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Uno de los peritos judiciales del accidente de Angrois: "Tarde o temprano el ser humano se equivoca"

El ingeniero industrial José Manuel Lamela, después de realizar este miércoles su declaración en el juicio del accidente del Alvia en donde se están centrando en las declaraciones de técnicos y peritos.

"Siempre hay que tener en cuenta al emprender un proyecto así que el ser humano, tarde o temprano, se va a equivocar, porque es lunes o martes, por su mujer o su hijo…" La frase, una reflexión general en materia de ingeniería, la pronunció este miércoles en el juicio del accidente de Angrois, el perito judicial encargado de analizar la influencia del tren Alvia en el accidente, el funcionario de la Xunta José Manuel Lamela Rivera.

El convoy, según confirmó el ingeniero industrial, no fue la causa del accidente, sino que se debió al exceso de velocidad. Y el control de esto, a su juicio, no debería recaer exclusivamente en el maquinista, como sucedió en Angrois, con el conductor despistado tras recibir una llamada del interventor, sino que debería haber un "segundo nivel de protección" que no existía.

El ingeniero que declaró este miércoles es uno de los tres peritos forenses nombrados por el juez instructor para analizar de forma independiente, al margen de los peritos de las partes, el tren, la línea ferroviaria y los sistemas de seguridad. Los dos últimos, un ingeniero de Caminos elegido por la Xunta y uno de Telecomunicaciones escogido por sorteo de entre los mejores propuestos por su colegio profesional, discreparon en los informes periciales que entregaron y que deberán ratificar en los próximos días. El primero considera correcto que el maquinista fuese el único responsable de controlar la velocidad, mientras que el segundo estima que Adif debería haber habilitado alguna medida de seguridad para evitar un posible error humano. Por ese posible defecto está acusado en este juicio se le acusa en este juicio el ex director de Seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, al mismo nivel que el maquinista, Francisco José Garzón Amo.

Este martes, el perito ingeniero industrial encargado de estudiar el tren, funcionario de la Xunta y dedicado a temas energéticos, admitió en varias ocasiones su falta de especialización: "No soy especialista en trenes, no me dedico a eso en mi carrera normal" o "en mi trabajo no me dedico a nada de trenes" fueron algunas de sus expresiones. Aun así, dijo que, más allá de "alguna pequeña irregularidad", en el Alvia accidentado no detectó "nada que tenga relación con la causa del accidente" sino que se trató del "exceso de velocidad". 

A pesar de centrarse en el estado del tren, el ingeniero industrial cerró su informe pericial con una "reflexión" sobre la seguridad general de la curva de Angrois, cuestión en la que se centraron los otros dos peritos judiciales, sobre la que este miércoles le preguntaron varias de las partes. Lamela se cuestionó "cómo es posible" que la única medida de "protección" ante un eventual exceso de velocidad fuera el propio maquinista y no existiera un "segundo nivel" de seguridad. Este miércoles, Lamela explicó que hizo "esa reflexión porque a mi manera de entender, como no soy especialista en trenes y no me dedico a eso en mi carrera normal, considero adecuado que hubiese un segundo nivel de protección, por lo que fuese". 

Lamela se pronunció al respecto como ingeniero en general, haciendo ver que en cualquier ingeniería, con independencia de la especialización, hay que tener en cuenta que el ser humano comete errores. Una "valoración personal" que hace "como técnico que soy, que es tan válida o tan descartable como cualquier otra" y a la que llega como ingeniero y no por un análisis normativo del sector ferroviario en particular, como se esforzó en destacar la Abogacía del Estado que defender a Adif.

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La defensa de Adif ha venido manteniendo durante todo el juicio que una de las medidas de seguridad que había en la curva de Angrois era el hecho de que, aunque la velocidad indicada en la curva fuera de 80 kilómetros por hora, los trenes no descarrilarían hasta que superaran el doble de esa velocidad, entre 150 o 160 kilómetros por hora. Sin embargo, los Alvia circulaban por la línea Ourense-Santiago a 200 kilómetros por hora, y cuando el maquinista se percató de la proximidad de la curva y frenó ya sólo pudo reducir la velocidad a 179, a los que descarriló. 

Este miércoles, ante la opinión del perito de que debería haber un "segundo nivel" de seguridad más allá del maquinista, la defensa de Adif le preguntó si el hecho de que el tren pudiera entrar en la curva a 150 kilómetros por hora sin supuestamente descarrilar no lo consideraba un protección adicional. "No", fue la respuesta tajante de este experto, quien dijo que la protección sería algo que actuaría de forma automática si el conductor no frenase, pero no ese margen de velocidad en una línea en la que hasta ese momento los trenes deben circular a 200.

Tras esta declaración, este jueves comparecerá en el juzgado el perito judicial ingeniero de Caminos elegido por la Xunta, Juan Carlos Carballeira. El próximo martes será el turno del ingeniero de Telecomunicaciones elegido por sorteo entre los mejores peritos de su colegio profesional, César Mariñas. 

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