14 DE ABRIL

Los nietos de los republicanos

La ARMH ha integrado a muchos jóvenes en su tarea.

Diego Barcala

El cronista catalán Josep Pla (Palafrugell 1897 – Llufríu 1981) subió desde Neptuno a Cibeles y encontró izada una bandera inusual, roja, amarilla y morada en el Palacio de Comunicaciones. La República había llegado en martes y la gente de Madrid reaccionó con perplejidad y entusiasmo. “Se empiezan por oír las primeras notas de La Marsellesa. Después, constata que un grupo de ciudadanos comienza a entonar el Himno de RiegoHimno de Riego. El pueblo ignora ambas canciones. Desafinan. El conocimiento de la letra es escaso. Cantan mal. Da Igual. Ya lo harán mejor más adelante”, escribió Pla de aquellas primeras horas primaverales del 14 de abril de 1931 en Madrid. El advenimiento de la República.

Pla acabó al servicio del franquismo y murió sin saber que esas banderas tricolores que le sorprendieron aquellas horas se transformarían en el símbolo de la indignación colectiva más de 80 años después. En favor de la educación pública, la sanidad universal, el derecho a la vivienda, contra la usura del capitalismo o la corrupción. La bandera republicana es el símbolo común de las marchas que los últimos años inundan las calles en nombre de la igualdad y la justicia. El último ejemplo se vivió el pasado 22 de marzo. Invocando dignidad, cientos de miles de ciudadanos movilizados por partidos y agrupaciones de la izquierda, recorrieron en Madrid el último tramo de una marcha que dura ya casi un lustro de una crisis económica que zarandea todo el sistema. En los mismos cruces y bocacalles de Madrid donde a Pla le sorprendía la impasibilidad “mano sobre mano” de los policías a caballo, las banderas republicanas ondearon sobre una masa de todas las edades. A diferencia de aquel martes de 1931 esta vez la Policía no se quedó mirando la fiesta ciudadana.

“La bandera republicana se ha convertido en un símbolo de la democracia y la dignidad. Y me parece muy bonito que se use incluso como símbolo contra la corrupción. Sin embargo, sería muy extraño decirle a la gente que el 15M o la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, tienen su origen en la II República”. Lo afirma el profesor de Ciencias Políticas de Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 1978). Este joven politólogo lidera el nuevo partido Podemos que se estrenará en las próximas elecciones europeas y para la nueva generación de jóvenes venidos del movimiento antiglobalización, el 15M y la lucha contra los recortes es un referente.

Pese a que su perfil encaja ideológicamente en los nuevos republicanos del siglo XXI, no se ve reflejado: “Por quién es mi padre y quién es mi abuelo [comandante socialista del Ejército Popular condenado a muerte] sí siento esa inspiración en el proyecto inconcluso de la II República, pero no creo que sea un sentimiento generalizado”. Por tanto, uno de los posibles líderes de un cambio radical en el modelo político español que utiliza la tricolor como símbolo, se considera republicano pero no cree que el origen del movimiento de indignación colectiva sea una invocación de los tiempos de Manuel Azaña.

“La crisis que vivimos es tan fuerte que nadie hace una interpretación de la culpa sobre la monarquía. La historia de España ha sido tan triste que no existen buenos ejemplos de presidentes republicanos. Fueron todos un desastre y Azaña llegó ya en guerra, por tanto, la conciencia social al respecto es de caos, desestabilidad…”, analiza el historiador Pablo Sánchez León (Madrid, 1964). Para este experto en identidades colectivas, el movimiento social actual reclama una república pero no lo hace desde la reclamación del civismo o de lo público como lo haría un movimiento que bebiera conscientemente del proyecto azañista. “La crisis es más profunda que la propia monarquía, al heredero se le quiere dar una oportunidad y ningún partido ha sabido argumentar que los problemas de principio a fin están en la monarquía porque ni siquiera IU lo ha hecho”, añade Sánchez León.

