la crisis del coronavirus
El secreto más incómodo y mejor guardado de Vox: más de tres cuartas partes de la cúpula o no se ha vacunado o no lo aclara
La oleada de dirigentes políticos que han optado por fotografiarse recibiendo la vacuna contra el covid-19 para alentar a los ciudadanos a protegerse mediante esa vía ha topado con una excepción: Vox. La formación de extrema derecha, parte de cuyos seguidores son negacionistas y que enarbola como bandera su objeción a primar a quienes han recibido el pinchazo así como a toda vacunación obligatoria, es la única cuya cúpula ha decidido atrincherarse en el silencio. De los 25 dirigentes de Vox sobre los que –bien por su peso interno, bien por su visibilidad como cargos públicos– ha buscado este medio información relativa a si se han vacunado o no, solo en cinco casos ha habido resultado. Los cinco admiten públicamente que sí, que se han vacunado: el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, que lo anunció en junio; la viceportavoz, Macarena Olona; el eurodiputado Hermann Tertsch; el portavoz de Sanidad en la Cámara Baja, Juan Luis Steegman, y su homóloga y colega de profesión –ambos son médicos– en la Asamblea Regional de Madrid, Gádor Joya. Uno de los cinco, Iván Espinosa de los Monteros, acaba de dar un quiebro que crea confusión sobre si realmente lo ha hecho o no. Este miércoles en una entrevista en TVE se negó a confirmar si se había vacunado.
Además de Santiago Abascal, mantienen oculto si se han vacunado figuras de primera línea como Rocío Monasterio, Javier Ortega Smith –que en 2020 llegó a estar hospitalizado por trombos provocados por el virus–, Víctor González Coello de Portugal o Ignacio Garriga. Fue este último, presidente del grupo de Vox en el Parlament catalán, quien en 2020 calificó de "criminal" la gestión del Gobierno contra "el virus chino" y cuya madre falleció al agravar el covid-19 la enfermedad que padecía. Entre los que rehúsan explicar qué decisión personal han tomado respecto a la vacuna se cuenta también el vicepresidente y portavoz del partido, Jorge Buxadé.
La vacunación se ha convertido así en el secreto más incómodo y por tanto mejor guardado de Vox. Frente a quienes, desde el presidente Pedro Sánchez a múltiples jefes de Gobiernos autonómicos pasando por el líder de la oposición, Pablo Casado, y llegando incluso a personajes ajenos al epicentro político como es Arnaldo Otegi, la ultraderecha parlamentaria mantiene un silencio casi total. Lo ilustra lo que los portavoces de Rocío Monasterio trasladaron el miércoles cuando infoLibre les preguntó si la portavoz de Vox en el Parlamento madrileño se ha vacunado: "Nosotros –fue la respuesta– defendemos la libertad de elección y por eso no vamos a pronunciarnos al respecto. Siempre hemos defendido que haya un buen plan de vacunación y vacunas suficientes para todos, pero también que se respete la libertad de elección y que cada persona elija si vacunarse o no".
El jueves, este periódico transmitió a los portavoces oficiales de Vox el hecho de que se ignora qué decisión han tomado respecto a la vacunación contra el covid-19 con casi todos los miembros del comité ejecutivo nacional, cuyos nombres enunció en un correo electrónico. Este periódico también solicitó los datos sobre los vicesecretarios del partido. Y escribió a distintos diputados a sus emails oficiales. No hubo respuesta.
El comité ejecutivo nacional y las vicesecretarías suman 23 personas que se reparten 25 cargos a tenor de la información suministrada por la web de Vox. De la búsqueda fueron excluidos dos de las 23: el tesorero del partido, que prácticamente carece de actividad pública, y la vicesecretaria de afiliación por las mismas razones. Sobre los restantes infoLibre ha rastreado sin éxito la red, así como sobre otros destacados miembros del partido como Rodrigo Alonso, secretario general del sindicato de Vox y diputado autonómico andaluz, el vicepresidente cuarto del Congreso, Ignacio Gil Lázaro, la ya mencionada Rocío Monasterio y la portavoz de Sanidad en la asamblea de Madrid, Gador Joya. Es decir, los políticos analizados son 25. Salvo de los cinco enunciados en el primer párrafo, de los demás no hay noticias de si se han vacunado o no. Es el caso, por ejemplo, de Manuel Mariscal, Marta Castro, Begoña Conde, Ricardo Garrudo o Juan José Aizcorbe.
