Los crímenes de Bucha: primero condenar, el veredicto después

Juan José Torres Núñez

En el último capítulo de Alicia en el país de las maravillas, ella tiene un sueño en donde el rey ordena que el jurado pronuncie su veredicto, pero la reina le contesta: “¡No, no! Primero condenar –el veredicto después”. Y Alicia replica en voz alta que eso de condenar primero son: “¡Tonterías!”. En la reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) del 5 de abril para tratar los crímenes de Bucha, una localidad cercana a Kiev, en Ucrania, la discusión se dividió en dos grupos, uno que pedía al Consejo de Seguridad que se hiciera responsable de investigar los crímenes de guerra cometidos en Ucrania, incluyendo los de Bucha; y otro grupo, liderado por la embajadora británica, Bárbara Woodward, presidenta del Consejo de Seguridad durante un mes, en calidad de representante permanente del Reino Unido. La embajadora proclamó en voz alta: “Sabemos que los rusos son los culpables, son realmente unos nazis y tienen que ser expulsados de cualquier organismo civilizado”. Se trata, pues, de dos grupos: uno que quiere investigar los crímenes y otro que quiere cerrar la investigación porque considera primero condenar, sin conocer las pruebas.

La embajadora británica pidió que la investigación la realice el Fiscal general de Ucrania y otros fiscales. Como ha escrito la Executive Intelligence Review (EIR), ¿por qué pide una investigación si ya ha declarado culpables a los rusos? Podemos preguntarnos cuál es el papel del CSNU si esta embajadora prescinde de él. La EIR resalta que “la táctica de la Gran Bretaña Global consiste en bloquear cualquier investigación institucional que proponga Rusia”. Se trata de “expulsar a Rusia de donde sea posible, limitar su participación en las naciones del mundo y obliterarla”. Esto ha sucedido en la Asamblea General de la ONU, al suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Esta decisión resulta incoherente si tenemos en cuenta que Estados Unidos y las naciones de la OTAN que votaron a favor de la expulsión, participaron en crímenes de guerra en los bombardeos de Yugoslavia, Iraq, Libia, Siria y muchos otros, y ninguna nación ha sido condenada. Recordemos la destrucción total de Raqqa, en Siria, por la aviación estadounidense. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg –una de las personas más belicistas de Europa– ha declarado que “la OTAN está lista para llevar a cabo una investigación de Rusia y dar los resultados a las Naciones Unidas”. Bill Jones ha afirmado en su artículo “The Madness of Nato Expansion” que “todo lo que toca [la OTAN] no lo convierte en oro, sino en cenizas”. La OTAN ha asumido el programa del neofascismo y ha facilitado la invasión de Ucrania para lanzar un ataque contra Rusia.

Scott Ritter, un exoficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU y exinspector supervisor de armas de Naciones Unidas, explica en su artículo “The truth about Bucha is out there, but perhaps too inconvinient to be discovered” que el vídeo que se ha vuelto viral sobre Bucha lo ha hecho la Policía Nacional Ucraniana (PNU) y “ha originado una ola de condena e indignación dirigida a Rusia y a Putin”. El vídeo se lanzó “con la intención expresa de producir un momento visceral de conmoción y asombro para el espectador”. Inmediatamente, todos los medios de comunicación del mundo empezaron a bombardear a los telespectadores y lectores para hacerles saber que “cualquiera que se atreva a cuestionar la narrativa establecida de que “Rusia lo hizo”, se considerará como “cómplice ruso”. Pero para Ritter la narrativa no cuadra. Si las tropas rusas abandonaron Bucha el 30 de marzo y los cuerpos fueron descubiertos por la PNU el 2 de abril, y la evidencia disponible de las imágenes  mostró que los cuerpos parecían haber sido asesinados dentro de las 24 a 36 horas posteriores a su descubrimiento, esto significa que fueron asesinadas después de que los rusos se retiraran de Bucha. Ritter afirma que “la evidencia sugiere que los cuerpos eran de civiles amigos o simpatizantes de Rusia. Se necesitaría un acto de fe para concluir que las tropas rusas mataran a tiros a estas desafortunadas almas a sangre fría como alega el gobierno ucraniano”. También resulta sospechoso que el 31 de marzo el alcalde de Bucha confirmara que “la ciudad estaba completamente bajo el control de las autoridades ucranianas”. Ni el alcalde ni ningún otro funcionario hablaron de asesinatos masivos llevados a cabo por las tropas rusas. El Ministerio de Defensa ruso considera el vídeo y las fotografías como una “provocación más” y “un montaje” de los que ya estamos acostumbrados. Por su parte, “el Pentágono ni afirma ni desmiente estas noticias”. 

Por supuesto que estas noticias son inquietantes para cualquier persona digna que busque la verdad de los hechos. La posición de China ha sido clara en el CSNU ya mencionado. “El Consejo de Seguridad  tiene la tarea de reducir la tensión y buscar el final del conflicto tan pronto como sea posible. Rusia y Ucrania tienen que ceñirse a las negociaciones (…) Las cuestiones humanitarias no deberían politizarse. La neutralidad y la imparcialidad son la clave”. Kenia dijo que las Naciones Unidas necesitan “restaurar su credibilidad y también tener en cuenta la crisis de Afganistán, Haití, Palestina, Yemen, etc.” Gabón y la India pidieron una investigación independiente del caso de Bucha. En ese Consejo de Seguridad se advirtió que “las acusaciones sin pruebas y las sanciones precipitadas crean más incidencia indirecta en los problemas [porque] las sanciones están instrumentalizando y utilizando como arma la economía mundial y especialmente perjudicando a los países en vías de desarrollo”. 

