`Heartstopper´: cuando lo queer es (por fin) un arcoíris feliz

Fotograma de la segunda temporada de `Heartstopper´

Heartstopper ha estrenado recientemente su segunda temporada en Netflix. Como en la previa, cuenta el radiante primer amor de sus dos protagonistas, Nick y Charlie, estudiantes de secundaria en Reino Unido.

La escuela masculina imaginaria de Truham acoge el romance más adorable posible. Nick es ese capitán del equipo de rugby que no se había planteado la posibilidad de ser homosexual y Charlie ya ha salido del armario pero de momento solo para experimentar el acoso y una relación abusiva.

Un amor mágico

La relación que va surgiendo entre ellos está llena de respeto, admiración mutua, ternura, apoyo y momentos mágicos de los que dejan con una sonrisa bobalicona a la audiencia. Un relato lleno de idealismo e ingenuidad sin el menor espacio para el cinismo.

Los protagonistas van encajando también entre un grupo de amigos que les ofrece ese llamado lugar seguro. Todos ellos tienen identidades o tendencias sexuales minoritarias, pertenecen por tanto al llamado mundo queer.

Adaptación de un cómic

Heartstopper está basada en una serie de novelas gráficas publicadas en la red y después en forma de libros escritas y dibujadas por Alice Oseman. Se trató de una secuela de su primera novela, Solitaire, en la que la hermana de Charlie, que también aparece en la serie, era la protagonista. Precisamente, la autora se había reprochado a si misma que en Solitaire no había reflejado suficientemente la diversidad.

Oseman, que aún no ha cumplido los treinta años, participa en la serie como creadora. Además de liderar la adaptación de un guion que ha tenido que aumentar en tramas y personajes para su versión televisiva, asesora en el rodaje.

Se encarga de que la ficción de Netflix recoja fielmente todos los elementos visuales que los seguidores del cómic esperaban ver en pantalla. Entre ellos han acudido al recurso de encuadrar imágenes en viñetas o de añadir dibujos.

Esto último especialmente cuando el roce de unas manos o una mirada en silencio hacen vibrar a sus protagonistas y literalmente saltan chispas, hojas o vuelan pájaros de emoción y de felicidad.

Un mundo ideal por encima de los problemas

Todo lo dicho puede sugerir que se trate de una serie infantil y cursi, pero si esta propuesta se ha convertido en todo un hito es precisamente por atreverse a una apuesta ingenua y romántica y salir airosa. Muestra un mundo ideal en el que las soluciones triunfan ante los problemas.

Existen los complejos, la homofobia y la incomprensión, pero el amor, el compañerismo y la solidaridad se imponen como valores superiores. El motivo por el que está novela se adaptó fue el de ofrecer a adolescentes que viven los despertares de sus identidades en el desconcierto modelos positivos.

De lo friki a lo queer

Freaks and geeks, la serie de 1999, se centraba en los alumnos de instituto que no encajaban por tener intereses diferentes a los de la mayoría. A partir de entonces se multiplicaron los relatos sobre empollones y fans de productos culturales muy concretos.

En los últimos años se ha asumido que el discurso cultural está fragmentado. Los seguidores de determinado videojuego, saga de películas, cómic, juego de rol o de mesa o de este o el otro fenómeno pop se muestran orgullosos y encuentran sus iguales.

Educación sexual

La mirada para descubrir y reivindicar a estas minorías se empieza a desplazar hacia las orientaciones sexuales y las identidades de género no dominantes. Todavía un asunto problemático y en construcción. La serie también británica Sex education aborda el mismo asunto aunque lo hace sin centrarse en un romance concreto.

Laurie Nunn, creadora de Sex education y Alice Oseman, escritora especializada en adolescentes están abriendo camino en el análisis del panorama que encuentran hoy las personas jóvenes. Componen la primera generación a la que se ofrece la oportunidad de definirse sexualmente en público, de variar esta definición y de fluir entre identidades de género.

Interés por cuestiones de género y sexualidad

El debate interesa también a personas de más edad menos afectadas por los cambios. La primera temporada de Heartstopper se coló entre las series más vistas de Netflix, lo que prueba que no es un producto de nicho para adolescentes enamoradizos.

Mas curioso resulta que la serie llegara a ese listado de lo más visto en tres países en los que las relaciones entre personas del mismo sexo están castigadas, como son Líbano, Arabia Saudí y Sri Lanka. O a cinco países que prohibieron la inocente Lightyear por su beso entre mujeres en plano secundario, antes de que lo hiciera Vox en España, como recoge Alex Keswani en The Daily Pennsylvanian.

Esquivar los mensajes de odio

El interés por lo queer existe y Heartstopper ofrece una introducción irresistible. Su apuesta por la ingenuidad no es sino una opción muy inteligente que minimiza el rechazo. Oseman se ha mostrado particularmente satisfecha en diversas entrevistas ante el hecho de que el personaje de una joven transexual negra no haya recibido odio.

Y el abanico de lo queer no acaba aquí. A pesar de su habilidad para crear un romance contagioso y otro buen grupo de secundarios que viven sus propias historias de amor y pareja, Oseman ha declarado sentirse más identificada con el personaje de Isaac, siempre un poco ajeno y encerrado en sus libros.

La opción de la asexualidad

Oseman se define como asexual arromántica y a su imagen ha creado este personaje con una libido y una tendencia a las relaciones platónicas muy bajas o nulas. Se trata de unas opciones de orientación sexual y románticas poco visibilizadas.

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Como en toda serie de adolescentes, se ha reclutado a un buen número de jóvenes talentos a los que se ha puesto en un disparadero. Kit Connor y Joe Locke interpretan a la pareja protagonista con frescura y enorme gracia natural.

Una serie en tres entregas

Demostrando que la realidad es más tóxica que la serie, si bien Locke había salido del armario como su personaje, Connor se vio obligado a declararse bisexual tras sufrir acoso en las redes sociales al hacerse pública su relación con una chica. Entre el reparto destaca la actriz Olivia Colman como madre de Nick. Un papel breve para una actriz omnipresente siempre perfecta, ganadora de un Óscar, un Emmy y un puñado de Baftas.

Ya está confirmada una tercera temporada de la serie. En principio, Alice Oseman la concibió para tres entregas, con lo que podría ser la última aunque es prematuro aventurar nada más todavía.

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