Ahora que llega la Feria del Libro
La cita está establecida: del 30 de mayo al 15 de junio. Un nuevo encuentro de diecisiete días en los que El Retiro, nuestro parque más emblemático, junto a los madrileños, acogemos a los libros, paseamos entre ellos, los acariciamos, los rozamos con los dedos y decidimos, mejor en un día de diario, cuáles nos llevamos a casa.
Yo ya tengo la lista preparada de lo que quiero comprar, más otra en blanco, siempre lo hago, que dejo para la improvisación, para esa editorial pequeña, independiente que, con mucho esfuerzo, saca apenas una docena de libros al año, llenos de buena literatura y muy bien editados, las pequeñas joyas que pretendo descubrir y que animo a todos a que lo hagan. En la Feria del Libro solo paro en las librerías para saludar a mis amigos y amigas que trabajan en ellas, porque soy una asidua y voy a lo largo del año, porque son quienes me nutren cuando me quedo sin alimento. Las que me conocen me recomiendan y cuando busco y no encuentro, lo encargo y, a los pocos días, aparece un mensaje: Carmen, ya tenemos el libro que pediste. Y acudo rauda a recogerlo.
Así que en la Feria me dedico a las editoriales independientes, de las que a lo mejor encuentras en una librería uno o dos libros de su colección, pero no el catálogo completo. Todo un festín. Como si te regalaran una caja de bombones y no supieras por dónde empezar, cuál probar, cómo degustarlo. Como antes regresaba a casa con las cervicales doloridas, desde hace un tiempo voy con una mochila de ruedas, de colegial. Suelo ir en un día de diario. Como ya no trabajo me da igual y por las mañanas suele hacer un tiempo espléndido sin mucho calor y sólo te encuentras, de vez en cuando, niños de colegio y algún que otro libroadicto como yo.
De los libros que voy a mencionar, algunos los he leído, otros los tengo pendientes en una montaña de babel que cambia su configuración según acelero o escondo el de próxima lectura; los demás están ya en la lista para comprar. Voy a hacer con todo ello un totum revolutum. De los últimos leídos mencionaré La llamada, de Leila Guerriero, publicado por Anagrama, pura naturaleza humana en forma de crónica periodística con estructura de novela que nos acerca al caso de Silvia Labayru, una montonera de clase media, hija de militar, desaparecida bajo la dictadura argentina y la primera en denunciar a la Junta Militar por casos de violación, para ella, al parecer, mucho más penoso que las torturas. La detuvieron estando embarazada de cinco meses y pese al tema, precisamente por la estructura de la autora y los saltos al momento actual, a la entrevista a otros familiares, salva lo truculento, no cae en ello y es un análisis de cómo reaccionaron algunos militantes, exiliados o no, ante los que salieron vivos del secuestro, que fueron mirados con recelo por la posibilidad de haber colaborado para salvar su vida.
Sigo con Theodor, de Mircea Cartarescu. Lo mismo que se me atragantó Solenoide, éste en cambio no. Fascinante por su estructura literaria, por el contexto histórico, por las historias de amor y aventuras, unas verídicas, otras no, con las que nos ilumina el personaje principal, el del título. También es reciente la última novela de Eduardo Mendicutti, El fenómeno Minerva, novela con olor y lenguaje del sur, gaditana al cien por cien, divertida, atravesada por especulaciones urbanísticas, personajes trans, homosexuales encubiertos y fuera del armario, personajes femeninos secundarios como beatas o sirvientas con mala leche. Yolanda González, que hace un par de años nos regaló una gran novela, Oceánica, vuelve ahora con un libro de relatos titulado Fusión, seis relatos salvajes, distópicos y atípicos, con el foco en los animales y su relación con lo humano. De nuevo en la misma editorial que el anterior, De Conatus. Este es un libro con ilustraciones, insertadas al final, todas seguidas, así que cada lector puede escoger la que cree que mejor acompaña a cada cuento.
