Realismo y transición verde
Una respuesta a Pedro Fresco y algunas notas sueltas.
Aunque sea una de mis preocupaciones principales, he tenido cierto reparo a la hora de entrar en los últimos debates de la transición verde. Si bien es cierto que es un tema de moda con un eco cada vez más fuerte en nuestra cultura, también reconozco algo de pereza, dado que siento que no deja de ser una pesada burbuja intelectual… Y como ya es habitual en todo proceso polarizante, las posiciones enfrentadas muestran escasa intención de alcanzar acuerdos o llegar a puntos de consenso.
En cualquier caso, la razón por la que finalmente me he animado a expresar mi punto de vista es que Pedro Fresco escribió este artículo en infoLibre. Un análisis interesante y sereno que me he propuesto criticar, pero que parte igualmente de puntos razonables que por cierto se pueden escuchar a los científicos más destacados como es el caso de Michael Mann y su último libro The New Climate War.
En mi opinión, Pedro Fresco acierta cuando señala que existe una especie de dogma recurrente en la Historia que consiste en la “idea religiosa del apocalipsis”. En la misma línea, el filósofo del cambio climático, Eric Winsberg, habla de “desastre pornográfico”. A este respecto, creo que Fresco, al igual que Winsberg y Mann, acierta también al advertir del peligro de autosaboteo que reduce las posibilidades de alcanzar una economía descarbonizada en el menor tiempo posible. De todas formas, pienso que Fresco comete el mismo error de Mann al expresarse con excesiva pasión. El momento es verdaderamente crítico, pero ni estamos en una guerra como dice Mann ni creo que sea buena idea fomentar aquel viejo cuento del quintacolumnismo y la búsqueda incansable de enemigos internos.
Por aportar un punto diferente, creo que este tipo de dogmas a los que se refiere Fresco ya los criticaba Karl Popper cuando atacaba a sus colegas marxistas más dogmáticos por asumir una posición acientífica del mundo. Esta posición consistía principalmente en construir una imagen distorsionada del mundo gracias a la influencia tóxica de la ideología. En resumen, una parte del marxismo pronosticaba el final del capitalismo, pero el capitalismo seguía su curso, mientras que poca gente comprendía que una teoría social del todo es una idea imposible. Esto ocurre de una forma mucho más extrema con los liberales españoles, o mejor dicho con los neoliberales españoles. Salvo alguna excepción notable como puede ser la de Pedro Vallín o José María Lassalle, mucha gente nos preguntamos cómo es posible que podamos considerar liberalismo a una interpretación casi religiosa y extrema de los clásicos. Ya no tenemos a John Dewey para hablar de pseudoliberalismo, pero es igual. En mi opinión, el problema está en que coherencia no implica tener razón.
Me atrevo a sugerir que una causa podría ser la reiterada imprudencia y soberbia de filósofos y estudiosos de la política a la hora de sacar conclusiones universales en temas sociales con discursos ciertamente coherentes, pero con términos elegantes y muy bien vestidos que al final no significan nada. En el caso particular de Juan Ramón Rallo, parte de una moralidad muy dudosa que además ha sido promocionada por los medios de comunicación más reaccionarios de este país. El ejemplo extremo lo dio un joven Rallo ya en el año 2005 cuando escribió en Libertad Digital: “Venda un órgano, salve una vida”. Sería interesante saber si Rallo sigue llamando “neoinquisidores” a los que nos oponemos al tráfico de órganos.
El momento actual es probablemente el más peligroso de nuestra historia por la combinación de tres amenazas enormes: la guerra nuclear, el cambio climático y el declive de las democracias liberales por el ascenso de la extrema derecha
En cualquier caso, si se toma la decisión de criticar estas posturas religiosas y algunos excesos deterministas, creo que es un error no realizar una adecuada distinción entre las posturas que son (en mi opinión) genuinamente realistas. Una posición realista es asumir que el momento actual es probablemente el más peligroso de nuestra historia por la combinación de tres amenazas enormes: la guerra nuclear, el cambio climático y el declive de las democracias liberales por el ascenso de la extrema derecha. No reconocer lo primero supone estar bastante desconectado del mundo. Si creen que exagero, escuchen a Biden comparar este momento con la Crisis de los Misiles o lean la declaración de este año del Boletín de Científicos Atómicos: “Estamos a 100 segundos del Apocalipsis”. Lo segundo es quizá todavía más peligroso que una guerra nuclear y quizá comparable al impacto de un asteroide. No me refiero a la película Don’t Look Up, sino a las palabras de James Hansen, uno de los científicos climáticos más importantes del siglo XX.
