Categorías de muertos
Esta semana hemos podido enterarnos de dos noticias que tienen que ver con trabajadores muertos, una de ellas habla de 721 trabajadores muertos en accidente laboral en 2023, 581 en su jornada laboral y 140 en sus desplazamientos hasta el trabajo o hacia su domicilio. La otra noticia son los dos guardias civiles asesinados por narcotraficantes en el ejercicio de su trabajo.
Vaya por delante mi pésame y mi agradecimiento a esos ciudadanos, a todos ellos, que han dado su vida por sus conciudadanos, unos encima de una barquita en el puerto de Barbate y otros subidos en un andamio, manejando alguna máquina en la industria o en el trayecto entre su casa y su trabajo.
Respecto a los guardias civiles, los medios de comunicación llevan días hablando del tema. Aparecen sus familiares, sus compañeros de trabajo, se especula con la cantidad y calidad de los medios de que disponen para hacer su trabajo, se habla de las dificultades para cumplir con su trabajo, incluso se comparan sus salarios con el dinero sucio que obtienen los narcos y quienes colaboran con ellos. Los medios los transforman en carne de audiencia, de ventas o de entradas en su web.
Yo prefiero dedicar estas líneas a comparar el respeto, la admiración y la consideración que merecen unos y otros ciudadanos, porque supongo que tan ciudadano es el guardia civil como el albañil, ¿o no?
No puedo evitar preguntarme: ¿qué hacemos con esos 721 muertos en accidente laboral? ¿Los asumimos como algo inevitable? ¿Cuántos de ellos eran evitables si las empresas hubieran cumplido las normas?
A los muertos en accidente laboral y que no son militares, a esos muertos que nadie conoce. Nadie entrevistará a la madre o la esposa del albañil que se cayó del andamio, nunca les recordarán en el día de la Fiesta Nacional ni izarán ninguna bandera en su honor ni tocarán ninguna música.
Esos 721 muertos del pasado año 2023 nadie los compara con las 56 mujeres asesinadas en ese mismo año por la violencia de género, ni con los más de 700 asesinados por ETA en su larga historia. Afortunadamente, ETA ha desaparecido, aunque algunos no quieran asumirlo. Las 56 mujeres asesinadas son un aldabonazo en nuestras conciencias como ciudadanos, pero no puedo evitar preguntarme: ¿qué coño hacemos con esos 721 muertos en accidente laboral? ¿Los asumimos como algo inevitable? ¿Cuántos de ellos eran evitables si las empresas hubieran cumplido las normas? Si se habla de terrorismo y de terrorismo machista con absoluta propiedad, ¿cabe hablar de terrorismo laboral?
La igualdad de todos los ciudadanos debe serlo en todas las circunstancias, también en la muerte en el ejercicio de su trabajo.
Vuelvo a transmitir mi sentido pésame a los familiares, amigos y compañeros de trabajo de todos los trabajadores muertos en el cumplimiento de sus funciones. Todos somos igual de necesarios, todos somos igual de prescindibles, todos tenemos familiares y amigos y la sociedad no debería hacer distinciones por las distintas ocupaciones de sus ciudadanos. La sociedad, ninguna sociedad es capaz de prosperar sin la diversidad y la pluralidad de sus ciudadanos y sus actividades.
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Ángel Díez de Miguel es socio de infoLibre.