28A | Elecciones generales

Bulos en Whatsapp, endogamia en redes y un "ejército de voxeros": la polarización dominará la campaña del 28A

Fotografía de archivo que muestra las aplicaciones Facebook, Whatsapp e Instagram en un móvil.

La campaña electoral del 28A se desarrollará en gran medida por debajo de filtros y radares. Indetectable para los medios periodísticos, lo que permitirá a los mensajes escapar del contraste con la realidad. Y alejada de las apelaciones racionales. La dinámica viene de atrás, pero se agudiza y radicaliza a ojos vista. La tendencia a la polarización y la endogamia ideológica que alientan las redes sociales públicas como Facebook y privadas como Whatsapp allana el camino a falsedades, distorsiones y simplificaciones.

infoLibre ha consultado a cinco expertos en comunicación política para hablar de la inminente campaña. La conclusión es que viene un proceso electoral marcado por la descentralización de la emisión de mensajes, la reducción de la intermediación, el uso del audiovisual, la emocionalidad, las noticias falsas, la segmentación de las audiencias y el consumo de contenido en el smartphone. La televisión seguirá teniendo una enorme importancia, pero cada vez más las redes sociales compiten con ella de tú a tú. Y bajo el brazo traen una banalización del debate que favorece a la épica nacionalista.

  Información bajo el radar

José Miguel Contreras, catedrático de Comunicación Audiovisual, distingue entre dos niveles de comunicación. Al primero lo llama el "público y notorio". Es el nivel de la información y el debate en la televisión, nutrido en buena medida de contenido a su vez proveniente de la prensa escrita, cuyo consumo entre los electores decrece pero que mantiene una elevada influencia gracias a que los periodistas y tertulianos amplifican su contenido en televisión y radio. "En todo este nivel la comunicación está controlada por múltiples radares y cortafuegos. Cada uno tiene la credibilidad que le corresponde", afirma Contreras. El segundo nivel es más problemático. "Ha nacido y crece a toda velocidad todo un mundo de comunicación por debajo del radar. Ahí nadie desmiente las fake news ni las manipulaciones", explica. Y ahí es donde va a tener lugar una parte significativa –y decisiva– de la campaña.

Facebook, cuyo valor bursátil se ha resentido por los escándalos sobre el uso de sus perfiles para la difusión de bulos, está intentando poner coto a las campañas de desinformación, hasta ahora con dudoso éxito. Pero, ¿cómo puede intentarse frenar algo así en Whatsapp? Contreras pone un ejemplo de manipulación en esta red social privada, donde compartimos información con aquellos en los que más confiamos o con los que más tenemos en común. "Hay comunidades en las que el nivel de confianza es absoluto. Grupos más o menos grandes unidos en torno a una afición determinada, por ejemplo. Ocurre que una empresa puede comprar la administración. Y ahí, con todas las barreras bajadas, introducir bulos. Si esta práctica la multiplicas por miles, el resultado puede ser altamente influyente", explica. Whatsapp tiene más de 25 millones de usuarios en España. Es el país de Europa en el que más se usa este sistema de mensajería instantánea.

  Máxima segmentación

Un momento. ¿Cómo es eso de lanzar mensajes grupo a grupo? ¿Puede ese menudeo manipulador determinar un resultado electoral? Contreras sonríe. Cada vez más los procesos electorales se dirimen en detalles. Y desempolva los datos de Estados Unidos. Un país de más de 325 millones de habitantes, en el que en 2016 votaron más de 137. Donald Trump –recuerda Contreras, que ha estudiado el fenómeno– detectó en los Estados de Wisconsin, Michigan y Pennsylvania una masa crítica de angry white men tradicionalmente demócratas, decepcionados por la pérdida de músculo industrial del país y asustados por la globalización. Los tres son swing states, de los que pueden caer del lado demócrata o republicano por unos miles de votos, otorgando al ganador todos sus delegados. Mientras Hillary Clinton se dispersaba en mensajes en clave nacional, Trump se sirvió de todas las herramientas de segmentación de audiencias a su alcance para llegar a aquellos que podían desequilibrar la balanza. El resultado: 67.000 electores, sólo 67.000 de diferencia, cambiaron la historia. Trump ganó en los tres Estados, llevándose los 46 delegados, que a su vez restó a Clinton. Y se alzó con la presidencia a pesar de obtener en todo Estados Unidos casi 3 millones de votos menos que Clinton. De paso ofreció a todos los estrategas de campaña una lección magistral para el futuro.

