objetivos de transición a energías limpias, reduciéndolos cinco años desde su plan inicial a 2035, y además su ministro de Exteriores realizó unas declaraciones sobre que la COP serviría para “asegurar buenos resultados y promover la construcción de un sistema global, justo y racional de gobernanza climática”.
  • En los últimos meses están sorprendiendo positivamente las declaraciones del presidente de la COP28, el sultán Al Jaber (a la sazón CEO de Adnoc, compañía nacional de petróleo de Abu Dhabi): “Los gobiernos deben abandonar la fantasía de sustituir infraestructuras energéticas existentes en favor de objetivos climáticos”; o sus llamadas a “atacar todas las emisiones en todos los sitios y ser brutalmente honestos sobre las consecuencias del clima”. Estas afirmaciones se parecen más a las de un activista climático que a las del encargado de pilotar los acuerdos entre países.
  • El Papa Francisco se ha destapado como un activista climático, publicando a finales de septiembre una exhortación apostólica contra el negacionismo del cambio climático y la lentitud en abandonar los combustibles fósiles.

La celebración de una cumbre del clima en un petro-Estado no parece prever muchas posibilidades de alcanzar acuerdos relevantes

Por otro lado, existen bastantes puntos que pueden hacer fracasar la cumbre:

  • La situación geopolítica no es la más idónea para la realización de una cumbre de este tipo, con dos guerras ocurriendo a la vez, y una muy reciente en Palestina en clara escalada y en el entorno geográfico de la COP, que puede producir una polarización del mundo árabe que pueda dinamitar los acuerdos. Y otro conflicto en Ucrania que afecta al control de los recursos energéticos, y que puede volver a los países más cautelosos en los compromisos de reducción. Desde luego no parece el mejor escenario para un acuerdo ambicioso sobre la reducción de la utilización de combustibles fósiles y reducción de emisiones. El éxito dependerá de si los países pueden separar sus diferencias de política exterior y centrarse sólo en las políticas climáticas.
  • Úrsula von der Leyen, en su último discurso sobre el estado de la Unión Europea, se alineaba con las posturas del Grupo Popular europeo de ralentización de los objetivos climáticos del Pacto Verde europeo. Estas posiciones se basan esencialmente en temas agrícolas y están más influenciadas por las próximas elecciones regionales en Alemania, pero pueden limitar las posturas de negociación comunitarias al requerir el acuerdo de todos los países miembros para establecer una posición común.
  • Existe un aumento del populismo climático, basta ver el giro del primer ministro británico, Rishi Sunak, retrasando los planes de despliegue del coche eléctrico hasta 2035, alegando que “otros países tienen que soportar más parte del peso para lidiar con el calentamiento global", rompiendo el principio de que los países más industrializados deben liderar la lucha contra el cambio climático. Sobre este asunto, es cierto que la Unión Europea también dio un paso atrás con el retraso de dos años para la entrada de la normativa de emisiones Euro7 por la presión de los fabricantes de coches, pero en este caso se limita sólo a vehículos industriales y con reglas claras de aplazamiento.
  • Hablando de populismo, desde Estados Unidos nos llega un Donald Trump desatado que arrima su sardina a las protestas de la industria del automóvil de Detroit, que no es capaz de competir con los fabricantes europeos y, sobre todo, chinos. Si bien Trump no tiene ningún cargo público, no hay que olvidar que las elecciones presidenciales de Estados Unidos se celebrarán en 2024, y esto puede condicionar los compromisos a los que pueda llegar Biden, quien, por cierto, no asistirá a la COP como sí hizo el año anterior, lo que da un mensaje de su compromiso.
  • También debemos hablar del elefante en la habitación: la celebración de una cumbre del clima en un petro-estado no parece prever muchas posibilidades de alcanzar acuerdos relevantes. Si en la anterior COP27 celebrada en Egipto se vio cómo ejércitos de lobistas de los intereses petroleros asaltaban la reunión, imaginen qué podemos esperar en este caso, ya que juegan en casa. 
  • Y, por último, todas las cumbres internacionales se convierten en un baile de juegos de poder. Los países del Golfo y China llevan tiempo colaborando como contrapeso a las alianzas tradicionales de Eccidente. China lleva unos años modificado sus políticas de grandes proyectos de transformación global para hacerlos más verdes, como la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI por sus siglas en inglés), que quiere renombrar como “Ruta de la seda verde”; por su parte, los países del Golfo llevan años intentando ampliar su influencia más allá de la producción de combustibles fósiles. Por ejemplo, el Fondo Soberano del Golfo (SWF) invirtió más en energías renovables que en combustibles fósiles durante 2022.  Por ello, estos países pueden ver esta cumbre como una oportunidad para quitarse la etiqueta de ‘contaminadores’, y quieren aspirar a la de ‘líderes verdes’ ahora que parece que Estados Unidos ha abandonado y la Unión Europea está en una posición vacilante.

Y con estos mimbres nos acercamos a la COP28. Es difícil analizar lo que ocurrirá, y si será una cumbre de transición como estamos acostumbrados, o se producirán avances significativos. Es descartable que se llegue a grandes acuerdos como en las cumbres de París o Kioto, pero hay espacio para un moderado optimismo y que se consigan acuerdos vinculantes a medio plazo. Además, conviene recordar que, según el último informe del IPCC de marzo de este año, aún estamos a tiempo de mantener al objetivo de no llegar a un aumento de la temperatura global de 1,5 °C, en consonancia con el Acuerdo de París, y revertir algunos de los efectos del cambio climático, pero la ventana de oportunidad se está cerrando.

_________________________

Isaac Pozo Ortego es gestor de Proyectos de la Fundación Alternativas.

Más sobre este tema
stats