Siniestralidad laboral
Cómo afecta el calor extremo a los trabajadores: el año pasado mató a 200 personas en edad laboral
El Consejo de Ministros ha aprobado este jueves el decreto-ley que regulará medidas más estrictas para el desarrollo de ciertas tareas al aire libre cuando concurren episodios de altas temperaturas. La normativa trata de evitar que más personas fallezcan en su puesto de trabajo durante episodios de temperaturas peligrosas, como ocurrió con cinco hombres durante 2022. Fallecieron en su puesto de trabajo, pero no fueron los únicos: más de 200 personas en edad de trabajar fueron víctimas del exceso de temperatura. La nueva normativa vinculará las medidas de prevención con las alertas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Si el plan de prevención de riesgos laborales de una empresa debe actualizarse ante cambios, el cambio climático supone un cambio para todas. Y el Ministerio de Trabajo tiene algunas exigencias claras: estos planes deben adaptarse a las características de los trabajadores, a las condiciones climáticas extremas y tienen que hacerlo ya. Por ejemplo, el plan debe tener en cuenta si una persona con riesgo cardiovascular pueda estar sometido a inclemencias al aire libre que pongan en riesgo su salud.
El fin de esta normativa es que, por ejemplo, en una empresas dedicada a la actividad agrícola o la construcción en la zona del valle del Guadalquivir ya exista un plan de actuación si de repente la AEMET decreta alerta de nivel naranja o rojo en esta región propensa a concentrar altas temperaturas. Así, si no es posible asegurar la salud de los trabajadores mediante los recursos de la empresa o la adecuación de sus tareas, estará obligada a reducir o modificar el horario de los trabajadores. Fuentes del Ministerio de Trabajo han asegurado que la norma entrará en vigor mañana.
La dificultad para negarte a trabajar ante un exceso de calor
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales ya reconocía la obligación de las empresas de evaluar los riesgos y prevenirlos, así como dotaba a los trabajadores de una herramienta para “desobedecer” en casos extremos. Una vez todos los planes han fallado, si el empleado se encuentra en una situación de riesgo grave o peligro inminente, tiene derecho a interrumpir la actividad y abandonar su lugar de trabajo.
“La paralización de la actividad es un derecho que se utiliza en muy pocas ocasiones”, explica a infoLibre Mariano Sanz, secretario confederal de Salud Laboral de Comisiones Obreras. “Es un derecho que tiene muchas dificultades. Si luego el inspector de trabajo no le da la razón al trabajador que ha paralizado su actividad puede incurrir en una falta muy grave, por abandonar su puesto de trabajo”, explica. A esto se le suma la precariedad: "Un trabajador que no tiene condiciones estables tiene secuestrada su voluntad de reclamar", remacha el sindicalista.
Sanz reconoce que la legislación aprobada este jueves en el Consejo de Ministros es un paso adelante, pero lamenta no haber participado en su elaboración: “Nos hubiera gustado que nos hubieran consultado, hubiera salido una normativa mucho más precisa y consensuada”, añade. El responsable de Salud Laboral del sindicato considera que la norma deja algunos “flecos”.
“Hace falta formación, por ejemplo, para que un trabajador reconozca los síntomas de un golpe de calor… Y, ¿qué pasa con los trabajadores en lugares cerrados y con una exigencia física alta?”, se pregunta Sanz. Ante este último punto, fuentes del Ministerio de Trabajo recalcan que las empresas ya están obligadas a tener condiciones adecuadas, ya que los espacios cerrados deben estar climatizados. No obstante, esta obligación no fue suficiente para evitar el fallecimiento de dos de los cinco trabajadores que perdieron la vida el año pasado, que se encontraban en las naves de sus empresas.
Cinco trabajadores fallecidos en 2022; más de 200 en edad de trabajar
El año pasado fallecieron cinco trabajadores por exceso de calor. Tres de los sucesos ocurrieron a mediados de julio en la Comunidad de Madrid, que se encontraba en alerta naranja. El primer caso, fue el de un barrendero de la capital de 60 años que se desplomó a las 17.30 del 16 de julio mientras hacía labores de limpieza en la avenida de San Diego, ubicada en Puente de Vallecas. El hombre presentaba una temperatura corporal de 41,6 grados. Pese a que el equipo sanitario le aplicó rápidamente hielo y soluciones salinas frías, falleció de un infarto al llegar al Hospital Gregorio Marañón.