De las reticencias de los partidos políticos españoles a invocar a la República como un objetivo a conseguir sabe mucho Isabelo Herreros (Toledo, 1953), militante de Izquierda Republicana que fue presidente de las siglas heredadas del histórico partido de Azaña cuando se fundó IU. “Me tocó redactar el artículo en que IU, en tiempos de Julio Anguita, se mostraba a favor de una república federal y encontré la oposición de la corriente de Nueva Izquierda y de parte del PCE. Ahora ya la cosa ha cambiado y se habla de la república como algo cotidiano”, recuerda el veterano dirigente republicano. Herreros sitúa el cambio que inunda de banderas republicanas las manifestaciones de izquierdas “a principios del siglo XXI”. “Para una nueva generación de jóvenes implicados, la monarquía y su concepto de herencia genética, no tienen sentido y por otro lado la bandera monárquica no ha calado. Que no nos culpen a los rojos ni a los republicanos ni a nadie. A diferencia del resto de países europeos, a los progresistas españoles no les identifica la bandera monárquica y por mucho que nos lo repitan, no es la bandera de todos”, explica. A esta desafección con los símbolos, Herreros añade el desprestigio progresivo del rey para explicar la proliferación de los símbolos republicanos.

Vinculada o no a la crisis económica, la debacle del prestigio de la familia real en España es un hecho respaldado incluso por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). La última vez que los españoles fueron preguntados por el organismo público por la valoración de la monarquía española situaron a los Borbones en un rotundo suspenso del 3,63. Fue en 2013, la Infanta no había paseado su sonrisa por los juzgados de Palma de Mallorca, y la nota no se corresponde con la serie histórica de suspensos que suele acompañar a los políticos de todos los colores. Los españoles valoraban en un 7,48 a la monarquía en 1995 y en plena crisis económica, en 2010, la puntuación fue de un 5,36.

Al margen de la valoración puntual recibida por Juan Carlos I, la sociología oficial española no pregunta a los ciudadanos por la forma de Estado. Son las empresas privadas las encargadas de estudiar si los españoles están de acuerdo en el modelo constitucional. “¿Respalda la monarquía como forma de Estado en España?”, preguntó Sigma Dos para El Mundo en enero de 2013. El resultado es demoledor. Un 43,3% censura el sistema actual y un 49.9% lo apoya. El rechazo de la monarquía en los votantes del PP es del 17,7%. En los de IU, el porcentaje se dispara al 84,7% y en el PSOE en el 47,9%. Es decir, si alguna vez hubo un consenso sobre que España fuera una monarquía, ya no existe.

“El problema es que el rey ha perdido su neutralidad y por tanto su poder de representatividad. Su último discurso de Navidad, aunque sabemos que los discursos del rey tienen mucho que ver con el Gobierno, parecía dictado por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). En este momento, un discurso de defensa de las teorías neoliberales no es neutral y entendería que mucha gente dijera: 'A mí este señor no me representa'”, analiza la diputada autonómica valenciana Mònica Oltra. Su partido, Compromís pel País Valencia, fue fundado para las elecciones a las Cortes Valencianas de 2007 con el objetivo de trabajar “por una república federal”.

“El punto de inflexión fue el elefante del rey. En ese momento, mucha gente que defendía a priori que teóricamente es más lógico que todos los cargos se voten, se inclinó definitivamente por una república ante semejante escándalo”, recuerda Oltra al respecto de la operación de cadera a la que se sometió en abril de 2012 el rey tras un accidente en un safari en Botswana cazando elefantes. “La institución monárquica de por sí es anacrónica. Por tanto esa mezcla que pretenden hacer de normalidad y genética... Es decir, eres familia real pero te divorcias y te casas como el resto de personas. Es contradictorio. No puedes querer ser normal cuando vives como una persona especial. Porque si eres normal y es mentira que estés ahí por tu estirpe, yo quiero votar”, resume Oltra que zanja así su reflexión: “No conozco a nadie monárquico. Otra cosa es que defienda la corona, pero que se declare monárquico, nadie. Bueno sí, alguno hay en la prensa del corazón”.

Una referencia a la prensa rosa y la monarquía que no pasa desapercibida para el historiador Sánchez León. “Un rumor social al respecto del rey sí podría llevar al hundimiento rápido de la monarquía. Sería algo previsible en España, donde existe una cultura popular muy fuerte y los personajes son muy amados y muy odiados en poco tiempo. Todas las monarquías desde el siglo XIX caen por hundimiento institucional estrepitoso pero aquí no es lo deseable si lo que se quiere es un cambio de modelo. Imaginemos a una mujer de 50 años que está absolutamente dolida y atacada por la reforma del aborto de Gallardón. Esa mujer que sale a la calle a protestar no va a permitir que caiga la monarquía y Gallardón siga ahí. El debate para ir a la república tiene que ser tranquilo, en 10 años mínimo, para demostrar que la república es mucho más que un concepto de jefe de Estado. Es el bien común frente a los privilegios particulares, la virtud de lo cívico y el respeto institucional”, explica.

