María del Carmen Soler, faro de la memoria y antorcha en el exilio

Jimena. Vida de una refugiada - María del Carmen Soler

Edición e introducción de Constanza Tobío Soler

Editorial Renacimiento - Colección Biblioteca del Exilio y de la Memoria (Sevilla, 2025)

El 27 de febrero de 2025 nos reunimos en Metalibrería (Madrid) para presentar el libro de María del Carmen Soler Jimena. Vida de una refugiada, con la ausencia física de la autora, fallecida en 1983. El encuentro fue una fiesta de la memoria histórica.  

Nos acompañaron dos científicas sociales de largo recorrido, a quienes tuve el honor de presentar. Concha Denche es vecina de la periferia de Madrid, concretamente del barrio de Orcasitas donde tanto ha trabajado por la mejora de la vida del vecindario. Es socióloga que ha transitado por los diferentes caminos de la sociología crítica como instrumento de cambio social. Compagina armónicamente y de manera unitaria conocimiento y compromiso. Fue militante antifranquista y sigue ejerciendo hoy la militancia con el mismo empeño que en su juventud, ahora en defensa de una democracia participativa y vecinal en el Sur global madrileño. Ha sido concejala del Ayuntamiento de Madrid y actualmente es presidenta del Club de Debates Urbanos.

Constanza Tobío Soler es catedrática emérita de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid. Nació en Montevideo (Uruguay), donde sus padres María del Carmen Soler y Lois Tobío estaban exiliados, tras su salida de España en 1939 al perder la República la Guerra (in) Civil. Volvieron a España en 1963. Es una de las más prestigiosas sociólogas española, que obtuvo el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política en 2021. Ha sido Investigadora Visitante en París, Roma, Siena, Florencia y Montevideo. Sus investigaciones en torno a la sociología urbana, género, relaciones intergeneracionales, políticas sociales y cuidado.

Ha rescatado del olvido la novela parcialmente autobiográfica de su madre, María del Carmen Soler, publicada por la biblioteca del Exilio y de la Memoria, de la Editorial Renacimiento. Contribuye, así, a la recuperación y la reconstrucción de la historia del exilio. Con esta publicación la profesora Tobío ha puesto en práctica la Ley de Memoria Histórica y nos invita a recuperar la memoria de las personas y de los colectivos vencidos y a devolverles su dignidad. "Recuperar la memoria es hoy una tarea colectiva", afirma. Por eso fue tan importante el acto y la presencia del numeroso público asistente.    

María del Carmen Soler nació en 1917 en Montevideo. Criada en Barcelona, donde vivió la Guerra (in) Civil, se exilió en 1939 y vivió su exilio en Cuba, México, Estados Unidos y Uruguay. De vuelta a España en 1963, su principal dedicación fue a la literatura y al periodismo. Así cumplía el aforismo del escritor cubano Cabrera Infante con el que se abre la novela: "Escribir es recordar"

Es una delicia leer la introducción de Constanza Tobío Soler en la que ofrece un hermoso, emotivo y entrañable perfil biográfico de su madre y de su padre, sin caer en ñoñerías, y unas claves de lectura de la novela con una maravillosa prosa. Recomiendo a las lectoras y los lectores que no pasen de largo ante la introducción, sino que se detengan en ella y disfruten del relato de una vida entre real e imaginaria vivida con sentido, como he disfrutado yo.

El género literario de Jimena. Vida de una refugiada no es fácil definir, ya que combina el sentido biográfico y el metafórico con una extraordinaria maestría. La primera parte, Los ojos abiertos, es más autobiográfica y narra los lugares en los que vivió María del Carmen Soler durante su infancia y juventud y en el exilio: Barcelona, Cuba, Estados Unidos, México, Uruguay, las amigas de la Universidad en Barcelona, los encuentros con mujeres del exilio, entre ellas Carmen Méndez. En la segunda, La emigración, predomina la ficción.

