Reimaginando la construcción de empresas: el rol transformador de las Sociedades Laborales

Ruperto Iglesias García

A modo de introducción, permítanme describir brevemente el significado de la figura empresarial que motiva este artículo: las sociedades laborales. Estas son empresas en las que al menos el 51% del capital social pertenece a los trabajadores que prestan sus servicios de forma directa, personal y remunerada. Este modelo combina los principios de la economía social, como la participación democrática y la cohesión social, con la flexibilidad de las empresas tradicionales. Existen dos tipos principales: las sociedades anónimas laborales (SAL) y las sociedades limitadas laborales (SLL), adaptables a diferentes tamaños y sectores empresariales.

En el actual panorama económico, caracterizado por la transformación digital, la sostenibilidad y la necesidad de innovación constante, las sociedades laborales emergen como una plataforma sólida y versátil para el desarrollo de spin-offs, startups u otras iniciativas de emprendimiento colectivo vinculadas a la sostenibilidad (economía circular, economía azul, etc.), a los servicios a las personas o a las energías renovables y ofrecen ventajas únicas que responden a las demandas de los nuevos ecosistemas empresariales.

Las spin-offs, a menudo derivadas de la transferencia de conocimiento entre universidades o empresas y el mercado, encuentran en las sociedades laborales un entorno idóneo para su desarrollo. Las Sociedades Laborales permiten que investigadores, técnicos o empleados se conviertan en socios propietarios, fomentando un compromiso duradero con el proyecto. Además, su gobernanza democrática promueve la cooperación y la toma de decisiones estratégicas, alineadas con los valores de innovación y sostenibilidad, esenciales para este tipo de empresas.

Por otro lado, las startups, centradas en la innovación, el crecimiento acelerado y la disrupción de mercados tradicionales, también pueden beneficiarse enormemente de las sociedades laborales. Este modelo permite la entrada de fondos de capital riesgo privados o públicos, e incluso la participación de universidades o entidades públicas con hasta un 49% del capital social. Además, la elección de una sociedad laboral como vía empresarial destaca por su capacidad para atraer talento, especialmente joven, gracias a que estas empresas permiten otorgar un papel activo en la gestión y el éxito económico de la empresa. Este enfoque potencia la creatividad, genera un sentido de pertenencia y fomenta un rendimiento colectivo superior.

Como parte de la economía social, priorizan valores como la igualdad, la transparencia y el desarrollo local, lo que las posiciona como un modelo alineado con las demandas de una sociedad que valora cada vez más los aspectos éticos

En el contexto de las nuevas formas de emprendimiento, como empresas de base tecnológica —donde hasta el 25% del capital social puede pertenecer a socios científico-técnicos con relación laboral a tiempo completo— o proyectos de economía colaborativa, las sociedades laborales destacan por ofrecer ventajas clave que las convierten en un modelo empresarial atractivo y funcional, gracias en parte a su flexibilidad y capacidad de adaptación. Su estructura permite ajustarse a una amplia variedad de sectores y modelos de negocio que abarcan desde servicios tecnológicos hasta proyectos industriales o creativos. Además, su adscripción al Régimen General de la Seguridad Social y la posibilidad de capitalizar el desempleo facilitan su puesta en marcha.

Las sociedades laborales también se distinguen por su impacto social y enfoque en la sostenibilidad. Como parte de la economía social, priorizan valores como la igualdad, la transparencia y el desarrollo local, lo que las posiciona como un modelo alineado con las demandas de una sociedad que valora cada vez más los aspectos éticos y responsables de las empresas, convirtiéndose, además, en una herramienta útil para la generación de emprendimiento colectivo en zonas rurales despobladas o en riesgo de despoblación al priorizar a las personas sobre otros aspectos y/o variables económicas. Además, su atractivo se refuerza mediante la posibilidad de acceso a fondos de impacto y financiación específica, así como incentivos fiscales y programas de promoción dirigidos a empresas de economía social.

Todas estas ventajas combinadas convierten a las sociedades laborales en un modelo idóneo para personas emprendedoras que buscan crear proyectos sostenibles, innovadores y con un impacto positivo en la comunidad. Sin embargo, los últimos datos sobre la creación de sociedades laborales en España no son especialmente destacables en comparación con otras fórmulas empresariales. Sin lugar a duda, parte del futuro de las sociedades laborales pasa por demostrar su eficacia para consolidar proyectos innovadores, especialmente en sectores tecnológicos y de sostenibilidad, donde spin-offs y startups encuentren en este formato una herramienta para escalar sus negocios, combinando flexibilidad empresarial con cohesión social.

En todo caso, y más allá de su funcionalidad, las sociedades laborales representan una invitación a reimaginar cómo se desarrollan las empresas, colocando a las personas en el centro de la innovación y el desarrollo económico, y promoviendo un modelo de negocio alineado con los retos y valores del futuro.

_________________________

Ruperto Iglesias García es presidente de ASATA y miembro de la Junta Directiva de la Federación Empresarial de Sociedades Laborales y Participadas de España (LABORPAR) y del Consejo Económico y Social.

Más sobre este tema
stats