Plaza Pública

Todas las víctimas

Un hombre sostiene una bandera republicana frente al Congreso de los Diputados.

Ángel Viviente Core

Se han cumplido 10 años de la declaración, por parte de la banda terrorista ETA, del final de la violencia.

Con este motivo he escuchado, en los diferentes medios, declaraciones y opiniones de todo tipo en torno a este motivo. Parece que todos ellos coinciden en que es una fecha digna de celebrarse pero que además trae consigo unos ejercicios mínimos para conseguir que, de una vez por todas, se cierren las heridas que aún continúan abiertas.

Sin embargo, todo lo que escucho en estos días al respecto me hace pensar que, en España, hay diferentes tipos de víctimas a los que pareciera que se quisiera aplicar un diferente tratamiento.

Un representante de la izquierda abertzale, muy ligado al entorno de la banda en aquella época, declara que todos aquellos actos ignominiosos no debieron nunca ocurrir. Sin embargo, se le dice que eso no es suficiente y se le exige, mayoritariamente por parte del entorno de los partidos de la derecha, que vaya más allá, en el sentido de: 1) que pida perdón por los hechos cometidos 2) que ayuden a esclarecer los casos aún abiertos de asesinatos en aquella época.

Fue una época muy triste y negra en la Historia de España, como tantas otras que han llenado la de un país con zonas muy oscuras que muy bien retrató Goya y en el que la violencia ha sido desgraciadamente norma general de convivencia.

Sin ir más lejos, en esa misma época, la violencia de esa banda convivió con la ejercida por el propio Estado, en casos que muchas veces no se han esclarecido y en los que, por supuesto, ni se ha dado a los familiares de esa víctimas de Estado compensación por los actos cometidos, ni declaraciones de perdón, ni esclarecimiento de los autores finales de dichos actos. Véase el ejemplo de la familia Zabala, que sigue luchando por una aclaración de los hechos ocurridos. ¿No es el momento de pedir esclarecimiento y resarcimiento por todo ello? ¿Hay víctimas de primera y de segunda en nuestro país?

Yendo un poco más allá en nuestra Historia: ¿Qué pasa con las víctimas del franquismo? Todos aquellos asesinados por sus ideas, defensoras de una legalidad que, casualmente, es la que en estos momentos impera, como fruto de nuestra Constitución.

Siguiendo con la misma línea utilizada por los defensores del esclarecimiento y la petición de perdón, por parte de los victimarios de ETA, ¿no se debería solicitar lo mismo para esas víctimas que colean en nuestra conciencia desde hace 85 años? ¿Se va a solicitar al Estado que el Congreso haga una declaración institucional de condena del golpe de Estado del 36, de los crímenes cometidos y petición de perdón a las víctimas por ellos? ¿Se va a solicitar al Congreso que se haga una Comisión de la Verdad para esclarecer esos crímenes y quiénes fueron sus inspiradores y ejecutores?

Todo ello está bien que se lo pidamos a los ejecutores de los crímenes de ETA, pero también habría que pedírselo a los del franquismo. Todo lo que no vaya en esa línea es pura hipocresía, porque un Estado democrático no puede aceptar que existan víctimas de primera y víctimas de segunda. Cerremos las heridas, sí, pero cerrémoslas todas y para todos.

En esto, hay otro tema que durante estos días se está escuchando. He visto entrevistas a jóvenes en el País Vasco a los que se les preguntaba sobre su conocimiento de lo acaecido allí en los años duros del terrorismo. Había dos respuestas muy comunes: 1) Desconocimiento claro de lo ocurrido b) Ser un tema del que se prefiere no hablar. Es un tema del que huyen los jóvenes, lo que prueba que las heridas no están cerradas en esos lugares.

Se incide, por tanto, en que es necesario el dar una educación en los colegios para que las nuevas generaciones conozcan lo ocurrido, con el objetivo de que esto no vuelva a ocurrir y construyan su mundo futuro sobre el conocimiento de una realidad histórica.

¿Qué podríamos obtener como respuestas de nuestros jóvenes en lo referente a lo acaecido desde el golpe de Estado por parte de una parte del ejército, durante la guerra y en los duros años del franquismo? ¿Qué saben de cómo se vivía en España en los años de la posguerra, de la falta de libertades, de los asesinatos, de las fosas que pueblan nuestras cunetas y cementerios? Una parte importante de nuestra juventud pudiera pensar que esto de la democracia es algo que ha existido siempre y desconocen lo que hubo de sufrir gran parte de la población para conquistar esas libertades, de las que ahora disfrutan.

Y más allá: ¿conocen lo que supuso el nacimiento de los fascismos en la vieja Europa de principios del siglo XX? ¿Saben qué preconizaban esos fascismos en cuanto al trato (maltrato) al diferente, a las mujeres, a los homosexuales, a los que opinaban de forma diferente...? Tal vez, si lo conocieran, no tendrían el acogimiento que, en algunos sectores de nuestra juventud, tienen los mensajes que lanzan grupos añorantes de esas políticas.

En definitiva, que sí, que hagamos ver a la juventud lo que supuso el terrorismo de ETA pero, al mismo tiempo y al mismo nivel, hagámosles ver el sufrimiento de otras víctimas de persecución, cárcel, torturas y asesinatos, recién acabada la guerra y durante mucho tiempo después. Mostrar que nuestra Historia, con grandes hechos que nos deben llenar de orgullo, arroja también gran cantidad de zonas oscuras y víctimas y que unas no son diferentes a las otras.

La Historia es un continuo, los hechos se suceden, y la única manera de entender la sociedad en que vivimos y explicarnos muchas cosas, es el seguir su evolución sin saltarse aquellos años de los que algunos prefieren pasar página y cerrar el pasado sin que las heridas hayan cicatrizado.

Esta será la única forma para que un país se enfrente al futuro sin resquemores, sin heridas que supuran, sabiendo cuáles fueron los errores para evitar que vuelvan a repetirse.

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Ángel Viviente Core es Coordinador General Convocatoria Cívica

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