Un 5 de junio de hace ya cuarenta y nueve años se produjo el acontecimiento cultural quizá más importante de la transición democrática en nuestro país. El profesor de inglés Juan Antonio García Rivas, del Partido Comunista, y el poeta anarquista Antonio Rodelas, miembros de la peña del barrio granadino del Realejo, consiguieron aglutinar a un grupo de treinta y tres personas de las organizaciones democráticas que se oponían a la dictadura de Franco y realizar la idea que tenían en mente: un homenaje al poeta fusilado por los franquistas al comienzo de la Guerra Civil. Posteriormente se celebraría un mitin en el Hospital Real de Granada, en el que representantes políticos de la Coordinadora Democrática leerían un manifiesto en favor de la libertad y la democracia.
“El cinco a las cinco” fue la consigna repetida, y un manifiesto, la forma en que se convocó y difundió el evento. Para su redacción la comisión eligió a Eduardo Castro, un periodista reconocido y comprometido con la información veraz y la democracia, y para su difusión se recurrió a todos los medios organizativos disponibles. De modo que ésta sobrepasó las fronteras de nuestro país y se recibieron mensajes de apoyo y solidaridad por parte no sólo de intelectuales españoles, sino de otros muchos países: Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Luís Buñuel, Dámaso Alonso, Manuel Ángeles Ortíz, Antonio Gala, Gerald Brenan, y un largo etcétera se unieron al homenaje. Tal fue la respuesta que el entonces ministro de la Gobernación (Interior) Fraga Iribarne (fundador de Alianza Popular, convertida luego en PP), aquel que dijo “la calle es mía” para justificar la represión, no se atrevió a prohibirlo.
El acto estaba fuertemente vigilado por la Guardia Civil. El ambiente lo recoge Eduardo en un artículo actual: “Rivas se saltó el protocolo para leer un comunicado de la Coordinadora Democrática (Plataforma Democrática y la Junta Democrática, la Platajunta) "y anunciar el mensaje enviado por Rafael Alberti desde Roma recitando su Balada del que nunca fue a Granada, momento en que las diez mil almas allí presentes se pusieron al unísono a corear su nombre y a pedir “¡Amnistía y libertad!” A continuación, las actrices Aurora Bautista y Nuria Espert recitaron dos poemas de García Lorca (“Arbolé, arbolé” y “La cogida y la muerte” de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías)... Blas de Otero puso el broche, mientras el público coreaba “¿Dónde está Blas de Otero? ¡Con el estudiante y el obrero!, momento en el que el policía controlador aprovechó para detener y guardar su cronómetro. “El ambiente de guerra se transformó entonces en un mensaje de paz, en una fiesta popular", comentaría más tarde Antonio Ramos en una de sus crónicas del acto.
Efectivamente, tuve oportunidad de vivir aquel momento y aquella transformación festiva como joven militante del PCE. Y como estaba acostumbrado a captar la situación del momento, al principio temí ―y creo que no fui el único― que aquello saltara por los aires y nos disolvieran a palos como habían hecho en tantas ocasiones. Pero conforme se realizaba el acto, me di cuenta de que algo estaba cambiando y de que aquel miedo se transformaba en alegría. Aquello era una muy deseada fiesta democrática, aunque sólo durara media hora. Y creo que desde aquel momento en adelante, Lorca no sólo es un referente de la literatura universal, es también un símbolo de la cultura democrática. Ese acto conmemorando su nacimiento y denunciando su ejecución, respaldado por cientos de intelectuales de distintos países, consagró a Lorca como símbolo de la libertad y la democracia en nuestro país.
El manifiesto comenzaba así:
En los primeros días de la guerra civil, Federico García Lorca caía ejecutado en el barranco de Víznar. Se ha dicho que para dar muerte a un poeta, muerte verdadera, hay que matarlo dos veces: una con la muerte, y la otra con el olvido. Por ello, y porque creemos llegado el momento de reivindicar su memoria y la de cuantos cayeron entonces en iguales circunstancias, os convocamos ahora, como amantes de la justicia y de la libertad, para rendirles público homenaje en el mismo lugar e idéntica fecha en que Federico naciera hace 78 años: la Plaza de Fuente Vaqueros, el próximo día 5 de junio, a las 5 en punto de la tarde. Es nuestra intención romper allí, y para siempre, un silencio forzado hasta hoy. Y proclamar, con la fuerza de la solidaridad, el manifiesto de la reconciliación que nos permita construir la España de todos y para todos los españoles.
Es curioso que si preguntamos al GPT, esta IA responde como en aquel tiempo respondió la derecha: aquello no fue nada. O más exactamente: “Fuente Vaqueros, el pueblo natal de Lorca en la provincia de Granada, no tiene un suceso histórico documentado específicamente el 5 de junio de 1976 a esa hora. La coincidencia de “cinco de junio” y “a las cinco” evoca más bien un eco literario, ya que Federico García Lorca nació un 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros. Entonces, si alguien menciona el 5 de junio a las cinco en Fuente Vaqueros en 1976, lo más probable es que esté haciendo un juego literario o simbólico en referencia a la obra de Lorca, su nacimiento, y su estilo poético.”