Esta cuestión de las sanciones se abordó el pasado 9 de abril en un Congreso Internacional convocado por el Instituto Schiller, con la participación de más de 60 países, para establecer una Nueva Arquitectura de Seguridad y Desarrollo para todas las Naciones. La intención del Congreso ha sido “inspirar a los líderes con visión” a que se comprometan a cooperar y a cumplir “con sus compromisos en lugar de someterse al orden internacional basado en las reglas de los creadores del dinero”. Por citar algunas ponencias, la del director de la EIR, Dennis Small,  versó sobre “La nueva arquitectura: Un programa para evitar la muerte por hambre de mil millones de personas debido a las sanciones”. Y la del Dr. George Koo, presidente de la Fundación Burlingame, que analizó la ilegalidad de las sanciones en “Las sanciones de Estados Unidos contra Rusia y China son el suicidio del dólar”.

Contradiciendo lo que dijeron los países con sentido común en el Consejo de Seguridad, la mayoría de los líderes de Occidente capitaneados por EEUU y la pérfida Inglaterra creen que la solución del conflicto de Ucrania está en imponer más sanciones y mandar más armas avanzadas a Kiev. Siguen con la idea de mantener el sistema unipolar, que ya no existe. Para evitar los crímenes lo primero que tenemos que hacer es acabar con la guerra. Pero Occidente todavía no ha contestado ni contestará a las exigencias de Rusia de pedir garantías legales con tres requisitos: no a la expansión de la OTAN, ningún despliegue de sistemas de armas de ataque letales cerca de sus fronteras y el regreso de la infraestructura militar de la OTAN en Europa al estado de 1997. Estas son las causas de la guerra que EEUU ha generado. Como ha señalado la EIR, “Nunca ha habido una guerra que al Imperio británico no le haya gustado; cuanto más sangrienta mejor y cuanto más muertos mejor”. En un artículo publicado el 4 de abril por el Chathan House Royal Institute of International Affairs, experto en la política exterior de la Corona Británica, se advierte que “la única elección moral” para asegurar que Ucrania prevalezca es que la guerra contra Rusia “must go on” [tiene que continuar]. Para la pérfida Inglaterra no puede haber ningún alto el fuego, ninguna capitulación y las armas tienen que seguir enviándose a Ucrania. Estas palabras justifican la cita de la EIR sobre el Imperio británico. 

Cuando hemos visto en el Consejo de Seguridad a los países del mundo con más sentido común reclamando la necesidad de un acuerdo negociado para acabar con esta guerra, aparece el responsable de la política exterior de Europa, Josep Borrell, después de una visita a Kiev, declarando el 8 de abril en un tuit que: “Esta guerra se ganará en el campo de batalla”. Estas palabras irresponsables convierten a Borrell en el hombre más peligroso de Europa. Muestra su manifiesta incapacitad para el puesto de responsabilidad que desempeña, por la sencilla razón de que su visión del mundo nos puede llevar a una guerra nuclear terminal. A Borrell se le ve con la mecha preparada para pegar fuego al polvorín que se está convirtiendo Ucrania. Olvida, desconoce o no entiende que se necesita un alto el fuego negociado con una seguridad compartida y no una solución militar como propone. También menciona en el tuit el brutal ataque ruso a los civiles indefensos en la estación de tren de Kramatorsk. ¿Es una información de la PNU? Esto hay que contrastarlo porque el misil que alcanzó la estación fue un Toch-U. Se sabe su serial y se ha comprobado que pertenece a los misiles del Ejército ucraniano, según el Moon of Alabama. No se diferencia de los misiles que Ucrania ha lanzado en el Donbás, causando muchas muertes de ancianos, mujeres y niños, de las que no se habla. No sorprende, pues, que María Zajárova, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, haya contestado que si Borrell desprecia la paz al concebir “solo una solución militar”, esto demuestra que la Unión Europea ya “no es una Unión”, sino más bien “una sucursal económica de la OTAN”. 

Y mientras tanto la televisión en España nos bombardea con información-propaganda sin contrastar. Nos muestran los cadáveres cuanto más destrozados mejor en los partes de guerra día y noche. Las imágenes nos recuerdan los paisajes llenos de cementerios que encontramos en las novelas góticas. En la TV no se habla  del Batallón Asov. ¿Por qué no nos informan sobre las dos veces que Kiev ha intentado rescatar a jefes nazis del Batallón Asov en Mariúpol? ¿Por qué no nos dicen que la mujer que pusieron en televisión muchas veces en una clínica de maternidad, supuestamente bombardeada, ha roto el silencio confesando que fue un montaje? George Galloway, Chris Hedges, Scott Ritter y Jill Stein aseveran que “se está librando una guerra de información para hacer cumplir una narrativa única sobre el conflicto de Ucrania”, que quizá sea “peor que el macartismo”. Se trata, pues, de aplastar la disidencia.  Los medios de comunicación en Occidente actúan siguiendo las órdenes de la reina en el sueño de Alicia: Primero condenar, el veredicto después. 

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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