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Coronavirus

¿Qué hacer con la OMS? Los expertos defienden impulsar un modelo "independiente y despolitizado" tras la crisis

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.

En medio de la emergencia sanitaria que sacude al planeta, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido cargar toda su artillería contra la institución de referencia global en materia de salud. Esta misma semana, el líder estadounidense ha señalado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para acusarla de "encubrir" la expansión del coronavirus. Sus balas, tal y como han advertido las voces expertas, se dirigen a la organización con el objetivo de camuflar sus propias flaquezas y atacar directamente al corazón de China. Donald Trump denuncia, de esta manera, un trato de favor hacia el país asiático y anuncia la paralización de los fondos que su país destina al organismo.

Hablamos de cuantiosas cantidades: Estados Unidos es el miembro que más contribuye económicamente a la estabilidad del organismo. La OMS está integrada por 194 estados y dos miembros asociados, que se reúnen anualmente en Ginebra en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud, respaldada a su vez por 34 miembros del Consejo Ejecutivo. España es miembro de la OMS desde 1951, tres años después de su nacimiento.

Rafael Bengoa habla desde la experiencia. Su paso por la OMS se prolongó por catorce años, como director de Sistemas de Salud en Ginebra. Presenció, por tanto, con especial cercanía la expansión del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que azotó a China en el año 2002. "Conozco la organización lo suficiente como para decir que está excesivamente burocratizada y politizada", expone con contundencia en conversación con infoLibre. Su crítica, no obstante, no aplaca los elogios: "Es la organización que ha conseguido eliminar la viruela de la faz de la Tierra con un esfuerzo enorme y la que ha conseguido controlar la polio. Ha hecho grandes cosas en su historia".

El recorrido de la OMS, relata el también presidente del Institute for Health & Strategy (Si-Health), ha sido siempre el de "ganar credibilidad gracias a ser una fuerza científica y normativa", pero lo cierto es que "en las últimas dos décadas ese equilibrio se ha perdido". Con todo, aclara el experto, no significa que "sea el momento para cortarle los fondos a la OMS, sino todo lo contrario: una cosa es que la organización tenga problemas y otra cosa es cortarle fondos cuando más la necesitamos".

Vicente Larraga, coordinador del Informe de Ciencia y Tecnología de la Fundación Alternativas y director de Parasitología Molecular del CSIC, coincide en que, si bien la OMS "nunca ha sido muy beligerante", desde hace "doce o quince años va con mucho cuidado de no enfadarse con nadie, para no perder las aportaciones". A juicio de Larraga, el modelo actual en lo que a salud global y cooperación internacional se refiere "es mejorable, pero dada la situación es difícil cambiarlo". Al final, describe, los países "con más dinero pagan" y a partir de ahí "la OMS intenta hacer lo más que puede". Por este motivo, afirma, resulta igualmente fundamental no sólo el esfuerzo económico, sino también "el compromiso de los países y gobiernos donde tiene que actuar".

Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano y doctor en Relaciones Internacionales, recuerda los límites de la OMS, que "no puede ir más allá de lo que dicen los Estados". Funciona como "un sistema de alerta para supervisar brotes epidémicos o pandémicos y llevar a cabo programas de investigación", pero son las autoridades políticas quienes se reservan las decisiones finales sobre el terreno. Sobre la politización de la institución se expresa con cautela: se trata, al fin y al cabo, de un organismo que depende de los países miembro, por lo que debe cuidar la relación con los mismos para conservar su fidelidad.

Bengoa cree que "las reformas de la OMS se deberán hacer en profundidad" y está convencido de que España "podría liderar de manera importante ese cambio". El objetivo, esgrime, pasa por "asegurar que se vuelve a tener la OMS de antes, porque necesitamos una agencia multilateral no sólo para las pandemias mundiales". La organización, en la actualidad, "sólo es lo que le permiten los países ser" y cuando llegue el momento, insiste, "las reformas deben ser profundas".

En ese sentido, recalca la importancia de que tanto la OMS como la colaboración de los países se base en "informes independientes, despolitizados, elaborados por personas con credibilidad y que luego se discutan en el marco de las estructuras formales de la OMS y en el propio país". Bengoa, que también fue consejero de Sanidad y Consumo del Gobierno del País Vasco, cree que la respuesta, una vez aminore la crisis, incluye necesariamente "mirarnos a nosotros mismos y prepararnos para otras". Desde el plano institucional, reitera, las líneas a seguir deben priorizar siempre el criterio científico, tanto fuera como dentro de las fronteras. El análisis científico debe ir un paso por delante y "luego irán las estructuras políticas formales, pero no al revés".

Sobre el después, Arteaga extrae dos lecturas. La pandemia del coronavirus, reflexiona, ha lanzado un mensaje sobre la necesidad de mejorar la coordinación política: "Los gobiernos no estaban preparados, salvo aquellos que contaban ya con un precedente negativo y habían escarmentado epidemias en su propio territorio". En añadido, los países deberán tomar nota e incorporar a sus sistemas sanitarios "una parte especializada en la gestión pandémica".

Así se nutre la organización

En mayo de hace ahora tres años, la 70ª Asamblea Mundial de la Salud aprobó los presupuestos de la organización para los años 2018-2019, por un importe que ascendió a los 4.421,5 millones de dólares y al que se sumaba la previsión de un aumento del 3% en las "contribuciones señaladas de los Estados miembro". Decía entonces el organismo que el proyecto presupuestario incluía, entre sus prioridades, una "mayor inversión para el nuevo Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS (69,1 millones de dólares) y la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos (23,2 millones millones)".

