Feijóo y Ayuso, los profetas del apocalipsis actual
El Partido Popular ha incorporado a la política y a la literatura españolas el género apocalíptico, un género olvidado ya hace siglos. El género apocalíptico estuvo muy extendido en determinados momentos en la tradición judaica del Antiguo Testamento (AT). Se caracteriza por el dramatismo que imprime a sus escritos, porque normalmente coincide con épocas de crisis en su pueblo al apartarse de los dictados divinos. Son escritos de circunstancias. Como en la literatura española, también en la judaica existieron otros géneros. Responde el género apocalíptico a momentos críticos, destinados a levantar y afianzar la moral de los seguidores en Jehová y el destino grandioso que le espera a su pueblo. En su interpretación literal de muchos textos belicistas del AT, Netanyahu y los judíos ortodoxos pretenden hoy arrasar al pueblo palestino apoyados en tanques y drones, en mi interpretación del artículo de Antonio Muñoz Molina.
Los escritos apocalípticos tienen una tonalidad singular que se corresponde con las preocupaciones de épocas agitadas. Pasar de la agitación a la convulsión es tarea de los profetas. Estos surgen para advertir de la deriva peligrosa en la que se encuentra el pueblo. Por tanto, otra característica del género apocalíptico es su asociación al género profético o profetismo. No se entiende uno sin el otro. Y de la tradición judaica pasó a la cristiana. De ahí que el último libro del Nuevo Testamento sea conocido como el Apocalipsis de San Juan o la revelación de San Juan. Revela este texto otra característica de los escritos apocalípticos: el escatologismo : “Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca”. Y es que el significado más preciso de apocalipsis se corresponde con un término griego que significa “revelación”. Los profetas son los que reciben el mensaje encriptado y luego lo revelan a sus oyentes y seguidores.
Coincidiendo con la crisis de la política, que dice Joan Coscubiela, el género apocalíptico de la tradición y literatura judaicas se ha trasladado a la política española de una forma natural y han surgido dos profetas mayores, además de otros menores, que son ahora los encargados de arengar a las masas: Feijóo y Ayuso. El domingo pasado, 8 de junio, los dos profetas llenaron de dramatismo el momento de crisis por la corrupción que tiene la política en la actualidad, por culpa de Pedro Sánchez, y se erigieron en los salvadores de la patria. Menos mal que no dijeron que esa revelación la habían recibido de las “alturas”. Seguro que si Fraga hubiera estado vivo, no se hubiera reprimido. Ayuso se levantó de la conferencia de Presidentes por no oír hablar en sus lenguas oficiales, maternas y españolas, a Salvador Illa y a Imanol Pradales, pero recuerden que, ya antes, también se levantó en otra conferencia de Presidentes, para ir a la catedral de la Almudena a oír misa.
Una sola frase de ese domingo sintetiza el drama con el que quieren que se perciba el momento actual de la situación política española: ¡Ríndete, Pedro, a la democracia! ¡Convoque elecciones! Me dice mi vecino Ángel: “Esta frase me recordó a las películas del oeste. Las escenas donde queda un solo soldado heroico a punto de rendirse y de repente se escucha la trompeta del quinto de caballería. Feijóo cada vez se parece más a Buster Keaton”.
Feijóo compara (ignorándolo) la característica escatológica del apocalipsis con el fin de ciclo del sanchismo. Pero obvia su contradicción. Recordó la historia del Partido Popular desde que lo fundara Fraga Iribarne, como si su partido no tuviera una historia teñida de negro. Elogió sin medias tintas ni matices. “Todo lo he aprendido directamente de 'las fuentes auténticas'”, “no me lo han contado, lo he vivido”: Fraga Iribarne (un franquista), Aznar (el mayor mentiroso del reino) , Rajoy (un cínico). Con este relato histórico y estos antecedentes, Feijóo pidió “no perder fe en la política”. En esas estábamos, cuando este jueves saltó a la opinión pública, se reveló, el informe de la UCO sobre Santos Cerdán que ha agitado las aguas, ya muy turbulentas, hasta provocar un tsunami. Hemos pasado de aguas agitadas a aguas convulsas.