Tres son las claves de la protagonista que me gustaría destacar en mi lectura de la novela: la soledad, la experiencia interior y la reflexión filosófica. Jimena se siente abandonada y sola por haber tenido que exiliarse de su país y dejar a los suyos, por haber caído en un pozo oscuro de gran profundidad, del que no le resultó fácil salir, y por la lealtad a sus ideas y convicciones. No fue pequeño el precio que tuvo que pagar, pero lo pagó con plena coherencia y asumiendo el sufrimiento. Solo pudo relacionarse con la gente que había sufrido tanto como ella, por ejemplo, el judío sefardí. Pero fue una soledad ni añorante del pasado, sino que se abrió abre al futuro

Jimena no cayó, sin embargo, en el pesimismo, sino que siempre encontró caminos de esperanza y vislumbró momentos de luz. "No son entendemos nada. Pero ahora estoy segura de que debemos erguirnos y vivir entre tinieblas soleadas. Siempre hay rendijas de luz. Y no hace falta más", afirma con gran lucidez mental (página 447). "Tinieblas soleadas": un oxímoron perfecto en el que se ubicó Jimena durante el exilio y quizá el mejor retrato de su personalidad y de su vida. No todos los oxímoron caen en la contradicción. Los hay muy clarificadores.

He descubierto también una tendencia mística en la personalidad de Jimena ya desde estudiante. Dos sentimiento enseñoreaban su ser, confiesa ella misma: el éxtasis en la vida y la soledad, y un nuevo afán poseía su alma, el de justicia. Esos sentimientos y ese afán le llevan a "preguntas acuciantes sin respuesta, a una búsqueda ardiente y casi enloquecida del dispensador de ella, a la persecución de Dios, que se oculta; a la exigencia de Dios; a la responsabilidad de Dios" (páginas 41-42).

Decía al comienzo que Jimena. Vida de una refugiada compaginaba la historia y la metáfora. Es Constanza Tobío quien llama la atención sobre el carácter metafórico del libro y su correspondencia con la realidad histórica de nuestro país: "Jimena es España. La otra España, la republicana, la de Menéndez Pidal, filólogo, represaliado por el franquismo, que también llamó a su hija Jimena. Adrián es el pueblo español, de izquierdas […]. Félix representa, probablemente, a los partidos republicanos, o a sus élites, divididas e ineficaces" (p. 20).

Quiero expresar mi agradecimiento a mi amiga y colega Constanza Tobío Soler, que me acogió en el Departamento de Análisis Social de la Universidad Carlos III de Madrid como emérito, por la oportunidad que me dio de conocer la personalidad de su madre, mujer que vivió con ojos abiertos "la edad de oro", la guerra, el exilio, el regreso, la libertad, "el pozo" y "la paz", y fue protagonista de la historia reciente de España entre el dolor y la esperanza, el desgarro por la derrota y la recuperación de la libertad, entre la "memoria subversiva" de las víctimas del pasado –por utilizar la expresión de Walter Benjamin- y la mirada al futuro en busca de Otro Mundo Posible. Sí, fue protagonista, no simple espectadora, protagonista itinerante que puso en práctica el verso de otro exiliado, Antonio Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".

La joven edad

Este libro es un libro "de memoria", que me ha recordado la necesidad de no olvidar, no de manera añorante, sino con "ternura". Es la hermosa lección con la que termina Jimena y que espero no echemos nunca en saco roto:

No hay que olvidar. La mitad de lo que sabemos procede del pasado. Los dolores antiguos se recuerdan con ternura, con alegría y maravilleamiento de haber sido capaces de soportarlos. Y vuelven una y otra vez, y hay que empezar de nuevo, después de cada destrucción. La vida no es sino un diario ejercicio de valentía. No hay que olvidar. No hay que olvidar nada

(Página 448)

Gracias María del Carmen, gracias Constanza, por iluminarnos con el faro de la memoria y con la antorcha del exilio que, como decía María Zambrano, es nuestra patria. 

* Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y profesor emérito honorífico de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es 'Cristianismo radical'.            

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