El ABC de entonces (que, en esto, poco ha cambiado) se dolía de la desaparición de Franco, informaba del acto de “afirmación nacional” organizado en Lérida a través de la delegación de Fuerza Nueva por Blas Piñar (el político más ultra del momento), reflejaba con naturalidad pasmosa las declaraciones del Marqués de la Florida en la Asamblea General de Alféreces Provisionales, en la que calificaba ―con amplia reseña y críticas a la II República― a la conjunción de organizaciones democráticas integradas en la Platajunta como “Voluntariamente ilegal”, y acusaba a los organizadores del acto de “utilización política del homenaje a García Lorca… hubo un mitin el sábado por la noche en que participaron líderes de la izquierda…rechazando el continuismo, también se habló de revolución, apertura del periodo constituyente, dictadura del proletariado y el rechazo de las instituciones vigentes.”
Esta cita la recoge el magistrado Juan José del Águila, actualmente jubilado, y entonces miembro del Partido Comunista de España nombrado portavoz en el homenaje a Lorca. En su artículo se apena por la falta de información sobre la sustitución de última hora de algunos de los representantes de las organizaciones politicas, aún clandestinas: Maria Dolores Descalzo (Movimiento Comunista), Luis Gómez Llorente (PSOE), José de la Rosa (CCOO), Miguel Arredonda (Asociación Socialista Andaluza), Isidoro Moreno (Partido del Trabajo de España), Juan José del Águila (PCE) y Julio Vélez (Comisión de Arte y Cultura C.D.). De ellos, se sustituyó a Luis Gómez Llorente, a José Cid de la Rosa, a Miguel Arredonda y a Julio Vélez, por Alfonso Guerra, Alejandro Rojas Marcos y Francisco García Salve. Él, Juan José del Águila, quedó y fue testigo de la falta, al menos de curiosidad, por parte de los dirigentes del partido que nada quisieron saber de aquel acto organizado y con la participación de cientos de personas responsables y plenamente organizadas y que fue un verdadero éxito de la democracia.
¿Falta de curiosidad u olvido? Desde luego, olvido hubo, pues ningún manual de historia de bachillerato recoge este simbólico homenaje ni sus efectos. Pero hubo algo más. La situación estaba cambiando vertiginosamente. La sustitución de representantes para el acto no la creo casual. Se estaba produciendo un cambio que afectaba ya a la organización interna de asociaciones, de los partidos y los sindicatos y que se irá reflejando en un trasvase de sus debates y sus decisiones a las cúpulas, de modo que el tejido democrático sufrirá, poco a poco, un deterioro que hizo de cualquier acto político de base social, sea homenaje o iniciativa popular, vecinal, etc., un acto sin peso simbólico para la población y sometido a la vorágine de una información que todo lo tritura y olvida. Los partidos comenzaron a mirar su ombligo electoral y las organizaciones sociales a dirigirse a otros temas menores como mejora de aceras, mascotas y consumo responsable. Que no digo que desmerezca, pero que con la que está cayendo…
El caso es que el ciudadano demócrata pasó a ser ciudadano a secas, de ahí se transfiguró en consumidor y, ya ingresado en el espacio virtual, quedó aislado como usuario o, en el mejor de los casos, como “miembro de un colectivo afectado” quizá de parálisis democrática
El manifiesto de aquel lejano año acababa así: No podrán establecerse las bases de una auténtica cultura popular hasta que sean restablecidas las libertades democráticas sin restricciones, y los pueblos de España puedan decidir su futuro y expresar libremente su propia personalidad.
En Andalucía, Fuente Vaqueros 5 de junio de 1976
El pasado día 6 de junio celebramos en Fuente Vaqueros, el “6 a las 6”, un acto de la Feria del Libro de Fuente Vaqueros y del Ateneo de Granada, organizado por la editora Mariana Lozano, para hablar sobre el “5 a las 5”. ¿Melancolía? No, reivindicación de la cultura democrática. A cargo de este “homenaje del homenaje” estuvieron la poetisa Marga Blanco, José Carlos Rosales y Eduardo Castro, presentando y moderando el coloquio Antonio Lara Ramos, demócrata convencido y antiguo Delegado de Educación de esta provincia. El alcalde de la localidad, José Manuel Molino Alberto, nos honró con su presencia y simpatía.
El viento gélido sopla fuerte, pero esperamos repetir. Recordaremos, cuantas veces sea necesario, que la democracia hay que ejercerla, desde la propia sociedad y exigiendo a sus instituciones y medios la permeabilidad justa y necesaria ante iniciativas razonables y democráticas.
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Sergio Hinojosa es licenciado en Filosofía por la Universidad de Granada y profesor de instituto.
Un 5 de junio de hace ya cuarenta y nueve años se produjo el acontecimiento cultural quizá más importante de la transición democrática en nuestro país. El profesor de inglés Juan Antonio García Rivas, del Partido Comunista, y el poeta anarquista Antonio Rodelas, miembros de la peña del barrio granadino del Realejo, consiguieron aglutinar a un grupo de treinta y tres personas de las organizaciones democráticas que se oponían a la dictadura de Franco y realizar la idea que tenían en mente: un homenaje al poeta fusilado por los franquistas al comienzo de la Guerra Civil. Posteriormente se celebraría un mitin en el Hospital Real de Granada, en el que representantes políticos de la Coordinadora Democrática leerían un manifiesto en favor de la libertad y la democracia.