¿Cómo se puede describir y analizar la crisis de la política de estos momentos? Empleando una frase corta, como si fuera una consigna: siendo la situación política y de Gobierno dramática, sin dramatismo
¿Cómo se puede describir y analizar la crisis de la política de estos momentos? Empleando una frase corta, como si fuera una consigna: siendo la situación política y de Gobierno dramática, sin dramatismo. Lo peor forma de interpretar esta situación coyuntural grave o, si se quiere, gravísima, es interpretarla como sistémica, como estructural. En democracia hubo, hay y habrá corrupción, gobierne quien gobierne. Unas veces más y otras menos. Más, con gobiernos de mayorías absolutas, menos, con gobiernos de coalición. Porque, a falta de muchos datos, la corrupción revelada, será infinitamente menor. Lo peor que le puede pasar al Gobierno y a sus socios es entrar en la dinámica y ofensiva de las derechas y ultraderechas, que van todavía a redoblar su ofensiva. Si creemos que las políticas socialdemócratas son las únicas que pueden paliar las enormes desigualdades que se dan en España y en Europa, la apuesta pasa por quintuplicar la eficacia de las políticas socialdemócratas intensificando la fuerza y la propaganda.
En estos tiempos en que el neocapitalismo ha entrado en una fase nueva tecnológica, de control absoluto de nuestras vidas y actividades, singularmente concentrada en menos manos la economía, y cuya tiranía ultraliberal abarca todos los campos en los que se mueve la vida de los ciudadanos (la vivienda, la educación, la sanidad, el envejecimiento y la dependencia, las pensiones, la inmigración, etc.), no queda otra que reforzar al máximo el proyecto socialdemócrata. La lucha ideológica (cultural es moderno y más light), de ideas, entre el neoliberalismo y la socialdemocracia tiene que ser un “desafío a muerte”. Solo hay que observar los proyectos de Ayuso contra la universidad. Si se dice que el Gobierno de España es el más estable de Europa, hay que obrar en consecuencia. La centralidad no existe, es un camelo. Solo existe la polarización de ideas, de proyectos y de resultados. Las conversaciones en el interior de las formaciones progresistas tienen que ser intensas, pero también entre el Gobierno y los socios, y materializarse.
Oía en el telediario que no se está aplicando la directiva comunitaria que otorga el derecho parental de cuatro meses para atender a los hijos y que algunos padres han tenido que acudir a los tribunales para obtener justicia. Que Europa ha multado a España. Esto no puede ocurrir. ¿En qué quedamos?. No estoy al tanto de estadísticas, pero tampoco puede ocurrir que la burocracia impida que se retrasen meses –o no se gocen– ayudas o subsidios reconocidos. Se tiene que hacer al revés. Primero, dar, y luego, si llega el caso, retornar. En estos dos años que faltan de legislatura hay que construir miles de viviendas industriales en aquellos municipios que ofrezcan terrenos para ellas. Y hay que bajar el paro a dos millones o menos. La imaginación al poder.
La propaganda y el proselitismo son esenciales. No es cierto que el PP no tenga programa ni alternativa. Basta ya de esas simplezas. Además de que no le dan los números, el PP no presenta una moción de censura, porque o muestra su programa ultraliberal o uno socialdemócrata. Y esto último no lo va a hacer. Contra los publicistas, conservadores y reaccionarios, iliberales, hay que movilizar a cientos de propagandistas que salgan a las calles para contrarrestarlos, como hacían los propagandistas paganos contra el judaísmo y el cristianismo y como estos hicieron contra los primeros. Es la contraofensiva que queda. No valen solo las sesiones de control, ni diez palabras escasas en los telediarios, ni siquiera ruedas de prensa más o menos explicativas o plenos monográficos. Parece mentira, pero es así. Que se abra paso la verdad y acalle bocas hoy es misión casi imposible.
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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.