Von der Leyen presenta los próximos presupuestos europeos de la guerra

La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen

La Comisión Europea presentó este miércoles su primer borrador oficial del próximo Marco Financiero Plurianual de la UE, los presupuestos del periodo 2028-2034. Unas cuentas que, finalmente, alcanzarán los 2 billones de euros, una cifra nunca vista antes, considerablemente superior a los 1,2 billones de las cuentas actuales y que recogen un aumento más que significativo de los fondos destinados a gasto militar en los Estados miembros.

“Un presupuesto ambicioso para una Europa más fuerte” es el lema escogido por la presidenta Ursula von der Leyen y su equipo para vender unos presupuestos que podemos calificar de la guerra, ya que plantean un Fondo Europeo de Defensa de 130.000 millones, dinero para inversiones masivas hacia el sector de la defensa y las industrias armamentísticas europeas.

Sin menciones llamativas al Green Deal que protagonizó su agenda política cuando llegó a la Comisión en 2019, la apuesta de Von der Leyen por la soberanía del continente pasa ahora por las inversiones militares, la competitividad tecnológica y digital y la renacionalización de gasto europeo en las capitales. La UE además iniciará en los próximos años la devolución de los fondos Next Generation creados por la pandemia, en una partida que robará 24.000 millones anuales de las arcas comunitarias.

Bruselas propone cinco nuevos recursos propios para afrontar el incremento de los presupuestos de la UE y la devolución de esa partida. Quiere ingresar parte del dinero del sistema ETS, el de los permisos por emisiones de CO2; también aplicar un impuesto de ese estilo a los productos que entran por la frontera de los 27 si sus países de origen tienen menores exigencias medioambientales; una tasa a la basura eléctrica; otra al tabaco; y que las empresas dentro del mercado único con ingresos superiores a los 100 millones de euros paguen un canon.

El gobierno alemán ya ha filtrado que “no hay base para un aumento del MFF”, manifestando sus dudas a crear más fiscalidad, el húngaro de Viktor Orbán se opone firmemente a esa idea, Irlanda o Malta no aceptan que Bruselas ingrese recursos de los beneficios empresariales y Suecia no ve “ninguna necesidad para nuevos recursos a nivel de la UE”.

Cambio radical en el Presupuesto Europeo

El actual Marco Financiero Plurianual cuenta con un total de 52 programas de inversión de los que salen los fondos distribuidos a cada país, para la construcción de carreteras o líneas férreas, los programas de inversión científica, los subsidios agrícolas, el empleo juvenil o el intercambio universitario Erasmus. La Comisión Von der Leyen quiere ahora simplificarlos en sólo dieciséis. 

El incremento hasta los 2 billones de euros supone un 66% de fondos europeos respecto al actual presupuesto de la UE, mientras la reducción de programas conllevará un importante cambio en la gestión y distribución al pasar a clasificarse en cuatro grandes pilares, según explicó ante los eurodiputados el comisario europeo de Presupuestos, Piotr Serafin. 

La mitad de los 2 billones de euros que plantea Bruselas para la UE entre 2028 y 2034, concretamente el 48%, serían para los Planes Nacionales y Regionales, el primer gran pilar. Ahí entrarían 300.000 millones para agricultura y 218.000 millones para cohesión, cifras ligeramente inferiores a esas subvenciones en la actualidad. Saltando a la tercera partida, estaría el programa Erasmus, que se dispara hasta los 40.000 millones, pero sólo supondrá un 3% del total. Y el cuarto bloque sería la Cooperación al Desarrollo y Política Exterior, con el 11%.

Bruselas intenta disimular el importante aumento de los fondos militares dentro del segundo gran pilar: el Fondo de Competitividad Europea, donde también estarían las inversiones para ciencia, investigación e innovación. Esta segunda partida incluirá el Fondo Europeo de Defensa, que pasará de tener sólo 8.000 millones de euros a 130.000 millones, multiplicando por 16 sus recursos.

“Sabemos que la seguridad es una gran preocupación para nuestros ciudadanos y gobiernos. La inversión fortalecerá nuestra base industrial y capacidades”, justificó Von der Leyen. “Este es un presupuesto para las realidad de hoy y también para los desafíos de mañana”.

La Comisión, reconoció su presidenta, permitirá que los Estados miembros empleen fondos del primer pilar, los Planes Nacionales y Regionales, en defensa si encajan en esas prioridades de la UE. Una salida, por ejemplo, para infraestructuras de movilidad militar sin recurrir al dinero del Fondo Europeo de Defensa. Este nuevo gran paraguas inversor diseñado por el equipo de Von der Leyen ya levanta suspicacias o abierto rechazo incluso entre propias filas populares europeas.

