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En defensa de la Federación Española de Fútbol

Felipe Domingo

Me sirvo de  expresiones muy usuales para comenzar. Como en España estamos acostumbrados a no dejar en pie títere con cabeza, yo el primero, en esta ocasión voy a romper una lanza en favor de la Federación Española de Fútbol, sin personalizar demasiado en su presidente, Rubiales, y en el futbolista-empresario, Piqué. Los dos considero que son blancos fáciles y reos de la envidia de muchos españoles y, principalmente, de los periodistas deportivos y de los que no lo son, tertulianos y opinadores, por sus éxitos empresariales y en los negocios.

Dice la Federación en el artículo 1 de sus Estatutos: “La Real Federación Española de Futbol es una entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública, que se rige por la Ley 10/1990 de 15 de octubre, del Deporte”. En su preámbulo esta ley afirma: “El deporte, en sus múltiples y muy variadas manifestaciones, se ha convertido en nuestro tiempo en una de las actividades sociales con mayor arraigo y capacidad de movilización y convocatoria [...]. El deporte se constituye como un elemento  fundamental del sistema educativo y su práctica es importante en el mantenimiento de la salud y, por tanto, es un factor corrector de desequilibrios sociales  que contribuye  al desarrollo de la igualdad entre los ciudadanos, crea hábitos favorecedores de la inserción social y, asimismo, su práctica en equipo fomenta la solidaridad". Estas notas configuran el aspecto principal por el que, a mi entender, merece la pena  hacer hincapié en la defensa de la Federación y de su presidente, al que no conozco y con el que no tengo vínculo alguno. 

En primer lugar, la Federación Española de Fútbol es una entidad asociativa privada que no recibe subvención pública alguna. La Ley del Deporte reconoce por primera vez, como nota principal, la naturaleza jurídico-privada de la Federación de Fútbol, como de todas las federaciones, y como nota secundaria, su carácter de utilidad pública, a la que se debe la “tutela y  control de las federaciones por parte de la Administración del Estado”. 

La Federación de Fútbol ha hecho en estos últimos años una gestión empresarial muy loable, ha incrementado, como Rubiales se ha encargado de destacar en todas las entrevistas, sus ingresos de 120 a 400 millones. Y la administración de ese dinero ha repercutido de forma muy favorable en el deporte infantil, juvenil, aficionado, semiaficionado y profesional. Ahí se funda la legalidad, que no ha podido ser denunciada, del contrato de la Federación con Arabia Saudí: en los recursos que aporta al fútbol, y no en aspectos éticos y morales que, con falta de criterio y mucha hipocresía, se han señalado casi por todos los periodistas y opinadores. Para muestra, la de Isabel Rodriguez, portavoz del Gobierno: “Es reprobable desde el punto de vista moral y ético”.

En este caso el fin justifica los medios. En un contrato, en un negocio jurídico quien más aporta en imagen o prestigio (obsérvese en los torneos tenísticos) es el más solicitado, otra cosa es que luego resulte un fiasco su carácter competidor. Ya me gustaría a mí que el Atlético de Madrid ganara cinco años seguidos la Liga o jugara la Supercopa todos los años, porque ahora su formato resulta muy atractivo. Puede que los aficionados no hayamos comprendido que el fútbol altamente profesional es un negocio, aunque nos apasione nuestro equipo (lo digo por la pancarta que se exhibió en el partido Real Sociedad-Barça). 

La capacidad de movilización y convocatoria que tiene el deporte en general y el fútbol profesional en particular no se agota con la presencia de 35.000 personas que estaban en el estadio del Reale Arena de San Sebastián o en las 60.000 personas del Metropolitano. Se simultanea con los miles de aficionados que siguen los partidos por los medios que los exhiben por televisión o radio, que si lo hacen es porque obtienen ganancias. Por eso, el contrato para jugar la Supercopa en Arabia Saudí ha sido un buen negocio y si eso ha contribuido a que las mujeres se sientan más libres o les ayude a ello, aplaudámoslo. No se conquistó Zamora en una hora. Quien ha ganado con el incremento de dinero y  recursos que ha obtenido la Federación ha sido el fútbol base, como dice Rubiales.

La extensión del fútbol infantil, juvenil, aficionado y semiaficionado y su financiación es importantísima. Lo practican miles y miles de niños, niñas, cadetes y jóvenes, que les ayuda a mejorar su salud, a trabajar y jugar en equipo, a mejorar su educación y a apartarse de experiencias no convenientes o caer en las drogas. Yo he tenido el placer de seguir a la Gimnástica Segoviana, como mis hermanos, en la categoría actual de la segunda federación, y alegrado de que se haya incrementado la ayuda económica, porque, de otro modo, muchos equipos hubieran desaparecido. He visto acudir a muchos aficionados de los barrios madrileños a ver jugar a sus equipos modestos federados con el mismo interés y entusiasmo que lo hacen los aficionados del Real Madrid o del Atlético de Madrid. 

Mis ídolos son los y las atletas, los maratonianos, los saltadores, los triatletas, los ciclistas, los baloncestistas, los yudokas, los remeros, profesionales o aficionados que compiten por la vida y no los toreros que engañan a un toro para matarlo y vivir ellos. Tampoco los que se emocionan con ver a un cristo lanceado y crucificado. 

Y que nadie me eche en cara que no he hablado de Piqué. Para él tiene Jose Manuel Franco, secretario general del Deporte, la misma crítica: "Es un poco obsceno y poco ético y estético que en este caso sea un deportista que pertenece a un club que puede jugar esta competición el que está detrás de la gestión". Las comisiones a su empresa Kosmos, aun siendo grandes, no son comparables a la del hermano de Ayuso o de los comisionistas del Ayuntamiento que proceden todas de nuestros impuestos.

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Felipe Domingo es socio de infoLibre

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