La joven edad

Larvas - Tamara Silva Bernaschina

Páginas de Espuma (2025)

Aprovechando la Feria del Libro de Madrid, la escritora uruguaya Tamara Silva Bernaschina ha saltado el océano para presentar su último libro, recién publicado con el título de Larvas. Sorprende la madurez literaria de alguien tan joven, quien con veintitrés años y su primer libro de relatos, Desastres nacionales, saltó a la palestra en las letras uruguayas. Forma parte de este nuevo boom de jóvenes escritoras iberoamericanas o hispanoamericanas, como ustedes quieran, que parecen prepararse para dar el salto a nuestro país, pero, en cambio, es ajena a la línea gótica o de terror más común entre ellas.

Este libro, por el contrario, huele a tierra, a campo, a naturaleza, a animales y a la parte animal de los humanos, a esa simbiosis que da el no pertenecer a la gran urbe. Sorprenden las historias, el uso de la elipsis, lo que no se cuenta pero se intuye, lo que deja al lector, como si fuera una experimentada escritora cuando éste es su segundo libro de relatos.

Presentó su libro en la FNAC, de la mano de María Fernanda Ampuero, el pasado día 5 de junio y desde entonces se está paseando por la Feria del Libro y por el país, en clubs de lectura y librerías. Esta joven, que en la actualidad tiene 25 años, se mueve entre la sorpresa de lo que le está pasando (sonríe con timidez y mira hacia abajo cuando se le pregunta por lo que siente al publicar en España) y el aplomo con el que habla de su proceso creativo. Según ella cuenta, Juan Casamayor leyó su libro Desastres nacionales y le mandó un mail mostrando su interés. Le dijo que le había gustado y que le interesaba mucho: "Yo estaba entonces con una novela, y le dije que cuando tuviese algún cuento se lo mandaba. A mediados del año pasado le mandé tres cuentos y empezamos a trabajar en esa dirección. Cuatro meses después le mandé el resto".

El espacio en este libro tiene mucha importancia, es el campo, la sierra uruguaya, que no es montaña, no es selva, es campo con altitud baja, 300-500 metros. "Llanura levemente ondulada es la geografía que conozco. Viví en el campo mi infancia y luego me fui a estudiar a Montevideo. A estudiar letras. Empecé a trabajar en una librería y entré en contacto con el mundo del libro. Pero mi espacio es el campo. Y también en mi literatura que me acompaña, con el paisano, el campesino, siempre cerca.  El campo es este espacio inevitable para mí, muy afectivo, personal, muy móvil. Yo cambio la cartografía, hablo de cerros que no están donde los ubico, pero acá eso no importa. Puedo cambiar la cartografía, hacer una nueva, pero está muy pegada a mi memoria. Creo una cartografía, un espacio inventado, con los elementos que conozco".

Casi todos los personajes son niños o niñas. Todo ubicado en la infancia o en la juventud temprana. Piensa más en esa edad, juventud temprana, "yo recuerdo esa etapa de mucha deformidad mía con el mundo y del mundo conmigo. Esa deformidad da una potencia maravillosa para enfocar un relato desde esa perspectiva". Y desde luego, en Tamara Silva Bernaschina esa edad está muy presente, no solo en su poética, también por edad, conserva esa mirada infantil, con esa dislocación que entiende todo mejor, de manera más inmediata, más directa. Incluso la imaginación, las partes mágicas, el universo construido en torno a las vivencias. En ellos funciona el deseo, tal y como ella lo entiende: "Todos los personajes catalizan su deseo y eso les lleva a lugares muy hermosos y a veces terribles. El tema del cuerpo, la cercanía de los mismos, el intercambio entre ellos".

El libro tiene ocho cuentos que guardan unidad temática: el campo, la infancia, los animales, el agua, los amigos tempranos. Un universo que nos brinda ocho historias en donde transitan todos esos elementos, animales que pueden ir desde el niño que tiene la cabeza infectada de piojos (Mi piojito lindo), los peces (Larvas), los caballos (Arena, arena, arena) o los perros (Jauría). Historias de atracción entre personajes, juegos homoeróticos de la infancia, el aprendizaje del erotismo en la pubertad, la lejanía del mundo adulto. Y el agua, en forma de lluvia, lágrima o río, no del mar. El mar es la añoranza de los que viven tierra adentro.

Hablé con ella de todo eso y hablamos de cada cuento. He aquí un pequeño resumen de lo que me dijo:

"En Mi piojito lindo (el primer cuento) hay algo de sostener un mundo en la mirada hacia los piojos, hacia lo peludo y lo secreto, el mayor encanto lo tiene la mirada del niño". Y una ambigüedad de la madre con su hijo, que le deja el pelo largo desde que su hija abandonó el hogar.

