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Campaña electoral en tiempos de pandemia

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Rafael Sánchez Sánchez

Que los partidos políticos están permanentemente en campaña electoral es una verdad incuestionable. Se puede asegurar que la mayoría de las declaraciones de los líderes políticos se realizan en clave electoral. Si esto es así en un momento de actividad política normal, no hay motivos para pensar que en una etapa de pandemia y de drama sanitario por el Coronavirus, como la que estamos viviendo, las cosas sean diferentes. Hay que admitir, además, que todos los partidos sin excepción actúan siempre pensando en el voto de los ciudadanos.

Esto explica, aunque no justifica, las críticas mordaces del PP y, especialmente, de Vox a la gestión de la crisis del Covid-19 que está haciendo el gobierno. Ambos partidos se dirigen claramente a sus electores al lanzar sus mensajes lapidarios contra el gobierno. Utilizan incluso el número de muertos por el Coronavirus como arma arrojadiza. Casado acusa a Sánchez de ocultar el número real de fallecidos, Abascal va más lejos y en una reciente entrevista afirma que “Sánchez ha provocado la mayor tasa de mortalidad y estudiaremos si debe responder penalmente”. Por su parte, Macarena Olana, Secretaria General de Vox en el Congreso, acusa directamente al Gobierno de “haber aplicado de la manera más feroz la eutanasia a los más de 8.000 mayores que han fallecido en las residencias”.

En cuanto al Partido Popular, debe admitirse que ha apoyado ya en dos ocasiones las prórrogas del Estado de Alarma que decretó el gobierno el pasado 14 de marzo. Apoyo que ha convivido con las críticas al gobierno por “mala gestión” y falta de previsión. Pero el voto favorable del PP a estas prorrogas planteadas por Sánchez, se debe, muy probablemente, al riesgo que correría si por su voto en contra del confinamiento aumentaran los contagios y los consiguientes fallecimientos.

Estos días somos testigos de los continuos ofrecimientos de manos tendidas que realizan todos los partidos. Por cierto, los líderes políticos deberían renovar esta expresión, porque por manida resulta cada vez menos creíble. Resulta curioso oír en los discursos parlamentarios estos ofrecimientos de manos tendidas que preceden o culminan una batería de críticas al gobierno. Es como clavar un puñal a alguien y luego curarle la herida.

La agenda política está marcada en los últimos días por la oferta del gobierno de negociar unos nuevos Pactos de la Moncloa. El Presidente del Gobierno realizó esta propuesta de una forma concreta en el Pleno del Congreso que se celebró el pasado 9 de noviembre. Pero los intentos de Sánchez de conseguir la unidad de las fuerzas políticas en torno a estos pactos no han comenzado con buen pie. Las primeras palabras de la intervención de Pablo Casado en respuesta a Pedro Sánchez dejaban pocas dudas a este respecto: “Los españoles merecen un gobierno que no les mienta, merecen un gobierno que les diga siempre la verdad”. El discurso del líder popular continuaba jalonado de las cifras de contagiados y muertos por el coronavirus, la falta de protección del personal sanitario, etc, en las que el Presidente del Gobierno aparecía de forma tácita como responsable del drama sanitario que padece nuestro país.

Es un mensaje, insisto, con el que Pablo Casado se dirige a sus electores al minar ante los españoles la imagen del gobierno y particularmente la de su presidente. Pero lo grave es que en su turno de réplica –tras los discursos de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, y el de respuesta de Pedro Sánchez a todos los portavoces parlamentarios– Casado se permitió el lujo de decir que el gobierno “había volado todos los puentes de diálogo” y que tanto Sánchez como Adriana Lastra dedicaban sus discursos a “insultar y difamar al Partido Popular”. Es evidente que ante las acusaciones vertidas por Casado de mentiras y falta de previsión del gobierno en la gestión de la crisis del Covid-19, había dos opciones, ignorarlas y no responder a ellas, con el consiguiente riesgo de asumir la crítica, o desmontarlas con argumentos y datos. Eso hizo sin duda Lastra y de su discurso en respuesta a Pablo Casado merece la pena rescatar esta alusión al futuro, “todos los españoles recordaran que la sociedad venció al virus mientras usted solo pensaba en vencer al gobierno”.

Santiago Abascal también hizo campaña desde la tribuna del Congreso. Su discurso vino precedido días antes con un mensaje silencioso, pero bien sonoro, no atendió la llamada telefónica del Presidente del Gobierno para hablar sobre la prórroga del estado de alarma. Abascal, eso sí, repartió las responsabilidad de la crisis del coronavirus entre Sánchez e Iglesias: “Señor Sánchez y señor Iglesias son ustedes los responsables de la mayor tasa de mortalidad del mundo por coronavirus”.

Termino con una reflexión arriesgada pero imprescindible. El gobierno liderado por Pedro Sánchez está gestionando la crisis del Coronavirus desde el primer momento y su forma de afrontar este drama sanitario tendrá sin duda consecuencias electorales. Esta tragedia humanitaria no debería haber ocurrido nunca. Han fallecido miles de personas y se ha causado un daño económico del que tardaremos en recuperarnos. Pero por suerte, salvo imprevistos, queda todavía mucha legislatura. Hay por tanto tiempo para superar la pandemia y recuperar la normalidad tanto sanitaria como económica. Cuando llegue el momento se juzgará tanto la gestión del gobierno como el papel jugado por la oposición, especialmente el PP y VOX. Pero este juicio no se hará sólo en el Congreso, en la correspondiente comisión de investigación. Lo hará también la sociedad en su conjunto. Lo harán los ciudadanos cuando dentro de cuatro años acudan de nuevo a las urnas, y en ese momento el resultado electoral será sin duda el mejor veredicto. Atentos.

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