Día contra el Sida

La lucha contra el sida empieza en las aulas

Un lazo rojo preside la fachada del Ayuntamiento de Cáceres para conmemorar el Día Mundial de la Lucha contra el Sida.

Hacer balance se antoja complejo para las organizaciones que luchan contra un virus que deja 3.244 nuevos diagnósticos en el último año. Son las últimas cifras que arroja el Ministerio de Sanidad sobre el VIH, a falta de los ajustes necesarios –todavía quedan por hacer correcciones debido al habitual retraso en la notificación de los casos–. Los datos revelan una tasa de 6,9 nuevos contagios por cada cien mil habitantes, que podría ascender a 8,65 de acuerdo a las estimaciones oficiales. Las cifras han salido a la luz con motivo del Día Mundial contra el Sida, que se conmemora este domingo. Una fecha que las organizaciones aprovechan para celebrar los muchos logros conquistados pero también para resaltar los retos pendientes. Entre ellos, dicen, la educación afectivo-sexual se plantea como una de las demandas más urgentes, especialmente en un momento de guerra declarada por parte de la ultraderecha.

Los datos arrojan algo de luz sobre la forma en la que el virus afecta a la población española. El 85,3% de los nuevos diagnósticos se han detectado en hombres y el restante 14,7% en mujeres. Por edades, el grupo con mayor porcentaje de nuevos diagnósticos es el que va de los 30 a los 34 años (16,1%), seguido por el de 20 a 24 años (15,9%), el de 35 a 39 años (15,8%) y el de 50 o más (15,8%). Aquellas personas que contrajeron el virus entre los 40 y 44 años constituyeron el 12,9% de nuevos casos. Por debajo, el 9,8% fueron detectados en personas de entre 20 y 24 años, muy cerca de aquellos entre 45 y 49 años (9,6%).

En cuanto a la prevalencia, el número de nuevos diagnósticos por cada cien mil habitantes, el grupo de edad con una mayor tasa está en los 25-29 años (20,6 nuevos diagnósticos por cada cien mil personas) y el de 30-34 años (con 18 por cada cien mil).

Los datos sobre nuevos diagnósticos revelan asimismo que la transmisión entre hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres es la más frecuente (56,4%), seguida por la heterosexual (26,7%). Finalmente, al contrario de lo que ocurría en la década de los ochenta, la inyección de sustancias tóxicas es el origen menos frecuente, con un 3,2%.

Educación afectivo-sexual

Aunque los hitos desde los primeros diagnósticos hasta hoy no han sido pocos, el estigma todavía pesa. "Lamentablemente sigue existiendo y es uno de los principales problemas", explica a infoLibre José Ramón Arribas, secretario del Grupo de Estudio del Sida-Seimc (Gesida). Los juicios morales, comenta, continúan siendo una realidad que lastra los avances labrados hasta hoy.

Y la principal receta está en la raíz: la educación afectivo-sexual. "Es importantísimo luchar desde la escuela para intentar además evitar las infecciones", reflexiona Arribas, quien recuerda que "el estigma tiene que ver con las consideraciones morales" que existen todavía alrededor de las enfermedades de transmisión sexual. "Se producen reacciones muy negativas y hay que insistir constantemente en que el paciente bien controlado no transmite el virus y lleva una vida completamente normal".

Ramón Espacio preside la Coordinadora Estatal de VIH y sida (Cesida) y apunta en la misma dirección: que la educación afectivo-sexual se incluya en los currículos. Especialmente, añade, para aplacar "los discursos retrógradas que estamos viendo", porque "este país ha avanzado mucho" y pese a ello "estas voces, que siempre han estado, tienen ahora mucho más peso".

Así lo entiende también Raquel Hurtado, responsable del área joven de la Federación Española de Planificación Familiar Estatal (FEPFE). "Queremos que los chicos y chicas sean más felices, más libres y tomen decisiones autónomas sin riesgos", sostiene. "Muchas veces la crítica se hace desde la base del desconocimiento" respecto a la educación sexual, que "no es un espacio de adoctrinamiento ni un lugar de experimentación". Al contrario, reitera Hurtado, se trata de "transmitir conocimientos y que los jóvenes, en base a su mapa propio, puedan tomar decisiones y prevenir riesgos".

Juan Diego Ramos, coordinador del grupo VIH en la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB), cree que el estigma "sigue estando tan presente como el primer día". Por eso "la educación sexual y en diversidad es importante" más allá de "promover el uso de preservativos". A su juicio, conviene adaptar los contenidos a la realidad de los adolescentes y partir "desde un concepto de salud sexual". Los jóvenes, defiende, "deben ser responsables, conocerse a sí mismos, explorarse y tener la autoestima alta". De lo contrario, el resultado no será otro que "relaciones sexuales muy poco saludables, patrones machistas, violencia y un aumento de las infecciones". Al fin y al cabo, opina, "los derechos cuanto más blindados mejor", por lo que reclama una ley estatal contra la LGTBIfobia. "Las opiniones reaccionarias y fascistas tienen que poder ser enfrentadas con una base legal", clama.