La estrategia de mantener fuera del conocimiento general todo lo relacionado a la vacunación de los dirigentes de Vox se ha dejado ver ahora en una de las más recientes intervenciones de Iván Espinosa de los Monteros, marido a su vez de Rocío Monasterio. En junio, el portavoz de Vox en el Congreso contó en una rueda de prensa que acababa de vacunarse, pero este miércoles cambió de rumbo y eludió confirmarlo. El cambio se produce apenas días después de que su jefe, Santiago Abascal, se negase a desvelar si se ha vacunado o no durante una entrevista con Federico Jiménez Losantos. Para justificar su escapada y ante la bronca de Losantos, Abascal esgrimió el argumento de la "libertad": "Yo no voy a hacer proselitismo ni de un lado ni del contrario. Hago proselitismo de libertad en un contexto en España en el que cada vez hay menos libertad". Eso afirmó.
Antes de que Abascal protagonizara tal episodio radiofónico la semana pasada, dos dirigentes de Vox habían recibido insultos y críticas por anunciar que sí se habían vacunado. Les ocurrió a Macarena Olona, portavoz adjunta de Vox en el Congreso, y al también diputado Juan Luis Steegman, portavoz de su partido en la comisión de Sanidad de la Cámara Baja. En la red social de mayor relevancia política, Twitter, Olona se convirtió en objeto de empujones verbales por parte de quienes acusan de "globalistas" a los partidarios de la vacunación para frenar la pandemia. Para Steegman, médico de profesión, todo fue peor: el tuitero Alvise Pérez, también ultraderechista y que fue jefe de gabinete de Toni Cantó, buscó devaluar su apoyo a la vacunación acusándole de haber cobrado "sumas millonarias de las farmacéuticas que ahora defiende". En contra de la neutralidad pautada a que Abascal acaba de hacer referencia, fue Vox el que esta vez y mediante un comunicado oficial se vio forzado a refutar la versión difundida por Alvise Pérez.
Las dos barajas del discurso
Junto con Steegman se vacunó –lo publicitaron ambos a través de sendos tuits– la portavoz de Sanidad de Vox en la Asamblea de Madrid, Gádor Joya. Y el quinto de la serie de dirigentes de Vox que declaran haber recibido al menos una dosis es Hermann Tertsch. El eurodiputado y vicepresidente del ECR, el grupo parlamentario que en Estrasburgo sobrepasa por la derecha al Grupo Popular, lo difundió el 21 de julio a través de Twitter. Periodista de profesión, Tertsch lo difundió manteniéndose fiel al doble discurso de su partido: no oponerse formalmente a las vacunas a la vez que ataca al Gobierno central y a algunos autonómicos por no garantizar que haya suficientes para todos pero hacer todo eso sin que ello implique alentar a nadie a dejar que se las inyecten. Ni que tampoco implique una desautorización de quienes proclaman que las vacunas son nocivas para la salud. De hecho, el 21 de julio dio alas en Twitter al tal Alvise Pérez por difundir que el 10% de los ingresos hospitalarios son consecuencia de efectos secundarios de las vacunas. Según Tertsch, son "muchas, profundas y muy legítimas" las dudas sobre la opción de vacunarse.
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Oficialmente Vox se ha cuidado de no alinearse con los negacionistas. En suma, se ha cuidado de usar dos barajas en su discurso sobre la vacunación. Y ha centrado sus esfuerzos en acusar por un lado al Gobierno de no habilitar los medios necesarios para garantizar una vacunación masiva y, por otro, en atacar a todas las administraciones partidarias de poner en circulación el certificado o pasaporte covid. Por ejemplo, la diputada Rocío de Meer llegó a publicar el 8 de agosto un mensaje en Twitter donde se oponía con uñas y dientes a la creación del llamado pasaporte covid para participar en actividades de ocio. "La de vueltas que dan los caciques autonómicos para decirnos que van a obligar a enseñar un pasaporte para tomar café. La tiranía hay que atacarla de frente". Ninguno de ellos ha anunciado en ningún momento que estuviera a punto de vacunarse o que ya lo hubiese hecho.
Días antes, Jorge Buxadé había cargado contra comunidades como Andalucía o Canarias. ¿Por qué? Porque, según sus palabras, se estén abriendo al "modelo de las élites de Bruselas" y quieren utilizar el certificado de vacunación para "discriminar a los niños en los colegios, los jóvenes en las universidades y los españoles en el acceso al empleo o el uso del transporte público". En ese punto, la ultraderecha española hace causa común con la francesa, cuya líder, Marine Le Pen, tilda de "hipocresía total" el certificado sanitario.
Vox se declara furibundo detractor de la vacunación obligatoria bajo cualquier circunstancia. Y mantiene por ello recurridas en el Tribunal Constitucional la ley gallega y la balear. ¿El motivo? Que aun con diferencias en cuanto al alcance de tal obligatoriedad, ambas abren la puerta a la vacunación forzosa.