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La Agencia Tributaria y los llamamientos de Zarzuela y Moncloa evitan "otro espectáculo" en Sanxenxo

El rey emérito Juan Carlos I, en su estancia en Sanxenxo.

Nadie verá a Juan Carlos I este fin de semana por las calles de Sanxenxo. Los deseos del rey emérito sobre la periodicidad de sus viajes a España y el tipo de visitas que hará a partir de ahora se han visto truncados por los últimos acontecimientos. El revuelo montado en torno a su regreso hace un par de semanas desató críticas de todo tipo tanto en el seno de la Casa Real como en Moncloa. Y las últimas noticias sobre sus posibles problemas con Hacienda han terminado de echar por tierra los planes veraniegos de Juan Carlos. 

Desde la propia Zarzuela se informó a mediados de mayo de la voluntad del emérito de “desplazarse con frecuencia a España para visitar a la familia y amigos”. Ese anuncio, coincidente en el tiempo con el carpetazo de la Fiscalía a todos sus frentes abiertos con la justicia española, abrió un escenario nuevo en el que casi todo el mundo asumió que, en adelante, habría que normalizar la presencia del padre del rey en nuestro país. 

Sin embargo, los términos en los que se desarrolló su primera incursión en Sanxenxo tras dos años en Abu Dabi supusieron de facto un incumplimiento de la palabra dada por Juan Carlos a su hijo. En la carta remitida el pasado 5 de marzo se comprometió a “organizar su vida personal y su lugar de residencia en ámbitos de carácter privado”. Nada más lejos de la realidad. El emérito aterrizó en España a bombo y platillo y su entorno se encargó de organizar una agenda de ocio lo suficientemente detallada como para que se convirtiera en algo parecido a un baño de masas para Juan Carlos. 

"Un espectáculo poco edificante"

Decenas de medios de comunicación, incondicionales y curiosos siguieron el minuto a minuto de su presencia en nuestro país, que culminó sin que ofreciera a la opinión pública ningún tipo de explicaciones sobre sus escándalos con Hacienda. “¿Explicaciones? ¿De qué?”, respondió entre risas a preguntas de una periodista. El balance en Zarzuela y Moncloa de la estancia en España no pudo ser más negativo: “Fue un espectáculo muy poco edificante y que ayuda en nada a la labor de su hijo y a la propia institución”, valora un ministro del Gobierno. 

Todos los esfuerzos de la Casa Real y del Ejecutivo de Pedro Sánchez se volcaron entonces en intentar poner los mimbres suficientes para que algo así no volviera a suceder. “Una cascada de presencias de ese tipo durante los próximos meses podría ser demoledor para la Corona”, opina otro miembro del Gobierno. Los periodistas más cercanos a la Casa Real coinciden en explicar que durante la visita de Juan Carlos a Zarzuela, tanto Felipe VI como la casa del rey se encargaron de hacer patente el malestar y de incidir en la idea de una necesaria discreción y privacidad para sus movimientos a partir de ahora. 

Una petición que se ha ido extendiendo en los últimos días incluso a algunas personas del entorno más cercano al emérito, que le ha aconsejado tanto espaciar más sus visitas como que se desarrollen con la máxima discreción posible. Llamamiento que han lanzado incluso voces referentes de la derecha española. Preguntado por el asunto, el expresidente José María Aznar deslizó un reproche y una exigencia de responsabilidad a Juan Carlos en un tono inédito hasta ahora en el exmandatario del PP: “En mi opinión, lo más importante que tenemos que hacer todos, y también el rey emérito, es fortalecer la Corona como institución y fortalecer la posición del rey Felipe”. Un claro aviso a navegantes. 

Lo que le había contado Juan Carlos I a su núcleo de confianza es que volvería este próximo fin de semana a España para participar en una regata en Sanxenxo, algo que finalmente no ocurrirá. Las últimas informaciones reveladas por El Mundo sobre el origen de los gastos de sus cacerías tras la abdicación habrían terminado de convencer al rey emérito del aplazamiento de su viaje. 

Según esas informaciones, la Agencia Tributaria le pide al emérito que justifique de dónde salió el dinero que costeó los vuelos y los gastos derivados de sus cacerías meses después de abandonar el trono. El Mundo señala que lo que se persigue es conocer si Juan Carlos "tuvo un incremento de patrimonio no justificado ante el Fisco desde que abdicó como rey". Hacienda también le exigiría la justificación en gastos de "menor importe que recibió a título particular", tales como "obsequios simbólicos realizados por empresarios" cercanos a quien fuera jefe del Estado. Los asesores jurídicos del exmonarca han ido justificando las operaciones y contestando a los requerimientos, cuyos importes no superan el umbral de 120.000 euros anuales.

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