El “asunto” del personaje y el “paripé” del partido
Saldrán todos en tromba, en un intento desesperado por convencernos de que nadie sabía nada, cuando en realidad todos miraban hacia otro lado, tal vez cegados por el resplandor que irradiaba el entonces idolatrado gurú que tanto bienestar nos trajo y les impedía ver lo que él se llevaba crudo.
En un acto para nadie creíble a estas alturas, simularán afligida constricción por lo ocurrido.
En un alarde nada verosímil de imparcialidad justiciera ante los hechos, tratarán de persuadirnos de que la justicia es igual para todos.
Escandalizados con su griterío ensordecedor de plañideras éticas, reivindicarán su propia decencia, frente al hoy indecente responsable de tanta indecencia ignorada por ellos.
Argumentarán que el ahora apestado, hace tiempo que no forma parte de la secta elitista que marcaba nuestro destino, sin mencionar claro está, que todo el cúmulo de presuntos trapicheos, ilegalidades, corruptelas, falsedades y presuntos delitos se llevaron a cabo y se perpetraron mientras como miembro destacado perteneció a ella.
Amortiguarán, cuando no acallarán cómplices pasivos hasta ahora, los decibelios cualitativos de sus alabanzas hacia el antes loado por ejemplar, y hoy, expuesto en la “picota” pública mediática y social.
Algunos desearían que un rayo divino –del dios que para todo utilizan como argumento- le partiera en dos y desapareciera del escenario.
Se lamentarán del daño causado a la tribu instalada en su poltrona de poder, conscientes de que el hoy estigmatizado puede ser la escandalosa “guinda” de corrupción que los desaloje de ella.
Sin inmutarse, ensalzarán –después de poner todos los palos posibles en las ruedas que la respuesta de la justicia es una prueba irrefutable de las garantías democráticas del sistema.
Intentarán lo ya pactado presumible y discretamente en silencio –esta vez sin evidencia de mensajes que animen a su resistencia- con el reo y encausado, para que colabore sin estridencias a cambio de aliviar y hacer más llevadero su tránsito y subida al calvario jurídico y probablemente –ya veremos- si penal; pero lo más lamentable, ajenos a la realidad e ignorantes de las consecuencias trágicas de sus decisiones para tantos ciudadanos descabalgados del mínimo bienestar que ellos deberían haber protegido y para garantizar como siempre los beneficios de “otros” ante los cuáles se inclinan disciplinados y serviles, volverán a ofrecerse como los únicos avalistas fiables –cualquier solución planteada por otras alternativas y otros discursos diferentes será siempre peor según ellos- con la capacidad de devolvernos con seguridad y sin riesgos, el bienestar que ellos sencilla y llanamente, no puede expresarse con eufemismos, nos han robado.
He escrito el artículo sin nombres propios para que cada cual los imagine. La pregunta para los democráticos, decentes, solidarios, cívicos e imaginativos ciudadanos es: ¿volveréis a votarlos?
Amador Ramos Martos es socio de infoLibre