Son las nuevas reglas. Si estás indeciso, es posible que hayas dejado tu rastro de indecisión en las redes, convirtiéndote así en objetivo preferente de las campañas de segmentación. "En Facebook, donde hay una base de datos de millones de personas, puedes buscar perfiles por afinidades y vinculaciones y diseñar mensajes a medida. Es un terreno con mucha alegalidad. Hay influencers con miles de seguidores que en realidad no existen, y que los partidos pueden utilizar", señala Contreras.

  Campo abonado para el nacionalismo

Enrique Fárez, de ICC Network, recalca que Whatsapp, "donde no es posible el contraste", se demuestra ya "especialmente útil para introducir intoxicaciones y noticias falsas que apelan a pasiones y prejuicios, más aún en un contexto de polarización e indefinición". A su vez las fake news polarizan, en un ciclo de retroalimentación. En realidad, todo el entorno de las redes sociales polariza. Está probado. El Parlamento británico ha alcanzado la siguiente conclusión en un reciente informe: "La democracia se ve amenazada por los ataques maliciosos e implacables contra los ciudadanos, con desinformación y 'anuncios oscuros' personalizados de fuentes no identificables, difundidos a través de las principales plataformas de redes sociales que utilizamos a diario". Un estudio de la BBC vincula directamente la difusión de notificas falsas con el auge de ideas nacionalistas, que se adaptan como anillo al dedo a la inmediatez y la emocionalidad de las redes.

El funcionamiento de las redes sociales alimenta la endogamia ideológica. "Los usuarios que discuten sobre política en redes sociales forman cámaras de eco. Sólo el 20% de los usuarios de Facebook en Estados Unidos añaden como amigos a personas de ideología opuesta", señala Enrique Fárez, de ICC Network. "Las noticias falsas en Facebook generan más interacciones que las noticias reales", añade Fárez, que pide estar atento a lo que ocurrió en Estados Unidos, donde, con campañas basadas en "el conocimiento de la cultura de Internet", se explotó "la rebelión de los jóvenes y la aversión a la corrección [política] para difundir el pensamiento ultranacionalista, la misoginia, la homofobia y la xenofobia".

Roberto Rodríguez Andrés, profesor de la Universidad Pontificia Comillas y de la Universidad de Navarra, señala que el auge de Whatsapp y las redes sociales ha provocado que los ciudadanos se conviertan en "agentes activos y de propagación" de contenidos. Pero aquella idea inicial de la democratización de la información se ha revelado ingenua. A la parte positiva que puede tener la difusión de "memes" ingeniosos o información útil fuera de los cauces de partidos y medios, se opone la falta de inhibiciones para discursos de odio y mentiras. Y la guinda está en la forma en que las redes ordenan la información. "Los algoritmos de las redes sociales hacen un flaco favor, porque tienden a mostrarte contenido acorde con tu pensamiento, reforzando tu punto de vista". En esa vasija, en la que queda menos espacio que nunca para la reflexión crítica, es en la que se va volcar esta campaña.