Los presupuestos por programas de la OMS se financian, subraya la propia organización, "mediante una combinación de contribuciones señaladas y voluntarias". Las primeras son aquellas aportaciones fijas que conceden los miembros, mientras que las segundas son donadas por contribuyentes estatales y no estatales. Las OMS explica que, durante su primera década de existencia, las contribuciones fijas suponían "casi la totalidad de la financiación", pero el panorama ha ido cambiando y "a medida que el presupuesto total de la organización fue aumentando, las contribuciones voluntarias fueron sobrepasando a las contribuciones señaladas hasta representar la mayor parte de los ingresos".

De los 4.421,5 millones de dólares aprobados para el anterior bienio, un total de 956,9 millones fueron cuotas netas de los Estados miembro, mientras que las contribuciones voluntarias ascendieron a 3.464,6 millones de dólares, según la resolución aprobada por la organización. "Los donantes del fondo de contribuciones voluntarias básicas constituyen una fuente vital de financiación catalizadora que contribuye a financiar las prioridades del presupuesto por programas de la organización", determina en su web la OMS.

Principales contribuidores al presupuesto por programas de la OMS en 2018.

De acuerdo al Informe sobre los resultados de la OMS. Presupuesto 2018-2019. Examen de mitad de periodo, presentado el año pasado en la 72ª Asamblea Mundial de la Salud, al cierre de 2018 Estados Unidos se consolidaba como principal contribuidor a los presupuestos de la organización. Por detrás, la Fundación Bill y Melinda Gates. Otras entidades que tienen gran peso en las aportaciones voluntarias son Alianza Gavi –formada por organizaciones públicas y privadas para el fomento de la vacunación– o la asociación benéfica National Philanthropic Trust (NPT).

En agosto de 2016, la Cadena Ser incidía además en el peso de las aportaciones voluntarias en la institución y en cómo el creciente protagonismo de las farmacéuticas había incurrido en una suerte de privatización del organismo.

En cuanto a las aportaciones conocidas como señaladas, Estados Unidos es el país que más fondos dispensa. Según la resolución de 2018-2019, la cuantía de sus concesiones supuso el 22%. Japón aportó un 9,68% y China un 7,92%. Los países europeos se quedan, igualmente, a gran distancia del estadounidenses: Alemania (6,38%), Francia (4,85%), Italia (3,74%) y España (2,44%).

Para el ejercicio 2020-2021, la OMS aprobó en su última asamblea un presupuesto de 5.840,4 millones de dólares, mediante contribuciones de cada miembro por un total de 956,9 millones y contribuciones voluntarias por valor de 4.883,5 millones. El proyecto de presupuesto por programas para este bienio incluía un segmento presupuestario adicional para tres programas especiales, uno de ellos el Marco de Preparación para una Gripe Pandémica.

Para este nuevo bienio, las aportaciones señaladas quedarían de la siguiente manera: España donaría el 2,14%, Italia el 3,30%, Francia el 4,42% y Alemania el 6,09%. Estados Unidos se mantendría en el 22%, Japón en el 8,56% y China habría escalado al 12%.

Sumar y ampliar la mirada

Arteaga desglosa algunas de las claves en el funcionamiento de la OMS. Las contribuciones que realiza cada Estado miembro, subraya, son "cuotas de participación en función del PIB", de manera que "ahí no se puede hacer nada porque son baremos". Pero pone el acento en las aportaciones voluntarias, la cuarta parte del total y de "donde se nutren fundamentalmente los programas de la OMS". El porcentaje, comenta, "varía mucho según los países" y las fundaciones privadas también tienen un papel importante. Es fundamental, considera el experto, replantear el volumen de aportaciones voluntarias, porque "como país se puede hacer bastante más".

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Respecto al papel del sector privado, Arteaga reconoce la existencia de intereses pero los extiende a los propios estados. Una idea que se recoge en la máxima "ayudar a alguien para que te ayude a ti". Eso, declara, "le pasa a las farmacéuticas y a los estados". También existen "fundaciones con un interés fiscal, pero todo suma". Sobre los intereses particulares de cada actor, el investigador insiste en el "interés general" como elemento prioritario, precisamente porque "quienes más se beneficia son los países pobres".

Larraga entiende que España juega un "papel mejorable" que trasciende del pago de la cuota. "Hay que tener una actitud más proactiva", plantea el experto. "En los últimos diez años no ha existido una política clara, más allá del pago de la cuota, o al menos no ha habido una acción muy visible", sostiene, aunque sí subraya la aportación de los españoles en los niveles técnicos de la organización.

A juicio de Larraga, "hay que tener una idea muy clara de lo que se quiere hacer y cómo puedes ayudar en la vida diaria", más allá del momento de emergencia que atraviesa el mundo hoy. Larraga se detiene por tanto en la "acción del día a día" y recuerda que "cuatro personas mueren por tuberculosis cada minuto". Es importante, por tanto, ampliar la mirada, "por ética pero también por propio interés". Lo ejemplifica de la siguiente manera: el coronavirus "estaba en China, pero ya no está solo en China" y esto "va a seguir pasando cada vez más".

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