Con una mano delante y otra detrás el progresismo usa datos y racionalidad para poner en pie una narrativa que tumbe el sinsentido ultraderechista. Mientras, a pesar de nuestros ladridos, avanza la batalla cultural ultra sustentada por cientos de millones destinados a establecer un marco discursivo tan simple y agresivo como alejado de cualquier atisbo de ética y realidad pragmática.
Impulsada por tal perversa inversión de millones, la moral fascista trota a lomos de recursos que siembran desapego y desánimo, revientan la credibilidad en la política, rompen la paz social de los pueblos y deterioran el funcionamiento de las instituciones democráticas. Lobbies ultras y thinktanks varios, medios de todo pelaje, influencers intergeneracionales y ejércitos de trols y algoritmos forman todo un frente de recursos nutrido por las grandes fortunas, las redes oligarcas y el universo financiero.
El afán ultra por permear en las instituciones democráticas tiene que ver con que, históricamente, la acumulación sin límites de poder y riqueza se ha dado en regímenes autoritarios y democracias corruptas. Por tanto, la pluralidad ideológica y el equilibrio de poderes resulta para su proyecto una suerte de frontera a derribar. Para alcanzar este objetivo necesitan votos provenientes del malestar social; su eficaz combustible de escalada al poder.
Prima un modelo de liderazgo contaminante que desacredita, desactiva y destruye personas, profesiones, medios independientes, organizaciones políticas y civiles e instituciones democráticas. Provistos de mentiras y bulos cargados de inquina reversionan la historia, redefinen conceptos y se apoderan de símbolos identitarios populares. Al ejercicio de contaminación le acompaña el paralelo desmantelamiento del sistema de bienestar y las infraestructuras que proporcionan equilibrio y seguridad ciudadanas. En su hacer no habrá en absoluto política de Estado, habida cuenta de que su único objetivo es derribar al “enemigo”, a la sazón la verdadera democracia.
Con el inestimable apoyo de la iglesia, de unos bomberos judiciales y jurídicos más pirómanos que apagafuegos y con el viento de medios y redes en contra, la avanzada debacle social y política escalará un peldaño más
Toda vez en el poder, y puesto que siempre van a defender a quienes les pagan, sacarán el manido caballo de Troya de la culpabilidad judeocristiana como respuesta al malestar ya cronificado. Con el inestimable apoyo de la iglesia, de unos bomberos judiciales y jurídicos más pirómanos que apagafuegos y con el viento de medios y redes en contra, la avanzada debacle social y política escalará un peldaño más. Su proyecto concluirá con la colonización total de los medios, la manipulación y precariedad en mayúsculas de la educación y la sanidad públicas, la total represión de las artes y la cultura, así como la conversión a negocio de lo que quede de nuestros derechos. Entonces, el ambiente tóxico generado pasará a uno de preguerra de modo que, cuando los vientos no les sean favorables, aderecen su proyecto con un patriótico conflicto bélico útil para desviar el foco de atención haciéndonos sentir “muy españoles y mucho españoles”. Su método está diseñado para acabar con la libertad en nombre de la libertad. Botones internacionales: Milei, Bukele, Chávez, Trump, Putin, Erdogan, Órban, Netanyahu…; nacionales: Ayuso, Feijóo, Mazón, Puigdemont, Abascal, Alvise…
¡Ya pasaron! Debemos actuar para idear y montar estrategias de respuesta que nos alejen del modo reacción y nos sitúen en el de respuesta. Pero para eso, además de exigir unión a las izquierdas, además de parar todas las vueltas ciclistas que sea menester, además de aplaudir el envío de todas las flotillas necesarias en contra de genocidios, tenemos que poner dinero sobre la mesa. Por ejemplo, pagando prensa independiente, apoyando programas de TV y radio progresistas, afiliándonos al tejido asociativo y ONGs, fomentando donaciones y testamentos solidarios, etc. Ir a votar ya no es suficiente para parar lo que ya tenemos encima. El dato hay que lanzarlo en un relato que necesita de millones de euros.
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Jose Antonio Alfaro Gómez es socio de infoLibre.
Con una mano delante y otra detrás el progresismo usa datos y racionalidad para poner en pie una narrativa que tumbe el sinsentido ultraderechista. Mientras, a pesar de nuestros ladridos, avanza la batalla cultural ultra sustentada por cientos de millones destinados a establecer un marco discursivo tan simple y agresivo como alejado de cualquier atisbo de ética y realidad pragmática.