Amenazas, insultos y coacciones también en el Congreso: “Nunca había tenido problemas y ahora tengo que ir con seguridad”

Compartir la última amenaza recibida se ha convertido en tema de conversación recurrente entre diputados. Representantes de casi todas las fuerzas parlamentarias lo admiten: las intimidaciones, los insultos y las coacciones de todo tipo son algo cada vez más habitual. Y va a peor: “Se está extendiendo peligrosamente, hace un año yo no recibía mensajes tan virulentos como los que recibo hoy”, explica el portavoz de Compromís, Joan Baldoví.

Hay casos extremadamente graves, como la amenaza de muerte recibida por Gabriel Rufián en la que se mencionaba explícitamente a su hijo: “Me llegó el mensaje por redes sociales una noche a las tres de la mañana. Era de un tipo que me venía acosando desde hace tiempo. Lo denuncié y acabó en nada”.

Una tarde, los diputados del grupo parlamentario de Bildu esperaban junto a un paso de peatones para cruzar un semáforo. Un hombre se les acercó y, sin levantar mucho la voz, les dijo: Qué fácil sería ahora meteros un tiro en la cabeza”. El parlamentario Jon Iñarritu recuerda el episodio: “Nos quedamos perplejos, no supimos ni cómo reaccionar”.

Las amenazas van a más

Las últimas amenazas de muerte explícitas a varios miembros del Gobierno y a Pablo Iglesias, han elevado sin duda el nivel de violencia. La pregunta es si se pueden considerar una advertencia de que a partir de ahora vayan peligrosamente a más. Responde un diputado del Congreso que prefiere no ser citado: “Estamos preocupados porque es evidente que todo este ambiente de violencia verbal influye y mucho. Yo nunca había tenido problemas y ahora tengo que ir con seguridad. Lo que está pasando con las últimas amenazas con balas y navajas no es para tomárselo a la ligera”.

Un diputado consultado por Infolibre recuerda haber visto “correr literalmente” a un compañero de escaño ante un intento de agresión en pleno centro de Madrid. Otra diputada admite haber tenido que abandonar con sus hijas el lugar en el que estaban comiendo “ante el acoso y los insultos” de un grupo de comensales. Y piden no ser citados porque “la cosa está muy mal”.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, reconoce esa preocupación y mira de reojo a las elecciones madrileñas: “Claro que nos preocupa. Esta espiral suele acabar o con una desgracia, que ojalá que no pase, o derrotándolos en las urnas. Y para derrotarlos en las urnas las izquierdas tenemos que solucionar los problemas a la gente”.

El discurso de la extrema derecha

Pero ¿quién está detrás de este acoso? Baldoví recuerda que muchos de estos episodios están inspirados en el discurso del odio de la extrema derecha. “Nosotros lo hemos vivido en nuestras carnes. La última vez que celebramos el día del País Valencià nos lo reventó un grupo fascista que montó una batalla campal agrediendo a asistentes y a periodistas. Denunciamos e identificamos a varias personas, pero todo quedó en nada”.

Varios portavoces consultados coinciden en señalar también a la extrema derecha como responsable última de un “irrespirable clima político” y de una “agresividad verbal que acaba siendo la semilla que legitima lo que viene después”. Desde el Grupo Popular en el Congreso recuerdan, sin embargo, que “las amenazas no son nuevas, en otras legislaturas también se han recibido”, y por tanto no encuentran correlación entre un aumento de casos y la entrada de la ultraderecha en las instituciones.

En el PSOE tienen claro que hay un punto de inflexión en toda esta escalada de agresiones verbales: la moción de censura que Pedro Sánchez acabó ganándole a Mariano Rajoy. Desde ese momento, y agravado con la investidura posterior que dio paso al Gobierno de coalición con Podemos, los diputados socialistas han denunciado “auténticas campañas de acoso personales” a sus correos electrónicos, agravadas muchas veces en el caso de las mujeres con insultos machistas. Los socialistas prefieren no hacer públicos contenidos explícitos de amenazas recibidas, pero reconocen que “se amontonan los mails” con acusaciones parecidas a la que apareció pintada en la casa familiar de Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, la noche antes de que tuviera que votar en la sesión de investidura: “Guitarte traidor”, rezaba.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, también admite haber recibido insultos y amenazas en otras legislaturas, aunque le llama la atención un episodio vivido recientemente en la calle: “Hace unos días se me acercó un grupo de jóvenes y me gritaron ‘¡Arriba España!’ Hasta ahora lo habitual era que dijeran ‘Viva España’, sin más”. La connotación, que no es poca cosa, le inquietó.

Compartir la última amenaza recibida se ha convertido en tema de conversación recurrente entre diputados. Representantes de casi todas las fuerzas parlamentarias lo admiten: las intimidaciones, los insultos y las coacciones de todo tipo son algo cada vez más habitual. Y va a peor: “Se está extendiendo peligrosamente, hace un año yo no recibía mensajes tan virulentos como los que recibo hoy”, explica el portavoz de Compromís, Joan Baldoví.

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