"El segundo cuento, No acampar ni abordar, es una chica joven que se enamora de una mujer. Este cuento arrancó como una crónica que yo tenía a medio escribir de Irusha una vez que lo visité. Hice un boceto y una vez, buscando, encontré ese texto y me dieron ganas de ficcionar. Era algo más rígido y empezaron a aparecer personajes, paisaje, un tono. Me gustó mucho escribirlo, lo disfruté, me metí mucho en él. Es el único relato que está lejos del campo uruguayo pero está muy cerca porque es el norte de Argentina". Puede haber pueblos, urbanizaciones, pero no grandes ciudades. "En este texto lo que más me interesaba era cómo hacer partícipe a la montaña de lo que estaba pasando, con el cuerpo de la mujer que está ahí".

"En La gallina ciega, todo parte del juego, de la picardía. Hay un grupo de niños y algo malo pasa. Este es uno de los textos que se agregaron al final. Lo dejé aparte porque me parecía otra cosa. Me interesaba mucho el vínculo de la niña con la mascota y cómo le ayuda a entender el mundo, una vez que éste se ve alterado. Es uno de los relatos en los que también aparecen perros".

Arena, arena, arena tiene un punto más mágico, con una yegua no enterrada una vez muerta. "Los protagonistas también son unos chicos jóvenes, con una dinámica de amistad y homoerotismo, que fue la imagen de la que partí para el texto; de ahí vino el olor a podrido, de ahí a lo muerto. Fue uno de los primeros que escribí, junto a Mi piojito lindo y Agua quieta. Me resultó algo revelador en el proceso de escritura y también en el libro, que es esa relación hacia lo inusual, lo fantástico, en un contexto de mucha cotidianeidad, de mucha quietud. También la presencia del agua, la quietud, lo que se pudre en el verano".

"Agua quieta. De nuevo la infancia y la presencia del agua. Hay algo del agua y de la continuidad. Un agua muy benévola, que tiene relación con el cuento anterior, donde el agua devuelve a la vida algo que se murió, y en éste el agua devuelve un mensaje y hace que el mensaje llegue. Hay algo con el sonido que me interesaba mucho. Suelo pensar en imágenes a la hora de escribir, pero en este cuento pensé en sonidos, en cómo suena todo bajo el agua, cómo se escucha, la sensación de saltar para sacar el agua de la cabeza. Es sensorial, no de la vista. Hay un contraste entre lo adulto y lo infantil: los adultos no entienden lo que está pasando, no le creen. Y el hermano de la niña entiende mejor, aunque sea el bobo de la familia".

En La jauría la protagonista es una mujer adulta. "Me di cuenta de que hay dos miradas en esta historia: de pensarlo como una historia de amor, de ternura y cuidados, pero también como una historia terrorífica y sacrificial. La cercanía del deseo animal, de lo animal, en lo no humano y lo humano, una cercanía y una sublimación de la frontera. Es quizá el más oscuro de todos. es en el único donde hay tripas, vísceras, pero con deseo".

Larvas: "De nuevo dos niñas y el agua muy presente, junto a los peces. De nuevo el elemento líquido, la quietud, el verano, la sensualidad en el juego, el accidente, el deseo muy cercano a la culpa. Me interesaba en particular el vínculo entre las dos niñas. Lo que a una le pasa, otra ayuda a interpretarlo, es carne, es un juego, de nuevo lo animal, es lo mismo: la larva, la yegua, el perro. Lo animal en nosotros. Sobre el agua lo que pienso siempre son en las distintas representaciones, como agua, como saliva, lágrima, sudor, río, no como mar, porque es una narrativa de campo y siempre está esa añoranza de no tener costa, de lejanía. El agua es un conductor que me resulta muy cercano. Hace que todo fluya y además deja sedimento".

Ahora que llega la Feria del Libro

Ahora que llega la Feria del Libro

La joven edad. Es como se llama en Uruguay, a la enfermedad de los cachorros, lo que aquí conocemos como el moquillo. "Es algo mortal y muy contagioso. Tuve varios cachorros que se contagiaron y me pareció siempre muy mágico, lo que no se ve pero está ahí. Máxime con ese nombre"

Como ya mencioné al principio, me impresiona oírla hablar de sus cuentos, de cómo los construye, de lo que pretende conseguir. Mira hacia abajo, con timidez, se coloca el pelo raya en medio tras las orejas, observo sus tatuajes en los brazos. Ahí está su mundo, los peces, los animales, una oveja… Lean el libro y verán. Tendrán ganas de seguirle la pista, de ver cómo será su próximo libro. Pocas veces se transmite esa sensación, al menos a mí.

* Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Mapas de asfalto(Menoscuarto).

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