Un aplauso
Debe de haber algún artilugio argumental que explique el comportamiento de Podemos en el Congreso, algún enmarañado discurso que concluya que su voto en contra del decreto del Gobierno es la decisión políticamente más inteligente en el contexto social que vivimos. Por alguna parte debe de estar ese discurso. Pero mientras lo encontramos, cientos de miles de personas verán cómo sus prestaciones por desempleo no van a subir, y todo ello gracias a esta cruel muestra de sagacidad e ingenio político.
Sólo desde una miopía exacerbada, o desde una animadversión arrogante, pueden comprenderse estas frivolidades. Con una extrema derecha envalentonada por doquier, con sus jaurías rondando las murallas de nuestro Estado de bienestar, hace falta ser muy insensato para poner en juego lo que hemos conseguido entre todos. Ya lo esperábamos de Junts, estos antipáticos insaciables que D. Victor D’Hondt nos ha colocado como cancerberos frente al ultraliberalismo; bien caro nos lo harán pagar. Pero no lo esperábamos de nosotros mismos, si es que nosotros somos de los nuestros, que tampoco está claro.
Tal vez deberíamos haberlo esperado. Teníamos el triste antecedente del Ayuntamiento de Madrid en 2019, cuando Pablo Iglesias retiró su apoyo a Manuela Carmena y pidió votar a otro que, al parecer, debía de tener cierta posibilidad de alcanzar la alcaldía, o siquiera el acta de concejal. No la tenía, como ellos bien sabían. Hubo gente de Podemos que votó al tal candidato y otros, conociendo el género, se quedaron en casa; la estrategia tuvo, como sabemos, un éxito más bien dudoso.
Sólo desde una miopía exacerbada, o desde una animadversión arrogante, pueden comprenderse estas frivolidades. Con una extrema derecha envalentonada por doquier, hace falta ser muy insensato para poner en juego lo que hemos conseguido entre todos
Ahora la ojeriza morada no se centra en Manuela sino en Yolanda, que sobreviviendo en los pantanos del pragmatismo ha conseguido, quién lo negará, logros políticos y sociales relevantes. Sin embargo, se han enfadado y ya no son amigos, así que tales logros no valen un comino; mientras EH Bildu votaba a favor del decreto, confirmando esa mirada de largo alcance que les llevará lejos, Podemos consideró más oportuno entretenerse escarmentando a Yolanda con una puyita, pero el castigo lo han recibido los desempleados en la cruz de la nuca. Saluden al tendido de la derecha, que les aplaude.
El sainete para las elecciones gallegas, con ese interludio de sarcasmo donde salía Iglesias pidiendo el voto para el BNG, nos ha dejado a todos desolados. Si ya la presencia de Sumar es difícil de entender (las diferencias programáticas con el BNG conforman un hilo finísimo que hubiera merecido desaparecer en una alianza, con la que está cayendo), la presencia de Podemos es ya un arcano. ¿Qué se busca? ¿Qué se pretenderá conseguir con esta pobre candidatura a la Xunta de Galicia que tiene, como diría el Ciudadano Kane, “something less than a chance”? Hoy, después del desplante del Congreso, los gallegos conocen la respuesta: están ahí para poner palos en las ruedas.
Es triste ver a esta gente arrastrar por las esquinas sus zozobras de resentimiento, buscando apenas una silla donde esperar la extremaunción. No la consiguieron en Moncloa, en Galicia no se la darán, a ver si ya por caridad en Estrasburgo...
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Carlos L. Keller es socio de infoLibre.