Librepensadores

Un Casado, sin casa ni futuro

Ángel Lozano Heras

“Casado casa quiere”, como dice el refranero español. Pero este Pablo Casado, recién elegido presidente del PP, ya advirtió Javier Arenas –listo y veterano dirigente de su partido–, “tendrá poco recorrido; será como aquel Hernández Mancha en los tiempos previos a Aznar”.

El caso es que Casado quiere casa; desea un Partido Popular a su manera y con su gente, aunque hace carantoñas al clásico PP de los barones, de la vieja guardia. Y estos, asustados por la deriva de haber perdido el Gobierno y el liderazgo electoral, le aplauden todo a Pablo Casado. Le aguantan todo y le afalagan pasándole la mano por el hombro. Es un intento, casi utópico, de recuperar el voto y la confianza de su electorado, harto de los casos de corrupción, prevaricación y malversación de fondos públicos, entre otros delitos.

Los más viejos y sabios del lugar pepero creen que este Casado es un intermedio en el PP. Posiblemente él lo sepa y acepte que en un futuro no muy lejano dirija el partido Nuñez Feijóo (u otro u otra). Por eso, Casado asume ser el bizarro adalid para consolidar a los populares a base de diatribas y radicalizaciones. Eso es lo que desea vehementemente: convertirse en el visionario que está destinado a esas notables misiones que entre otros le han legado el aznarismo y el suarismo.

Casado, casa quiere; pero (la sede de Génova 13) no la tendrá en propiedad mucho tiempo. Es solo un alquiler temporal. Y su futuro está ligado a las aspiraciones y momentos políticos de Feijóo. Al presidente autonómico gallego, y a gran parte de los peperos, no le conviene nada encontrarse con un partido que va a la deriva hacia la derecha más casposa y ultra. Pues ahora este nuevo PP casaotiende al extremismo y a la radicalidad en la política y posiblemente con eso pierda votantes por la derecha más moderada y el centro.

En este sacro destino hacia el radicalismo ayudarán al líder Casado, Teo García Egea, nuevo secretario general del PP, (campeonísimo mundial de lanzamiento de huesos de oliva de Cieza y no sé cuántos masteres más por el estilo), y la portavoza en el Congreso, Dolors Monsterrat, la performista rancia y ridícula que asusta más a los suyos que a la oposición.

Ahora, por el  momento, el secretario general de los populares, se ha librado de la matraca judicial de sus extrañas y aceleradas licenciaturas en tiempo récord y de sus másteres fantasmas y sus publicaciones de chichinabo. Pero los vientos judiciales van y vienen como los olores pesticidas de los estercoleros municipales. A veces no se huele nada, pero de golpe y porrazo viene un tufillo, ése que persigue a Casado de xenófobo patriotero de hojalata, salvapatrias de pacotilla y más próximo a los ultra de Vox que el escritor Sánchez-Dragó.

Si se ataca a Casado, enseguida salta la fiel infantería mediática de la derecha toda: “Cuando los enemigos ladran, es que cabalgamos”, braman. Qué verdad es, sí; pero lo mismo diríamos de Pésanchez, de Pablo Iglesias e, incluso, del Puigdemont ese, que vive en Bruselas.

Pablo Casado acusó en sede parlamentaria de “golpista” (y también, casi de ideólogo de un golpe de Estado con los catalanes independentistas) al presidente del Gobierno Pésanchez. Y lo hizo con reiteración y sabiendo lo que decía de cara a su personal –a sus parlamentarios y a sus militantes– para que vieran que era un líder sólido y duro. Pero esto es algo muy grave porque también estaba llamando “golpistas” a más de la mitad de los congresistas españoles, precisamente aquellos que apoyaron la moción de censura contra Rajoy. Sin embargo, el falso patrioterismo de Casado y sus peperos les va a llevar a votar en contra de las medidas socioeconómicas presupuestarias para el bienestar de la gente. Y lo van a hacer con el beneplácito de los poderes financieros y de las élites de nuestro país.

Casado fue desleal en Bruselas –malmetiendo a la UE y a Merkel– sobre la solvencia económica de España. Desleal también en el Congreso, insultando al presidente del Gobierno tildándole de golpista, a sabiendas que no es así.

El PP de Casado, auspiciado por Josemari Aznar, está volcándose ahora en una estrategia de la crispación, como en los últimos años de F. González y en la postrera legislatura de Zapatero. Están mintiendo a los españoles con soflamas y burdas deslegitimaciones, sobre este borrador presupuestario.

Casado, sin casa ni futuro, pero con discursos envenenados, envalentonados y durísimos, con tácticas parlamentarias de hostilidad continua, pasándose cuatro pueblos. En sus volantazos hacia una derecha más conservadora y retrógrada, Casado pretende sobrevivir como líder, pero está pisando terrenos extremos, escabrosos lodazales políticos, con numerosos flirteos y guiños xenófobos y fascistas.

Ahora, en el PP, no ponen por delante más que calumnias, mentiras, enseñas rojigualdas, pulseritas, pintaditas, “vivas” y poco más. Y cacarean que esto es por el bien de España. _____________

Ángel Lozano Heras es socio de infoLibre

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