Dos días después, un mecánico de 58 años murió en Móstoles mientras trabajaba en una nave de la calle Moraleja de Enmedio, en la que había una temperatura de 46 grados, sobre las 20.50. Según comprobó el equipo médico, el trabajador tenía 42,9 grados. Según informó El Confidencial, el hombre, de nacionalidad rumana, dejó de articular palabra antes de que desfalleciera y empezara a convulsionar.
Tres días después, con la ola de calor todavía presente en la Península Ibérica, un tercer trabajador murió: un repartidor de publicidad de 56 años que estaba buzoneando en una zona de chalés en Paracuellos, también en la Comunidad de Madrid. El hombre se desplomó a las 15.45. Los equipos médicos comprobaron que también alcanzaba los 42 grados de temperatura corporal. El hombre entró en parada cardiorrespiratoria y falleció tras 35 minutos de reanimación.
Los últimos dos casos ocurrieron en agosto en la Región de Murcia. El día 9, un trabajador de 38 años se desplomó sobre las 12.40 mientras trabajaba en el interior de una empresa en Fuente Álamo, en Murcia. El 31 le ocurrió a un obrero de la construcción de 45 años. Se desplomó mientras trabajaba en una obra en Los Alcázares (Murcia) tras sufrir un golpe de calor.
Según los datos del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, entre el 1 de junio y el 30 de septiembre hubo 4.813 fallecimientos atribuidos al exceso de temperaturas. La gran mayoría de estas muertes afectó a personas de avanzada edad: 3.024 tenían más de 85 años, mientras que otras 1.079 víctimas tenían entre 75 y 84. No obstante, tampoco se libran las personas de menor edad: 442 fallecidos tenían entre 65 y 74 años; 203, entre 45 y 64 años; 41, entre los 15 y 44 años y 22 eran menores de 14.
Estos datos reflejan que más de 200 personas que fallecieron por calor se encontraban en edad de trabajar, aunque no estuvieran en su puesto de trabajo, lo que explica la vulnerabilidad de las personas, también jóvenes, ante el cambio climático. Este se ceba especialmente con la Península Ibérica: como informó infoLibre, España sufrió el doble de muertes por altas temperaturas que el resto de Europa en los últimos 20 años.
Todas las actividades que estaban realizando los cinco trabajadores que fallecieron el año pasado son incluidas como “pesadas” o “muy pesadas” dentro de una guía que elaboró la Generalitat Valenciana. El documento pedía extremar precauciones en la ejecución de estas últimas durante episodios de altas temperaturas.
Entre las actividades recogidas, se encuentra el trabajo “muy rápido e intenso” (como descargar objetos pesados), trabajar con maza pesada o hacha (de más de 4,4 kilos y asestando 15 golpes por minuto), cavar zanjas, subir o bajar escaleras (durante mucho tiempo) o caminar a paso ligero, por encima de 7 kilómetros por hora.
En un nivel inferior, denominadas como tareas pesadas, hay otras actividades que incluyen algunas que ejercían algunos de los trabajadores fallecidos el año pasado, como “tirar de un carro”, “manipulación de cargas pesadas”, “colocar bloques de hormigón” o “caminar a paso ligero”, por encima de los 5,5 kilómetros por hora.
Especialmente peligroso es el trabajo donde el calor y la humedad son elevados, como fundiciones, acerías, fábricas de ladrillos, de cerámica o cemento, hornos, minas, fábricas de conservas, invernaderos, pero también locales que se encuentran en un barrio, como panaderías o lavanderías.
44 días de alerta naranja y/o roja en el verano de 2022
La Agencia de Meteorología no clasifica la información de sus avisos por temperaturas máximas, pero según las alertas difundidas en sus redes sociales es posible ver que entre junio y septiembre de 2022 hubo 44 días de alertas, en los que en 16 hubo alertas de máximo nivel en alguna comunidad autónoma.
En todas las regiones hubo en algún momento una alerta roja, a excepción de Asturias, la Comunidad de Madrid, Cataluña. Las que más transgredieron el límite máximo de manera continuada fueron Extremadura y Galicia, con cinco días consecutivos de alerta roja en la segunda semana de julio. Andalucía y Navarra también tuvieron cinco días de alerta roja, en días no consecutivos.
Según define la propia AEMET, en el nivel rojo el peligro es “extraordinario": “Los bienes y la población vulnerables o en zonas expuestas podrían sufrir impactos muy graves o catastróficos”. El nivel de alerta es diferente en función de la latitud y del nivel de humedad. Por ejemplo, en Utrera es necesario superar los 44 grados para decretar la alerta roja, mientras que en Coruña es a partir de 40.