  La mentira funciona

Mientras los periodistas leen el árido programa de los partidos, en millones de smartphones entran vía redes sociales públicas (Facebook, Twitter, Instagram...) o privadas (Whatsapp...) contenidos impactantes de consumo rápido. Que sean ciertos o no ya es otra cosa. Pero, ¿es que si son falsos su recorrido es menor? Al contrario. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) ha comprobado que las noticias falsas –expresión que es en sí misma un contrasentido– se difunden más y más rápidamente que las noticias de verdad. Clara Jiménez, cofundadora de Maldito Bulo, lo explicó así a infoLibre para un reciente reportaje sobre cómo se determina la agenda política: "Hay mucha gente que no cambia sus opiniones porque les demuestres que están equivocados".

Esto beneficia a candidatos que hacen mayor uso de información falsa, al tiempo que da pistas sobre por dónde va a ir la campaña. Un estudio del periódico Folha de S. Paulo concluyó que el 97% de las noticias compartidas por Whatsapp por los seguidores de Jair Bolsonaro en Brasil eran mentiras o distorsiones. La vinculación del éxito de Trump con la difusión de contenido dudoso está acreditada por numerosos informes, como Trump 2016, ¿presidente gracias a las redes sociales?, del profesor Roberto Rodríguez Andrés. Citando a Julio Tinaquero, Rodríguez Andrés escribe: "Si Roosevelt fue el presidente de la radio, Kennedy el de la televisión y Obama el de internet, Trump es el de las redes sociales".

  Problemas de los viejos partidos, ventajas para Vox

De modo que a la pregunta tradicional sobre con qué apoyos cuenta cada candidato o partido en los medios, hay que añadir con qué posición cuenta en las redes. La reciente encuesta postelectoral del CIS en Andalucía ofrece datos de interés. El 53% de los encuestados tienen cuenta en Facebook, pero el porcentaje es notablemente mayor en Vox (70,6%), Cs (70,2%) y Adelante Andalucía (68,6%) que en PP (51,7%) y PSOE (40%). El esquema se repite en Twitter e Instagram. Un 55,2% de los votantes del PSOE en Andalucía no tienen ninguna red social. El porcentaje baja al 40,3% en el caso del PP. Los índices de votantes sin cuenta en ninguna red son mucho menores en Vox (23,7%), Adelante Andalucía (23,3%) y Ciudadanos (23%). Los identificados con Vox, Adelante Andalucía y Ciudadanos son otra vez los que más afirman seguir la campaña a través de las redes: 43,2%, 42,9% y 35,5%. Más abajo están otra vez el PP (27,7%) y el PSOE (20,8%).

Los datos de número de seguidores también son preocupantes para los partidos históricos (PP y PSOE). Podemos y Pablo Iglesias ganan en Twitter y Facebook. En Facebook Cs también ha adelantado ya a PP y PSOE. Vox tiene también en FB más seguidores que el PP, que es el que peor escapa en conjunto. La fuerza del partido de Santiago Abascal en las redes es notable. A pesar de ser un partido de eclosión reciente, es el que más seguidores tiene en Instagram, tanto como formación (199.000 seguidores) como entre los candidatos (164.000). No es una red menor. La importancia de Instagram es creciente. Supera los 15 millones de usuarios, frente a 4,9 de Twitter, la red preferida de los periodistas, precisamente en la que menos destaca Vox. Aunque Facebook sigue siendo la que más usuarios tiene (24 millones), Instagram genera más interacciones. Ahí se ha hecho fuerte Vox, donde más importa la imagen y menos la letra. Vox es también el partido que más suscriptores tiene en Youtube (88.409, frente a 12.815 del PP, el que menos de los principales). Santiago Abascal presume abiertamente: "Vox es el primer partido 2.0, llevamos la velocidad que requieren estos tiempos vertiginosos".

