10N | Elecciones Generales

Errejón no restará peso a la izquierda en las provincias con más escaños porque en ellas se diluye el efecto de la Ley d'Hondt

Pablo Iglesias escucha una intervención de Irene Montero en el Congreso en mayo de 2018. Al fondo, Íñigo Errejón conversa con Alberto Garzón.

¿El reparto de los votos de la izquierda en tres candidaturas —la del PSOE, la de Unidas Podemos y la de Íñigo Errejón— perjudica a la izquierda? En los últimos días vuelve a circular la tesis de que sí, que la división del voto en tres fuerzas restará representación al bloque de progresista. Y no es verdad. Al menos no lo es en las grandes circunscripciones, las que reparten más escaños, como Madrid, Barcelona o Valencia, que son en las únicas en las que Errejón y su equipo se han mostrado en principio dispuestos a competir el próximo 10 de noviembre.

La razón es sencilla: la ley d'Hondt, la que se aplica en España para repartir los escaños, penaliza la división del voto únicamente en las provincias más pequeñas. Por eso PP, Ciudadanos y Vox se pisaron los unos a los otros en las circunscripciones con menos diputados (las que eligen entre dos y cuatro representantes): porque al tener que repartirse entre los tres partidos los votos de la derecha la distribución de escaños premió a la izquierda, a pesar de que en muchos casos el voto progresista pesaba menos en conjunto que el voto conservador.

Ese efecto, sin embargo, se diluye y desaparece en las circunscripciones grandes que, como Madrid, reparten 37 escaños. De hecho, en estos casos la derecha no se vio perjudicada el 28 de abril por haber presentado tres listas. Pasó también en las autonómicas madrileñas: si se comparan los porcentajes de votos de las candidaturas con el porcentaje de escaños obtenidos en la Asamblea de la Comunidad es sencillo comprobar que el modelo de representación no se vio afectado por la Ley d’Hondt.

Madrid es la pieza más apetitosa para los partidos, no sólo por su simbolismo sino porque es donde compiten los candidatos a la Presidencia del Gobierno, donde más escaños están en juego (37) y porque, a priori, es donde se supone que la candidatura de Íñigo Errejón tiene más apoyo: en las autonómicas de mayo logró 471.538 votos, (14,65%) el cuarto puesto y 20 diputados, muy por encima de Podemos-Izquierda Unida, cuya candidatura mereció el respaldo de 179.046 votos (5,5%) con los que obtuvo 7 escaños.

El pasado 28 de abril, en las elecciones generales, el PSOE se impuso en esta circunscripción con un 28,1% de los votos y se adjudicó 11 diputados. Ciudadanos anotó un 21,59% (ocho escaños), el PP un 19,22% (7), Unidas Podemos un 16,75% (6) y Vox un 14,2 (5). El escaño 37º, el último en disputa, se lo llevó el PSOE en detrimento de Vox.

El resultado del 10N depende de múltiples factores, entre ellos la abstención y el trasvase de votos entre partidos, así que no es posible anticipar a ciencia cierta cómo afectará en Madrid la entrada de Errejón en el reparto. Una pista puede ser que un mes después del 28A, en las autonómicas madrileñas, se hizo con un 14,6% de los votos a costa, sobre todo, de sus rivales en el espacio político de la izquierda: 0,75 perdió el PSOE en comparación con las generales y 11,2 de Unidas Podemos. Claro que aquel día Errejón no tenía enfrente a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias y el 10N sí serán sus rivales directos.

Salvando todas las distancias, si se aplica aquel resultado de las autonómicas de Madrid a las generales del 10N, Más Madrid se haría con cinco escaños (lo que casi le garantizaría tener grupo parlamentario propio en el Congreso), Unidas Podemos perdería cuatro (se quedaría sólo con dos) y el PSOE conseguiría los mismos (11), lo que significa que en conjunto el bloque de la izquierda ganaría un escaño en comparación con el resultado del 28 de abril. La derecha, en cambio, perdería peso: el PP ganaría un diputado (llegaría a nueve), pero Vox perdería tres (se quedaría en tres) y Ciudadanos otro (sumaría siete).