No obstante, todos estos problemas tienen soluciones viables: el primero pasa por una mayor concienciación del peligro de las armas nucleares; el segundo por reconocer que es perfectamente viable cumplir el Acuerdo de París si se toman las medidas adecuadas. Con un Green New Deal y solidaridad con el resto de países podríamos cumplir París. Por último, el declive de las democracias tampoco es inevitable. Hace nueve décadas, los Estados Unidos de Roosevelt mostraron que la alternativa al fascismo europeo era la socialdemocracia. Por fortuna, esta alternativa está floreciendo en Latinoamérica, en Estados Unidos y por supuesto en España con este Gobierno progresista.
Es cierto que se han realizado progresos y que algunos escenarios desastrosos parecen más improbables ahora que hace unos años, pero de igual forma creo que es importante señalar que el rumbo actual que está siguiendo el mundo es asombrosamente peligroso. A este respecto, me gustaría subrayar que esta posición no significa adoptar una idea religiosa, sino más bien realista que debe servir para incrementar los esfuerzos. Si esto no cambia, no vamos a morir mañana ni pasado, pero resulta obvio que se complica el futuro para las futuras generaciones que (probablemente) tendrán que hacer frente a un cataclismo de consecuencias inimaginables.
En las últimas décadas, la incertidumbre que afecta a la ciencia climática ha sido utilizada por los poderosos para difundir propaganda negacionista que ha comprado en buena parte la derecha y que ha tenido el efecto desastroso de sembrar la duda, como señaló la historiadora Naomi Oreskes. El problema que encuentro es que no se entiende bien lo que significa la incertidumbre de los modelos climáticos. En la práctica significa que debemos ser mucho más ambiciosos y que debemos aumentar los esfuerzos porque, además, cuanto mayores sean las emisiones, mayor es la incertidumbre. Por tanto, la incertidumbre debe ser otro aliciente para actuar.
Volviendo a Popper, algo con lo que no estoy de acuerdo con Fresco es que hable de refutación y evidencia. A pesar de que vuelvo a simpatizar con los puntos de vista expuestos, creo que es un error hablar de refutación. Debería estar claro que la refutación es un sueño imposible, algo que deriva en esencia de las enseñanzas de Hume, pero que puede aprenderse desde una mirada atenta a la evolución de la ciencia. En cualquier caso, lo preferible es hablar de evidencia o falta de evidencia. Esa es la razón por la que Popper fracasó en su ataque al marxismo.
Por último, creo que debemos estar en general mucho más abiertos a la hora de escuchar propuestas y alternativas. En mi caso particular, encuentro muchas cosas razonables que vienen de las llamadas corrientes decrecentistas, aunque no comparta a veces la forma. Todas estas propuestas pueden tenerse en cuenta a la hora de diseñar una transición que sea más respetuosa con el medioambiente y que genere un bienestar social mayor (por cierto, este último año hemos tenido varias advertencias en forma de películas). De igual forma, tener en cuenta posibles problemas también podría servir para anticiparse a posibles contratiempos.
En fin, la transición sigue siendo una oportunidad para construir una sociedad más igualitaria. Resulta obvio que la barbarie del sistema económico y político actual está lejos de acabar, que los plazos de la transición verde son muy cortos, pero también que es el momento de dar los pasos adecuados que permitan al mismo tiempo realizar la transición verde en tiempo récord, reducir la alarmante desigualdad y mejorar significativamente nuestro mundo. Fomentar la participación ciudadana y escuchar todas las propuestas son requisitos fundamentales si queremos construir una transición verde ejemplar.
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Isa Ferrero es investigador especializado en cambio climático y autor del libro ‘El Futuro del Liberalismo. Hacia un nuevo consenso socialdemócrata’.