La prensa rosa, o “la cultura popular” como la cita Sánchez León, se ha cansado en los últimos tiempos de fabricar republicanos en España con sus comentarios sobre la Familia Real al mismo ritmo que antes fabricaba monárquicos a base de portadas ejemplares teledirigidos desde Zarzuela. La implicación de la infanta Cristina en el caso Nóos ha sido un “martirio para la institución”, según afirmó el pasado enero el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno. Sin embargo, Isabelo Herreros, cree que anteriormente hubo escándalos más graves en relación con el rey que no tuvieron el mismo efecto. “Hablo de las amistades peligrosas. De cuando se rodeó de Mario Conde, Javier de la Rosa… Relaciones que hoy serían gravísimas pero que pasaron casi desapercibidas. La crisis, con millones de personas pasándolo mal, ha convertido en insoportable que esta familia mantenga su vida de opulencia y sus privilegios”, explica.

El que fuera jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, declaró en una entrevista en 1993: “Hablando francamente, personas que me empujaron fuera de La Zarzuela, porque les estorbaba, están en peor situación que yo, que ni estoy en el banquillo de los acusados ni en la cárcel ni pendiente de condena”. Se refería a Mario Conde y otros protagonistas de los escándalos financieros de los 90 que pisaron la cárcel pocos meses después de compadrear con Juan Carlos I. Semejante declaración hoy haría caer sin dilación al rey, pero entonces apenas se debatió sobre la monarquía. Y ni siquiera la prensa satírica o los creadores culturales tenían en los años 90 a la república entre sus reivindicaciones.

Hoy, la revista satírica Mongolia basa gran parte de sus chistes en bromas sobre la familia real y reparte caretas y carteles para mostrar en las manifestaciones en favor de los derechos sociales.Mongolia  La contraportada del pasado número de febrero era un retrato de la reina recortable que incluía la siguiente nota para el consumidor: “Esta promoción no incluye cuernos”. El humor de este mensual al respecto de la monarquía ha elevado varias veces el listón judicial que no superó la portada de El Jueves secuestrada en 2007 por mostrar a los Príncipes de Asturias practicando sexo. “Criticamos el modelo de Estado y lo haremos igual si cambia el modelo. No se acabarán los chistes en una república”, adelanta el editor y abogado de Mongolia, Gonzalo Boyé. El último número de su revista mostró a la infanta Cristina entre rejas y en un número anterior en un desnudo simulado con el siguiente titular: “La Infanta Cris de Bombón, sushi, alquileres y dinero público”.

La autocensura también se ha acabado en la cultura y el debate constitucional aparece cada vez más en las letras de las canciones. “Vienen de frente gigantes de azul con las bocas llenas de su democracia, pero el miedo ha dejado de ser la actitud. Suena en cada cabeza un hermoso runrún: "Nos quieren en soledad, nos tendrán en común", advierte en su próximo disco (Resituación) el cantautor asturiano Nacho Vegas (Gijón, 1974), habitual en todas las manifestaciones que circulan por Asturias. “La crisis tiene que ver directamente con la Cultura de la Transición, y la monarquía fue un elemento cohesionador de las diferentes fuerzas que firmaron aquellos pactos. Más allá de eso la Familia Real actúa un poco como opio del pueblo, que de manera cada vez más esforzada intenta preservar la idea de una España unida y todo eso”, opina. Vegas coincide con Oltra o Sánchez León al señalar que el verdadero cambio deseado con un modelo republicano es el económico: “Si pensamos en el régimen neoliberal, la monarquía tuvo un papel cosmético como mucho. Una república mañana mismo podría seguir sirviendo perfectamente a los intereses de esta pantomima de democracia en que vivimos. El objetivo ahora no es suprimir la monarquía. Eso es algo que vendrá dado cuando se consiga una democracia auténtica”.

