Conciencia de clase

Natividad Pérez

La conciencia nos permite situarnos en el mundo y actuar sobre él. Nos aporta el conocimiento de nuestras determinaciones y límites haciendo que nuestra acción se adecúe a las circunstancias y obtenga como resultado la modificación del mundo. El conocimiento de nuestras posibilidades determina la efectividad de nuestros esfuerzos. Sin el conocimiento de nuestras determinaciones no podemos diseñar una actuación satisfactoria, corremos el riesgo de abordar falsos caminos para alcanzar nuestros objetivos o incluso engañarnos al fijar el objetivo a alcanzar. Cuando corremos tras falsos objetivos surge la frustración, cuando buscamos nuestros objetivos por caminos intransitables surge la impotencia. 

Los seres humanos creamos nuestro propio mundo: la sociedad. En este mundo netamente humano las determinaciones y límites vienen fijados por la clase social a la que pertenecemos. La conciencia de clase hace posible nuestra acción en la sociedad. Al ser la conciencia de clase la que hace posible la acción transformadora de la sociedad, su eliminación destruye la posibilidad de cambio social. 

En la actualidad, la clase trabajadora se encuentra en una organización social que no le favorece, si pierde la conciencia de clase no cambiara la sociedad. La pérdida de su conciencia favorece el mantenimiento de la situación y a la minoría que se beneficia de ella. El que en cierta medida se asocie la pertenencia a la clase trabajadora con el ejercicio de una acción laboral y no con la necesidad del trabajo para la subsistencia, hace que la pérdida del trabajo o su ejercicio en una forma precaria nos lleve a la pérdida de la conciencia de clase. También las diferencias salariales o el prestigio de algunas ocupaciones llevan a los trabajadores a la pérdida de conciencia. Una parte de estos ciudadanos desclasados víctimas de la impotencia y la frustración se vuelven contra ellos mismos cayendo en la depresión o contra los otros descargando en ellos su agresividad. 

Si lo que caracteriza a una clase es su necesidad de trabajar, la forma más radical de apartar a un ciudadano de su clase es hacer que esa característica se transforme en negativa para hacer que se avergüence de ella. El trabajo se identifica con la ocupación de los inferiores, una actividad casi animal, y la necesidad de trabajar en algo que solo la falta de aptitudes o la pereza mantienen. Los modelos de ciudadanos ricos que la sociedad publicita, el trabajador que se ha hecho rico o el rico por herencia, avalan esta idea. Cuando se ejemplifica el primer caso se crea la fantasía de un trabajador que gracias a su esfuerzo e inteligencia ha salido de su clase para integrarse en la de los favorecidos, se ocultan la explotación de otros, la evasión de impuestos, y todos los comportamientos que han sido motor de su salida de la clase trabajadora. En el segundo caso se pone el énfasis ejemplificador en los antepasados heroicos y se oculta que se dedicaban a cobrar por protección, vender esclavos o directamente a robar con violencia. La mitología de la riqueza obtenida por medio del bondadoso esfuerzo y los extraordinarios méritos siempre se acompaña de la de la pobreza fruto de la idiotez y la pereza. Se asocia la virtud a las cualidades de los que no tienen necesidad de trabajar y el vicio a las de los que si la tienen. Esta narrativa construye la ideología social que hace responsable del desigual reparto de la riqueza al que resulta desposeído y le hace sentir vergüenza del propio hecho de la desposesión. A partir de ese punto el rechazo y el odio a los demás individuos de su clase está asegurado y se transformará con facilidad en sicario de los que lo han desposeído, será cómplice de su explotación. 

El conocimiento de nuestros límites y determinaciones no es fácil. Es necesario realizar el esfuerzo de conocimiento y de forma simultánea tener la suficiente madurez para reconocer que no somos únicos ni todopoderosos. La conciencia puede conducirnos a una situación emocional dolorosa cuando nos da la dimensión exacta del esfuerzo que tendremos que realizar para transformar la realidad y llevarnos al planteamiento de la medida del esfuerzo y la satisfacción. Si creemos que la satisfacción merece el esfuerzo intentamos cambiar la realidad. Cuando el esfuerzo nos resulta oneroso intentamos buscar una realidad alternativa, la de la inconciencia. La inconciencia nos hace vivir enajenados sin ver la realidad, sea por el consumo de sustancia que adormezcan nuestra conciencia o por la creación de una fantasmagoría que oculta la realidad. En los dos casos nos transformamos en cáscaras de ser humano porque la realidad nos constituye y es imposible huir de ella. Si es difícil alcanzar la conciencia es también difícil no perderla. En el caso de la conciencia de clase los fuertes intereses de la clase privilegiada para que el sistema que les favorece no cambie hacen que se esfuerce especialmente en fomentar la perdida de la conciencia de los desfavorecidos, pues de ellos debe partir el cambio hacia la situación en la que desaparezcan sus privilegios.  

Son muy pocos los privilegiados, y los desfavorecidos son legión. La posibilidad de que los pocos vivan sin el trabajo y esfuerzo de los muchos no existe y de forma paralela debería resultar muy fácil eliminar los privilegios de los pocos. Pero históricamente esta situación no se ha dado nunca, el poder de los pocos se sostiene por la complicidad de parte de los desfavorecidos, porque una gran parte de ellos ha perdido su conciencia de clase y lucha contra sus iguales para mantener la situación de desigualdad y explotación. Para que se dé el impulso de la clase obrera al cambio es necesaria la conciencia de clase. Saber la clase a la que uno pertenece y los condicionamientos sociales y políticos que esta pertenencia suponen. De ahí que la lucha fundamental de la clase social privilegiada sea la eliminación de la conciencia de clase en los trabajadores. 

La creación de la conciencia de pertenencia a un grupo genérico, aparentemente universalista, cohesionado por la fe y la emotividad es el recurso de eliminación de la conciencia de clase que tiene mayor éxito y al que se dedica mayor apoyo económico. Dentro del grupo se da la apariencia de igualdad, por lo que el sujeto que se introduce en él percibe la sociedad como algo negativo que no necesita cambiar porque tiene su sociedad perfecta en el grupo. Lucha por la supervivencia del grupo, incluso contra los intereses de su propia clase. La pertenencia a una religión, patria, etc., en la que los trabajadores viven con sus explotadores en la “igualdad” de la búsqueda de un objetivo “mayor”, la salvación de su alma o de sus elementos identitarios, les aparta de la lucha por sus derechos como ciudadanos (trabajo, vivienda, educación, etc.), igualdad de derechos y eliminación de los privilegios de la clase favorecidos.

Natividad Pérez es socia de infoLibre

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