El combate contra la extrema derecha
En septiembre de 2018, en la cartuja de Trisulti (Italia), monasterio construido en 1204 por el papa Inocencio III a 130 kilómetros de Roma, se convirtió en el templo europeo de Steve Bannon para el traslado de la ideología trumpista a Europa. El monasterio funcionaría como una “universidad populista” de la mano de Benjamín Harnwell, animador y propulsor de todo movimiento ultraconservador romano y del vaticano.
Hace siete años Matteo Salvini y Georgia Meloni se apuntaron al evento y al nacimiento del instrumento político/religioso (a la manera de una base militar) en la cartuja de Trisulti, que facilitara el “asalto a Europa” del trumpismo. Ese era el instrumento de Steve Bannon y ese el proyecto para Europa de la mano de Salvini, Meloni y Orban. Las cosas cambiaron a partir de noviembre de 2021, gracias al Ministerio de Cultura que a partir de 2019 inició una batalla legal que finalmente el Consejo de Estado le ha dado la razón, revocando la concesión de la cartuja a Bannon.
¿Fin de la película? O por el contrario la constatación de la impunidad con la que se asienta el huevo de serpiente en Europa. Meloni es hoy Primera Ministra de Italia con influencia en Bruselas, Orban continúa en Hungría desnaturalizando a sus ciudadanos de los valores europeos (con el aplauso de Putin), mientras crecen los partidos neofascistas en toda Europa porque sus gobiernos son incapaces de dar respuesta a las causas que propician el voto a la extrema derecha.
AfD (Alternativa para Alemania), partido neonazi, es ya la segunda fuerza en el Bundestag alemán, con 152 diputados, con el 20,8% del electorado y con más de 10 millones de votos (es la primera fuerza política en muchos territorios de la Alemania Oriental). La Oficina Federal de Protección de la Constitución acaba de dictaminar que AfD es una fuerza de “extrema derecha” y, por consiguiente, “va en contra del orden fundamental democrático”. El dictamen llega antes de la investidura del democristiano Friedrich Merz y cuando AfD se ha convertido en líder de la oposición en el Bundestag.
En cualquier caso, el Tribunal Constitucional Alemán tiene la última palabra, pero el impacto político/social es tremendo. Por un lado, es inevitable la sombra de las elecciones de 1933 que auparon a Hitler al poder, aunque la Alemania de hoy nada tenga que ver con la de aquellos años, pero entre los 10 millones de votos actuales están clases medias, obreros, ex votantes de izquierdas, inmigrantes... Algunos sondeos señalan que, de facto, AfD es ya la primera fuerza política en Alemania. ¿Su probable ilegalización alimentaría el victimismo, y por ende, incrementaría la simpatía a la formación liderada por la neonazi Alice Weidel? Por otro lado, tampoco se puede olvidar que AfD tuvo el apoyo de Trump/Musk (brazo en alto incluido): “AfD es la solución para Alemania”.
Mientras tanto en Francia la líder de RN (Reagrupamiento Nacional), Marine Le Pen, ha sido condenada a cinco años de inhabilitación por corrupción, lo que le impediría presentarse a las próximas elecciones presidenciales de 2027. El mensaje de Marine Le Pen, “Ha sido una decisión política de las fuerzas del sistema contra el pueblo”. Mensaje medido que estará en vigor durante tiempo y que no es distinto al que Santiago Abascal de Vox pronunciara al conocer que el Tribunal de Cuentas le había impuesto una sanción de más 800.000 euros por incurrir en una infracción muy grave en relación con donaciones privadas (pronto veremos las fortunas que tiene a buen recaudo un tipo que no ha dado ni golpe en su vida al igual que Alvise) Y no dejaremos de convivir con noticias como “El juez archiva la causa de los promotores de una marcha neonazi en Madrid contra “maricas” y sidosos” en la que se coreaba, “Hitler tenía razón”.
Los “cordones sanitarios” no han funcionado, han “fortalecido” a las extremas derechas europeas porque estas han ganado en el relato y los partidos democráticos (especialmente las izquierdas) han perdido el suyo. Se ha impuesto el discurso antiestablishment, la política es corrupción, la inmigración es un lastre, la dictadura woke... Las palabras han perdido su significado y su historia (libertad, solidaridad…) Nos movemos en modo “defensivo”, como la Ley Fundamental alemana de 1949 creada para prohibir partidos que “tiendan a desvirtuar o eliminar el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania”. Veremos qué queda de ello.
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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.