La acusación a la transición como culpable del colapso democrático en el que vive España es un nexo entre todos los que reclaman un nuevo sistema en forma de república que alumbre un nuevo tiempo ilusionante como el que abrió el 14 de abril de 1931. “No es un debate que se ciña a la jefatura del Estado ni a una nostalgia de 1931. Es cierto que bebemos de la II República porque fue un periodo de la historia con muchos avances sociales, educativos, para las mujeres… Pero queremos adaptar eso al siglo XXI. Es decir, que la República traiga también un nuevo modelo económico que acabe con el capitalismo y traiga el socialismo”, explica la diputada valenciana de EUPV, Marina Albiol (Castellón 1982).

La política castellonense es conocida en las Cortes Valencianas por su vestuario republicano. En 2007, siendo la diputada más joven de la cámara, tuvo que formar parte de la mesa que invistió a Francisco Camps. En el momento de la votación, al acceder a la mesa de edad, se desprendió de una chaqueta negra para lucir una camiseta reclamando la llegada de la III República. Su gesto fue noticia más allá de las crónicas valencianas. Una reivindicación que siete años después no causaría gran revuelo, demostrando la normalización de los símbolos republicanos. “El régimen del 78 no sirve para atender a las necesidades de los españoles”, concluye Albiol, dos días después de la muerte de Adolfo Suárez, que parece guardar en el cajón la crítica a la transición.

Albiol no renuncia a su inspiración en el 14 de abril y es que pertenece a la generación de los nietos de los republicanos de los años 30. Abuelos que fueron perseguidos, asesinados y silenciados durante 40 años de posguerra, cuyos hijos no pudieron reivindicarles en la transición y que gracias a un movimiento conocido bajo el fenómeno de la memoria histórica ha recuperado su ejemplo desde 2001. Ese año fue recuperado el primer cuerpo de un fusilado en la Guerra Civil con métodos de comparación genética. Es el hecho fundacional de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuya vicepresidencia ocupa Marco González, de 33 años. “Mi bisabuelo fue fusilado por defender la reforma agraria y no puedo recuperarlo pero al menos ayudo a que otros que sí pueden recuperar los restos de su abuelo, lo hagan”, resume sobre los 10 años que lleva colaborando con la asociación.

La ARMH ha agitado las conciencias de centenares de pueblos en los que ha participado en la recuperación de restos de fusilados en cunetas durante la Guerra Civil y la posguerra. “La mayor parte de la gente a la que sacamos de las fosas son gente de los pueblos que estaba alejada de las elites republicanas de Madrid pero estaba con la república defendiendo cosas tan simples como que la titularidad de un cementerio fuese municipal y no de la Iglesia”, explica el joven arqueólogo. La investigación forense e histórica de cada fosa cavada por los franquistas es la mejor de las pedagogías republicanas. “Cuando escuchamos sobre los fusilados republicanos eso de 'algo harían' pienso en los maestros o los que defendieron la reforma agraria. Los que se partieron la cara con el cura del pueblo para repartir entre el pueblo las tierras de la Iglesia. A los 13 concejales fusilados en Boimorto, en Galicia, les mataron por repartir las tierras en el pueblo según nos contaban los vecinos. Podría decir que me siento heredero de Casares Quiroga o de Azaña pero para mí ser republicano era eso. Esos son los valores republicanos, la defensa de la equidad y la igualdad que hoy no tiene quien la defienda. Y por cierto, los que fusilaron a esos republicanos son los que ahora defienden que se hagan recortes injustos”, sentencia.

Si hay un valor que representa positivamente los avances de la II República es la defensa de un proyecto público educativo basado en la libertad de conciencia. De hecho, la constitución republicana lo deja claro en su artículo 48: “La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria. Los maestros, profesores y catedráticos de la enseñanza oficial son funcionarios públicos. La libertad de cátedra queda reconocida y garantizada. La República legislará en el sentido de facilitar a los españoles económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se halle condicionado más que por la aptitud y la vocación. La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana”. La educación republicana se inspiró en los principios de la Institución Libre de Enseñanza fundada a finales del siglo XIX por Francisco Giner de los Ríos. El pedagogo al que Antonio Machado recordó como “un hombre incapaz de mentir e incapaz de callar la verdad” pone nombre hoy a la Federación Madrileña de asociaciones de Padres y Madres de alumnos. La FAPA Giner de los Ríos vive en permanente lucha en Madrid contra la privatización paulatina de la educación en Madrid que ha devuelto a las entidades religiosas parte del protagonismo educativo que el franquismo les otorgó y la democracia desmanteló.