De momento sólo es seguro que los de Errejón se van a presentar en Madrid y compartirán candidaturas con Compromís en Valencia, Alicante y Castellón. En estas tres circunscripciones están en juego 32 escaños (15, 12 y 5, respectivamente) que el 28 de abril se repartieron a razón de 10 diputados para el PSOE, siete para el PP, seis para Cs, cinco para Podemos-EUPV, tres para Vox y uno solo para Compromís. Este último escaño, que es el que ha ocupado durante esta legislatura efímera Joan Baldoví, lo consiguieron por Valencia.

El objetivo de Compromís

Podemos sumó uno por Castellón, dos por Alicante y dos por Valencia. En este caso, la irrupción de Errejón no supone la aparición de una candidatura más pero aun así puede afectar al reparto de voto en el bloque progresista. ¿Cuántos votos puede restar Errejón a Unidas Podemos y al PSOE y sumarlos a Compromís? Habrá que esperar al 10N para saberlo, pero está claro que la apuesta de Compromís es sumar lo suficiente para amarrar su escaño por Valencia —Cs se quedó el 28A a menos de un millar de votos de quitárselo— e incluso sumar otro, además de lograr representación por las otras dos provincias, aunque en las últimas generales se quedaron lejos de tener opción al último escaño.

Más allá de estas cuatro provincias, todo son especulaciones. Si Errejón sólo considera las circunscripciones con más escaños, precisamente para no dividir el voto de la izquierda, su equipo estará evaluando si se presentan en Barcelona (32 diputados), Sevilla (15), Málaga (11), Murcia (10) y Cádiz (9). Pero el dirigente madrileño no quiere dar ese paso si supone abrir una guerra con Ada Colau, la alcaldesa de la capital catalana y líder del espacio político de Podemos en Cataluña, o con la portavoz de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez.

En el caso de Barcelona, por ejemplo, la ausencia de estudios demoscópicos fiables —el trabajo de campo no puede comenzar hasta que los de Errejón confirmen en qué circunscripciones se presentan— impide saber cómo puede afectar una candidatura de Errejón en Barcelona al reparto de escaños de la izquierda.

Allí tienen derecho a voto, entre vecinos del municipio y residentes en el extranjero, 4,1 millones de personas. Hace cinco meses, en las últimas generales, el PSOE fue el más votado (24,6%) y consiguió nueve de los 32 diputados en juego. Esquerra (22,9%) sumó ocho, Catalunya en Comú-Podem (16,3%) seis, Ciudadanos (11,9%) cuatro, JxCat tres (10,1%), el PP (5%) uno y Vox (3,6%) otro.

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No obstante, se haga la hipótesis que se haga sobre el respaldo a una hipotética candidatura de Errejón —restando votos a Catalunya en Comú y al PSC— sólo tendría consecuencias en el reparto de escaños de izquierdas pero no al peso conjunto del bloque progresista.

Más probable parece la posibilidad de que Errejón traslade la fórmula de Compromís a Baleares firmando un acuerdo con los nacionalistas Ara Més Esquerra. Allí el 28 de abril el PSOE se llevó tres de los ocho escaños en disputa, Unidas Podemos dos y Cs, PP y Vox los tres restantes. ¿El apoyo de Errejón a Ara Més Esquerra les dará los votos que no tuvieron el 28A para alcanzar escaño? Nadie lo sabe con seguridad.

Como tampoco que una hipotética adhesión del errejonismo a las candidaturas gallegas de En Marea vaya a conseguir algún resultado positivo en A Coruña y Pontevedra, donde esta marca se quedó el 28 de abril entre un 1 y un 1,6% de los votos emitidos —por debajo de los animalistas del Pacma—.

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