Marina Perezagua acaba de publicar un nuevo libro de relatos, Luna Park, y de Tamara Silva Bernaschina, uruguaya de veinticinco años, acaba de salir al mercado Larvas, ambas en Páginas de Espuma, continuando la tendencia de darnos a conocer escritoras jóvenes de las dos orillas. Editorial astuta, que recoge el guante de algo sabido por todos: las mujeres son las que más leen y ese público hay que alimentarlo. De Samantha Schweblin ha salido un libro de relatos nuevos, El buen mal, en la editorial Seix Barral. Muy aconsejable. Fernando Clemot, director de la revista Quimera, con obras tan emblemáticas como La lengua de los ahogados, Polaris o Fiume, ha publicado un libro de viajes, La reina de las aguas, un homenaje a la ciudad de Roma (Ver reseña aquí). Irene Reyes Noguerol está teniendo mucha aceptación con Alcaravea, un libro de cuentos muy interesante, lo mismo que Maite Núñez y Esta espera que lo envenena todo. En la editorial Contrabando se puede encontrar La pistola de mi padre, del escritor Rafael Soler, una historia contada desde la pistola familiar, de ahí el título.
Mientras escribo estas líneas me llegan dos libros más, que merece la pena reseñar: Las medias perdidas de Lorenza Mesttreta, de la escritora donostiarra Julia Otxoa, un cuento largo, para lo que ella suele, que es una sátira en clave de humor sobre la política, los burócratas y los sinsentidos de algunas actuaciones. Está publicado en Eolas Ediciones. La Isla de Siltolá, en su colección de aforismos, acaba de publicar El tiempo todo lo oscura, de Ricardo de la Fuente, que ya ganó el Premio Internacional de Aforismos José Bergamín con su primer libro. Un libro delicado dividido en cinco partes que hará las delicias de los amantes del género. Bueno para pensar en las vacaciones de verano y no dejar que se aplane mucho nuestro cerebro.
Por último, pero no por ello menos importante, hablaré de los Premios de la Crítica 2024, fallados en la ciudad de Salamanca, ciudad literaria por antonomasia y en el centenario del nacimiento de otra salmantina ilustre de las letras: Carmen Martín Gaite. El jurado se encarga de elegir uno de los premios más antiguos y con más prestigio. No tiene dotación económica y se falla sobre los libros publicados el año anterior. Puede que, al ser tantos los libros, alguno de los buenos se escape, pero lo que es seguro es que siempre se fija en la calidad literaria y no en un criterio de ventas (no hay dotación ni está vinculado a ninguna editorial). Se conceden además los premios teniendo en cuenta también las distintas lenguas del Estado español. El premio de narrativa en castellano ha sido por Tarántula, de Eduardo Halfon, publicado en Libros del Asteroide. El premio de la Crítica a libro de poesía en castellano ha ido a parar a El que menos sabe, de Tomás Sánchez Santiago, editorial Eolas.
Como es de justicia hacer mención de lo que se escribe en las lenguas cooficiales, paso a contar la nota de prensa enviada a los medios de comunicación. Los premios de la Crítica en lengua gallega han recaído, en narrativa, en Tras do ceo (Tras del cielo) del escritor Manuel Rivas, y en poesía al libro Poemas realistas, de Daniel Salgado. Los premios de la crítica en lengua catalana han sido, en narrativa, al libro Les platges del clatell, de Joan Vigó, y el de poesía al libro Arnau, de Adriá Targa. Por último, los premios de la Crítica en lengua vasca han recaído en Zoriona, edo antzeko zerbait, de Karmele Mitxelena, como mejor libro de narrativa. Y al libro Urrats galduen hotsa, de Luis Garde, como mejor libro de poesía.
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Además, el premio de la Crítica al libro extranjero traducido en el 2024 recayó en Baumgartner, el último libro del escritor neoyorkino Paul Auster.
Que ustedes disfruten de la Feria. Ojalá los servicios públicos estén dentro del recinto, como antes, y no fuera, que, para muchos como yo, es un sinvivir de entrar y salir, entrar y salir. Ah, y del cartel anunciador de este año, mejor no hablamos.
* Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Mapas de asfalto' (Menoscuarto).