Un rey cinéfilo

Juan Carlos I en la embarcación 'Bribón' durante la regata del IV Circuito Copa de España 2022 en Sanxenxo.

El sol caía a plomo sobre la ciudad y don Juan Carlos se negaba a salir de casa. Pidió que le llevaran una palangana con agua y hielo en la que meter los pies. Se avecinaba lo que él llama, socarronamente, una tarde peliculera.

El rey es cinéfilo desde crío. Recuerden que su padre lo mandó a España para congraciarse con Franco y a finales de los 40 no había mejor pasatiempo que el cine privado del Pardo. Dicen que, cuando se siente inspirado, su majestad es capaz de cantar las escenas principales de la filmografía escogida de Joselito, Juanita Reina, Imperio Argentina y Valderrama.

Adulación terapéutica

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Sin embargo, el plan vespertino era bien distinto. El emérito pretendía embarcarse en un visionado cronológicamente inverso de la inmortal pentalogía La jungla de cristal. "Las veo al revés para que parezca que a Bruce Willis le crece el pelo". Su majestad es un hombre de placeres sencillos. La última vez que se encerró en el cuarto del televisor se pasó toda la tarde viendo la última campaña de la DGT (esa en la que atropellan a famosos) y mondándose de la risa. "Mira, Joaquín, mira, ¡mira!", me decía, "y ahora… ¡pum!". Hace unas semanas quiso ver la filmografía completa de Sylvester Stallone ordenada según criterios de parálisis facial. Como nadie atinaba con el encargo, tuvimos que recurrir a todos los académicos de cine que caben en un minibús.

Acompañarlo en estos maratones es una experiencia fascinante. En cierta ocasión me pidió que viese con él la saga de Star Wars. Por lo visto, se la había recomendado Froilán. Admito que me costó un buen rato hacerle entender que la trilogía nueva sucedía antes que la vieja (menos mal que siempre llevo encima un cuadernito y rotuladores de colores). Don Juan Carlos celebró mucho la aparición del irritante Jar Jar Binks. "¡Parece Marichalar!", repetía entre carcajadas. Las películas avanzaban entre chascarrillos de gravedad creciente. Su majestad consideró que la caída de Anakin en la lava ardiente era una inmejorable promoción del torrezno soriano y, por caridad cristiana, omitiré los parecidos que le sacó a la repugnante babosa intergaláctica que encadena a Leia. Solo diré que cuando Darth Vader reconoce su paternidad, el rey dio un brinco y exclamó: "Coño, ¡este es Borbón!".

Me temo que Zarzuela no lo verá con entusiasmo, pero podría hacerme de oro editando un coleccionable de Grandes clásicos comentados por Juan Carlos I. Podría hacer una edición especial de La lista de Schindler sin miedo a las represalias legales. Total, si le dejaron pasar el desfalco de cientos de millones y los sobornos de los sauditas, no lo van a empapelar por unos chistecillos sobre el Holocausto.

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