No obstante, la televisión sigue siendo fuerte. El 43,9% de los encuestados siguió diariamente la campaña por televisión, frente al 11% de los periódicos y el 13% de la radio, según el CIS. No hay una pregunta similar para las redes sociales. Pero sí hay otro indicador que da idea de su importancia. El 26,4% afirma haber encontrado "información útil" sobre la campaña en redes sociales, donde los filtros de veracidad son mínimos, frente a un 30,8% (sólo 4,4 puntos más) que dice haberla encontrado en páginas webs de periódicos. Es mínima la diferencia de utilidad para los usuarios entre la información profesionalmente elaborada por un periodista y la que se lanza a una red donde cualquiera puede poner anónimamente lo que le parezca. Y para los partidos políticos llegar a las redes sociales es más fácil que a los medios, donde –en teoría– hay filtros para comprobar si lo que afirman es verdad o no.

  El "ejército" de los "voxeros"

El asesor de comunicación Antonio Gutiérrez Rubí, referente en este campo, prevé que en la campaña se produzca "un incremento relevante de la videopolítica". "No hablo de spots electorales, sino de vídeos de producción corta para mover en redes y en Whatsapp, diseñados para clavar un mensaje", explica. Lo que ocurre "no es tan nuevo, pero sí se está agudizando". Y añade: "La palabra es sustituida cada vez más por la imagen. Lo vemos en las liturgias, las escenografías. Va a haber un gran combate audiovisual".

Gutiérrez Rubí llama la atención sobre un factor de cuya importancia –más allá del tópico sobre el "voto cofrade" supuestamente conservador– se ha hablado poco: la coincidencia de la campaña con la Semana Santa (del domingo 14 al domingo 21 de abril). "En periodo de vacaciones la gente lee menos prensa y ve menos televisión. Va a haber más consumo de contenidos en el celular, porque se desconecta más de los medios tradicionales. Quien sea capaz de poder colocar contenidos audiovisuales, tendrá ventaja", señala.

"En una arena de juego donde los discursos emocionales pesan más que los datos o las buenas acciones, Vox tiene una herramienta a su favor que traerá dolor de cabeza al resto de jugadores: cuenta con un ejército ilusionado y que está dispuesto a inundar las redes con todo tipo de creatividades. 'Voxeros', los llaman", señala Guadalupe Talavera, consultora sénior en Dialoga Consultores y experta en estrategia digital y análisis político, que recuerda que un fenómeno similar ya se dio con Podemos en las generales y con Manuela Carmena en Madrid.

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  Ojo a Instagram y a Whatsapp

Talavera vislumbra una campaña marcada por el "factor identitario", con especial protagonismo de Cataluña. "Lo sabe el PSOE, que no ha dudado en recuperar 'España' para su lema de precampaña. El último lema en el que Ferraz optó por introducir 'España' fue con Zapatero en 2004: 'Merecemos una España mejor'", señala. Eso en cuanto al contenido. En cuanto al medio, recuerda que lo que parece tan nuevo no lo es tanto. "El adjetivo 'nuevo' ya pasó a ser antiguo, como todo en redes sociales. Lo que estuvo de moda ayer, ya no lo está hoy. En redes sociales gana quien sepa ser original, generar nuevos canales de comunicación y saber utilizar las plataformas donde su encuentran sus targets. Es decir, no se trata de usar todas las plataformas sino aquellas donde encuentras tu nicho de voto. El PP trabajó Facebook en su última campaña general porque ahí estaba el votante más adulto y desechó invertir tantos recursos en Twitter, plataforma en la cual los activistas de Podemos son más fuertes. Ahora Instagram es la red social con mayor consumo diario (en dos años ha duplicado su número de usuarios), pero también implica para los estrategas y responsables de redes insertar sus mensajes a través del contenido audiovisual y pocas palabras", señala.

¿Y Whatsapp? "Es una red que no sólo tiene una gran penetración en todas las franjas de edad, sino que además es usada por una que no es tan activa en otras redes sociales: las personas mayores", explica. Talavera, no obstante, recuerda que hay una franja de edad, los más ancianos, precisamente "los votantes más fieles y más participativos", que siguen la campaña únicamente por televisión y acciones en la calle. El mitin y el reparto de propaganda en mano no mueren, pero van a menos.  

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