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'No me gusta conducir': una tierna comedia no navideña

Cartel de la serie 'No me gusta conducir'.

El canal TNT puede verse a través de Movistar +, Vodafone y otras plataformas. Recientemente se ha añadido a su oferta la última producción de Borja Cobeaga, guionista de Ocho apellidos vascos y director de Pagafantas.

Esta vez se trata de su primera serie televisiva. Una pequeña comedia naturalista de seis episodios con una premisa muy modesta. Pablo Lopetegui se prepara para sacarse el carnet de conducir a sus cuarenta y tantos.

Divertida y sentimental

Con esta excusa se presentan un buen puñado de personajes y situaciones en las que Cobeaga ha dado con el tono preciso, divertido y sentimental, y donde se han concentrado una enorme cantidad de aciertos.

El hombre del año encabeza el reparto. Juan Diego Botto ha seguido arrasando con su montaje teatral en homenaje a Federico García Lorca Una noche sin luna y el estreno de su película En los márgenes, su primer largometraje como director. En medio de su año magnífico ha encontrado tiempo para este rodaje, en el que encarna al profesor universitario aspirante a una licencia de conductor y de carácter huraño.

Juan Diego Botto y un reparto que funciona

Cobeaga elogia en lugar destacado a sus directoras de reparto, Ana Sainz-Trápaga y Patricia Álvarez de Miranda, y con motivo, porque el resto de intérpretes que rodean a Botto bordan sus personajes.

Sobresale la interpretación de David Lorente como su profesor de autoescuela, un sabelotodo que tira de lugares comunes, un tipo al que juzgamos demasiado pronto y que se va agrandando en cada escena. La pasión por un trabajo bien hecho se demuestra un filón para la comedia y para el respeto hacia el personaje.

Lucía Caraballo, que interpreta a una joven compañera de autoescuela y alumna universitaria de Botto, ilumina todas sus intervenciones. Ya lo ha hecho en varios personajes a sus 23 años. Leonor Watling completa con solvencia el cuarteto protagonista.

Tele para ver juntos

De la pequeña anécdota detonante, la serie extrae sin prisas varios enfoques diferentes que explican a los personajes haciéndolos cada vez más queribles. Un tono entrañable que la convierte en una opción familiar perfecta. Puede verse fácilmente al completo aprovechando los días festivos.

No llega a ser un señor Scrooge como el que escribió Charles Dickens en su Canción de Navidad, pero Lopetegui hace un viaje de su cerrazón y altivez al calorcito que proporciona abrir la puerta a nuevas y buenas amistades.

La dificultad de cerrar etapas en la vida

Parece que no pasa nada en la serie, pero poco a poco, a través de su aprendizaje, se cierran dos conflictos vitales para su protagonista, el duelo por la muerte de su padre y la separación de su pareja.

Concretamente la forma en la que se concluye la trama que explica su relación con Leonor Walting es rematada con especial elegancia. Se ofrece una resolución poco manida y especialmente satisfactoria.

El viaje del personaje transcurre en un tono de comedia poco forzada, en la que se combinan momentos con corazón con otros más llenos de gags. El profesor de autoescuela, Lorenzo, y su hermano, interpretado por Carlos Areces, son los reyes en este departamento, con una competencia profesional divertidísima y muy redonda.

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Cobeaga no tiene firmada una segunda temporada todavía, pero el origen de la rivalidad entre los dos hermanos le parece una de las posibilidades que podrían explorarse. O que Lopetegui se aficione a veranear en caravana.

Cómo no convertirse en un gruñón

El autor de la serie afirma en una entrevista con Fórmula Tv que escribió Pagafantas para tratar de dejar de ser él mismo uno de ellos y ahora No me gusta conducir, con un protagonista cascarrabias, para descubrir porqué se ha convertido en parte en uno y aprender analizando a su personaje. En este sentido, ha reivindicado una juventud muy válida para quitarse de encima la manía de ciertas personas mayores de descalificar a las nuevas generaciones.

Cobeaga se ha acercado a la dirección de una serie televisiva con mucho respeto y ha logrado una historia divertida y bonita, con una mirada cariñosa hacia las relaciones. Una historia navideña sin serlo.

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