Que "socialmente seguimos estando en los ochenta" lo comparte también Reyes Velayos, de Apoyo Positivo. El discurso de Vox, apunta, "preocupa y dice muy poco de la defensa de los derechos humanos" porque al final el VIH "no distingue de ideología ni raza, sino que afecta a toda la población con una vida sexual activa". La extrema derecha, dice, constituye "un frente más en la lucha".

Trabajo institucional

Las organizaciones recuerdan que, ante los escollos en la batalla, las instituciones tienen mucho por hacer. "Hay que trabajar contra el estigma, porque la sociedad civil se está implicando pero las administraciones públicas no cumplen", critica Velayos. Aunque reconoce que el Ministerio de Sanidad ha avanzado pasos en el último año y medio, recalca que no ocurre lo mismo con las administraciones locales y regionales. En ese camino, Hurtado sí resalta el trabajo conjunto entre instituciones y organizaciones específicas. Esa labor común es necesaria porque "muchas personas no llegan a los servicios públicos pero sí reconocen el valor diagnóstico en los entornos no clínicos", puntualiza.

A finales de 2018 se firmó un Pacto Social por la No Discriminación, que sin embargo deja "todavía muchas medidas por implementar", subraya Espacio, quien recuerda que aún hoy existe discriminación para el acceso a determinados empleos. "Hay que combatir el estigma pero también el autoestigma, porque la mayoría de las personas lo vive desde la ocultación por miedo a la repercusión social", sostiene.

Arribas recalca que, a pesar de que la inmensa mayoría de las personas diagnosticadas "tienen carga indetectable y por tanto no transmiten el virus por ninguna vía, tres décadas después sigue habiendo discriminación". Son necesarias, agrega, "otras intervenciones más allá de las campañas".

Entre las acciones más relevantes, las organizaciones destacan la implantación de la profilaxis previa a la exposición (PrEP). Un estudio realizado en 2010 demostró una reducción en la adquisición del VIH del 44% entre los hombres que tenían relaciones sexuales con hombres y que tomaron profilaxis previa. Dos años después, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), aprobó este método para personas VIH negativas con el fin de prevenir la transmisión sexual del virus. Ya en 2015, Francia se convierte en el segundo país del mundo en ofrecer la PrEP a través de su sistema sanitario y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) decide aprobarla, cuatro años después de que sus homólogos estadounidenses lo hubieran hecho. "Nunca se había producido un retraso de cuatro años entre la aprobación en EEUU y en Europa de ningún fármaco utilizado para el tratamiento del VIH", remacha Apoyo Positivo. A partir de entonces, países como Noruega, Portugal, Escocia, Alemania, Bélgica o Marruecos lo incorporan como medida preventiva. Y finalmente llega el turno de España, que en 2019 la incluye en la cartera de servicios pública.

Este tipo de tratamiento está pensado para personas seronegativas, pero expuestas a un alto riesgo de contraer la infección. La PrEP "se aprobó hace un mes y se empieza a implementar en las comunidades autónomas", subraya Arribas, quien señala a este instrumento como "uno de los grandes retos" de la actualidad y un arma potente para combatir la infección.

Diagnósticos tardíos

Entre los desafíos mencionados, las organizaciones fijan la mirada en los diagnósticos tardíos. Del análisis que realiza el Ministerio de Sanidad se observa este tipo de diagnósticos como una de las principales preocupaciones. Aquellos casos que se detectaron de forma tardía constituyeron el 47,6% del total, casi la mitad. El paisaje adquiere tintes alarmantes cuando se trata de las mujeres, que suponen el 56,9% de los diagnósticos tardíos. En cuando a edad, son las personas mayores las más recelosas a realizarse las pruebas: el 64,6% de los diagnósticos tardíos superaban los 50 años.

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El problema es que "no se hacen las suficientes pruebas, hay que normalizar los controles y hacer diagnóstico rápido", sostiene Arribas y aprovecha para asumir responsabilidades. "Los que tenemos que empezar a entonar el mea culpa somos los propios médicos", porque muchos de los diagnósticos tardíos "han pasado por un centro sanitario" sin que se detectara el virus, por lo que "son oportunidades perdidas". En ese sentido, insiste, conviene trabajar sobre "campañas de concienciación porque hacer la prueba es muy fácil".

Hurtado recuerda, en la misma línea, que la "infección inicialmente es asintomática" de manera que "muchos viven con el VIH sin saberlo y retrasan el diagnóstico". El dato vertido por el Ministerio de Sanidad, dice, "es alarmante y por eso es tan importante la detección precoz", especialmente en los jóvenes "que sí tienen una clara percepción de riesgo en otras cuestiones como el embarazo no deseado".

Si Hurtado menciona a los jóvenes, Espacio acota más el foco y apunta a las mujeres. "El diagnóstico tardío es diez puntos mayor en las mujeres", resalta, "son las que menos se hacen la prueba". También él habla de las "oportunidades perdidas en el sistema sanitario, que son muy altas" y apuesta por una "estrategia global, ambiciosa, que mejore la red de atención a la salud sexual".

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