José Luis Pazos (Madrid 1966) preside la entidad desde 2007 y es una de las caras visibles de la Marea Verde en defensa de la escuela pública. “Lo que nosotros reclamamos es una escuela laica y no estatalizada que es compatible con una república y con una monarquía parlamentaria como la que tenemos ahora. Sería imposible con una dictadura pero no con cualquier otro modelo”, analiza sobre la inspiración republicana de su colectivo.

La multitud de manifestaciones de la Marea Verde que han recorrido una y mil veces el trayecto entre Sol y la Plaza de Cibeles han ido llenándose de banderas republicanas con el paso de los años. “Puede que haya familias más sensibilizadas con la II república, pero la asociación no está ligada ni al republicanismo ni al cambio de modelo de Estado”, reconoce Pazos. La pluralidad de las familias representadas en las asociaciones imposibilita una unión oficial con los principios de la II República pero sus objetivos son paralelos. “Reclamamos cuestiones que van más allá de la Constitución. No se trata de un Estado aconfesional sino laico donde quepan todas las religiones y eso es ir más allá”, explica.

¿Es posible la III República?

¿Es posible la III República?

La izquierda, representada en jóvenes y veteranos políticos, en ambientes culturales o asociativos, parece asumir que la república es el futuro. Además, las encuestas sociológicas y los análisis de los historiadores han detectado que el cambio constitucional, o el agotamiento del sistema democrático comienza a ser trasversal y aparece en sectores políticos centrados que dificultarán un reinado plácido de Felipe de Borbón. “Existe una gran diferencia entre el hijo y el padre. Es más culto y sabe defenderlo. Hablamos de que las biografías del rey dicen que tiene en la mesilla un libro de aviones de guerra y otro de barcos. El hijo creo que sí tiene una cultura superior aunque sea pop. Sabría decir: 'He leído a Gramsci y he aprendido algunas cosas”, detalla Sánchez León. “Pero no va a tener a nadie que le defienda. Ningún partido va enarbolar la bandera monárquica. Se pueden dar incluso escisiones como la de VOX si alguno de los dos partidos fuertes se pone en plan monárquico. Algún cargo podría decir: 'Oiga déjeme de monsergas monárquicas'”, añade.

Y ese momento llegó en el PSOE en 2013, durante la celebración de la Conferencia Política en la que su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, depositó la hoja de ruta del nuevo proyecto socialista. “La tradición cultural y política del PSOE es la Constitución de 1978 así lo defendimos en un memorable discurso de Luís Gómez Llorente. Pero el PSOE aprobó y apoyó nuestra Carta Magna como la expresión de un marco jurídico-político que nos incorporaba a la libertad, a la democracia y al Estado Social y de Derecho. Esa Constitución consagró la monarquía parlamentaria como forma de Estado y ese fue uno de los grandes acuerdos que la hicieron posible y en ese y en otros grandes temas de Estado, ampliamente consensuados, se fundamentó nuestra transición y nuestra vida democrática a lo largo de los últimos treinta y cinco años”, comienza el epígrafe titulado como La Corona en la página 614 de la conferencia celebrada en noviembre bajo la tutela de Ramón Jaúregui. La fórmula aprobada indignó a muchos militantes que mostraron su descontento con grandes abucheos durante la celebración del acto.

Tampoco se ha librado de la corriente republicana el PP. Pese a la defensas a ultranza mostradas por el Gobierno a la Familia Real por el caso que envuelve a la Infanta y a Iñaki Urdangarin, ya han surgido figuras representativas del partido que se desmarca de un futuro monárquico. “Soy republicana pero por principios, ideológica, porque si tú tienes que votar al último concejal del pueblo más pequeñito, ¿por qué no vas a elegir también al Jefe del Estado? Pero no creo que en el momento actual debamos plantearnos un cambio político”, ha reiterado en varias entrevistas la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes. La última vez, en una reciente entrevista con el showman Risto Mejide en la que desarrolló de manera más personal que intelectual su conciencia republicana: “He de decir que a mí me gustan mucho los Príncipes de Asturias”.

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