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‘Monarch: el legado de los monstruos’: la fábrica de la televisión a pleno rendimiento

Imagen promocional de ‘Monarch: el legado de los monstruos’.

Apple TV ha estrenado recientemente la serie de diez episodios Monarch: el legado de los monstruos. La historia se presenta semana a semana y comienza cuando dos jóvenes descubren que comparten el mismo padre, que acaba de fallecer. 

Tanto el progenitor perdido como antes la abuela de los chicos se han dedicado a investigar y contener a monstruos gigantes que se alimentan de la radiación nuclear a través de la organización secreta Monarch. 

Vuelve Godzilla

La serie sigue a tres generaciones de la misma brillante familia que tratan de entender el fenómeno que suponen estas bestias, entre ellas Godzilla, y de paso salvar a la humanidad.

El comienzo muestra ritmo, peripecias, personajes que prometen ser buena compañía y una producción y efectos especiales que hacen parecer real la fantasía en la que se sustenta. No hace falta ser entusiasta de los monstruos para disfrutar de una aventura de investigación clásica.

Los titanes y King Kong

Esta nueva versión del personaje de Godzilla pertenece a una franquicia, MonsterVerse, que ha conseguido integrarlo en un canon del que pueden surgir muchas nuevas historias. Bajo este sello se han recogido los derechos para desarrollar argumentos con la bestia gigante japonesa y con la creación americana equivalente y antecesora, King Kong.

MonsterVerse se creó en 2014 y ha producido cinco películas con las que la empresa que las ha creado, Legendary Entertainment, ha ingresado ya casi dos mil millones de dólares. Este 2023 ha comenzado su incursión en televisión con dos títulos, este de Monarch en Apple TV y Skull Island, en Netflix, una temporada de ocho episodios de animación.

En busca de fieles suscriptores

Monsterverse ha demostrado su músculo en las salas de cine previamente. También en cómics y videojuegos. Se supone que tiene un suelo de audiencia garantizado y a partir de él se puede crecer y conseguir un número importante de fieles suscriptores.

Con su desembarco en las plataformas, sirve de exponente de un fenómeno eterno en televisión, que ahora toma nuevas formas. La necesidad de encontrar productos de éxito duradero.

La batalla por las propiedades intelectuales

Una de las palabras claves entre guionistas y ejecutivos de la televisión en los últimos años es la que componen dos iniciales en inglés, la IP, Intellectual Property, esto es, la propiedad intelectual. 

El concepto mismo de serie de televisión busca lo que en economía general se denomina consumo recurrente. Si ya resulta difícil conseguir clientes en cualquier mercado como todo el mundo sabe, lograr la estabilidad en las ventas es el objetivo real, y eso, en el mundo de la ficción televisiva lo garantizan las series.

Desde los orígenes de las series

Entre las primeras ficciones seriadas televisivas de éxito masivo se recurrió también a IPs ya existentes. Una de las vías fue trasladar a la pantalla series radiofónicas ya exitosas. La comedia fundacional I love Lucy, de 1951, supuso una evolución del serial radiofónico My favorite husband, basado a su vez en las novelas superventas de Isabel Scott Rorick, que creó a los personajes originales en 1941. 

Algo parecido ocurrió en el mundo de las aventuras del oeste con El llanero solitario. El personaje y sus aventuras nacieron en la radio, posteriormente se convirtieron en novelas y fueron llevados después a la pantalla durante ocho temporadas a partir de 1949. Su camino siguió mientras en forma de más libros y cómics.

La era del reinado de la televisión

Poco a poco la televisión se dio cuenta de que tenía la mayor ventana de exposición nunca vista, una fuerza de penetración entre el público tan importante que se bastaba a si misma para crear las propiedades intelectuales dominantes. 

Las series originales para televisión han desarrollado su propio sistema de estrellas y franquicias que han reunido a públicos extensísimos. Lo ha hecho durante todo ese tiempo, desde la década de los cincuenta del siglo XX hasta estos últimos años, en los que la fragmentación televisiva está mermando la potencia de las series de ficción emitidas en abierto.

Audiencia fragmentada, el retorno de las propiedades intelectuales

En la actualidad, la llegada de las plataformas y su sistema de amplio almacenaje gracias al que cada espectadora y espectador elige qué y cuándo verlo está debilitando las IPs propias. 

Médico de familia, por poner un ejemplo de éxito de los noventa, reunía de media 7.716.000 espectadores. La que se avecina, la serie española más vista actualmente, ha estrenado en abierto en Telecinco con 1.084.000 espectadores su decimotercera temporada. Claro que La que se avecina tiene mucha más competencia, entre otras se enfrenta a si misma, ya que también está disponible a la vez en Prime Video, en Disney+ o en Movistar+, por ejemplo. 

Muchos episodios por muchos años

Este ecosistema de gran fragmentación con amplísima oferta ha hecho necesario para los operadores buscar apuestas seguras. Reúnen especial valor las que tengan capacidad de repetirse, es decir, de procurar muchos episodios, y de prolongarse en el tiempo. Que sigan siendo opciones posibles en cinco o diez años, incluso con nuevos repartos.

De ahí las pujas por los contratos con Marvel, La guerra de las Galaxias o DC Cómics. Los contratos con los poseedores de estos derechos tienen un valor calculable, que es precisamente lo que anhelan las plataformas.

Monstruos gigantes desde Julio Verne

Monarch aparece como una nueva tentativa. Procede de una tradición de monstruos gigantes legendarios que entronca con mitos como el monstruo del lago Ness o el Yeti y que en ficción desarrolló el francés Julio Verne y continuó el británico Sir Arthur Conan Doyle en su novela llevada al cine El mundo perdido.

Los monstruos entraron en contacto con la civilización occidental en King Kong y en Japón han constituido su propio subgénero dentro de la ciencia ficción, el kaiju, especializado en estos animales descomunales.

El gorila ballena

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Gojira inauguró el género. La palabra se compuso uniendo gorilla y ballena, y se convirtió para el resto del mundo en Godzilla, monstruo surgido de la imaginación de Eiji Tsuburaya e Ishiro Honda en 1954.

Como un restaurante de fusión, la serie de Apple Tv conforma un reparto con personajes estadounidenses y japoneses y ofrece un homenaje a los años cincuenta, en los que se creó Godzilla, que combina con el recuerdo al comienzo de su propia tradición que inauguró la película de 2014.

Contar con una IP fuerte no garantiza tampoco el triunfo y cómo explotarlas sigue requiriendo mucho acierto y talento, pero las obras basadas en novelas, cómics o sagas de éxito previo nos inundan y parece evidente que para los distribuidores actuales quien tiene una buena IP tiene un tesoro.

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