La Eurocámara debe votar estas propuestas y el popular rumano Siegfried Muresan, negociador del Parlamento, advierte: “No vamos a aprobar un presupuesto que promueve planes nacionales fragmentados sin vínculos con los objetivos europeos. Europa necesita una visión compartida, no 27 listas de la compra”. 

Rechazo al proyecto presupuestario de la UE 

El gran pilar de los Planes Nacionales y Regionales recibiría el 48% de los 2 billones de euros, pero la Comisión condiciona esos fondos a los países con un vago “identificarán inversiones y reformas para afrontar mejor los desafíos del mañana” al tiempo que exige participar en su diseño, abriendo la puerta a que los hoy subsidios de cohesión, estructurales o para el desarrollo rural estén condicionados a ciertas políticas económicas.

La presidenta de los socialdemócratas en la cámara, la española Iratxe García, advierte que “cualquier idea de condicionar el acceso a fondos europeos con medidas de austeridad no es aceptable para nosotros. Todos recordamos el desastroso efecto a largo plazo que tuvieron esas medidas en las economías de los 27 hace quince años. Por eso, la propuesta realizada no puede contar con nuestro apoyo”.

Los intereses nacionales en estos presupuestos europeos son muy diferentes entre los socios comunitarios. Alemania, Países Bajos o Suecia son contribuyentes netos, es decir, aportan más a las arcas comunitarias que las transferencias o subsidios que reciben, de ahí su negativa a aumentar, así que estarían contentos con una propuesta que no les exige aportar más a las arcas comunitarias. Sin embargo, países como España, Francia o Italia son potencias agrícolas que lucharán por frenar los recortes de la PAC –la Política Agraria Común– porque se juegan cientos de millones para el campo y sus trabajadores. 

Una fuente comunitaria reconoce que “para agricultura, hoy, son 378.000 millones, mientras reconoce que en el actual MFF el sector obtiene “unos 370.000 millones de euros”. Pero ya sólo el Fondo de Garantía Agrícola y el Fondo Agrícola de Desarrollo Rural suman entre los dos 386.000 millones según las cuentas oficiales de la propia Comisión.

Esos tres grandes países, junto a Portugal, Irlanda o Bélgica son además las grandes potencias pesqueras europeas. Y es en esta partida donde la Comisión aplica otro gran tijeretazo para cuadrar las cuentas. La Política Pesquera Común pasaría de recibir 6.000 millones de euros a sólo 2.000 millones, durante un periodo en el que precisamente las flotas pesqueras tendrán retos como la renovación y sustitución de los barcos para abandonar los combustibles fósiles, mientras afrontan la competencia del Sudeste Asiático o África, donde las flotas tienen menos exigencias medioambientales, laborales o sanitarias.

El eurodiputados gallego del PSOE, Nicolás González Casares, califica como “una barbaridad” el recorte, criticando que el Partido Popular europeo, familia política de Von der Leyen y de 20 de los 27 comisarios, “está a preparar la sentencia de muerte del sector, priorizando el gasto en armamento frente al apoyo de la pesca”.

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Además, Madrid, Roma, Lisboa y Atenas forman el oficioso bloque en defensa de la cohesión, los fondos estructurales que reciben las regiones, ciudades y pueblos para cofinanciar infraestructuras, proyectos de desarrollo local o construcción de servicios asistenciales. Una enorme partida en disputa desde hace más de una década con los 'nuevos' socios del este, como Polonia, Hungría, República Checa, Bulgaria, Rumanía, Croacia o Eslovenia. Y que ahora estará condicionada a esos planes nacionales y regionales.

“La suma para gasto social se mantiene más o menos como ahora, en torno a los 100.000 millones de euros”, defiende la fuente de la Comisión sobre la propuesta del próximo MFF. En la actualidad, el Fondo Social Europeo recibe 99.200 millones, pero Bruselas también destina a esa partida miles de millones procedentes del Fondo de Transición Justa, para adaptar regiones a las nuevas exigencias medioambientales, de los fondos agrícolas o los estructurales.

La propuesta de la Comisión inicia ahora un periodo de negociaciones de dos años hasta que todos los Estados miembros y el Parlamento Europeo las apruebe. La negociación se antoja muy complicada como es tradición en Bruselas, pero más tras conocer el importe y las partidas presentadas por Von der Leyen.

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