España no es Galicia

Rafael Sánchez

“Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España”. Así se expresaba Isabel Díaz Ayuso el pasado 21 de septiembre de 2020, con ocasión de la reunión que mantuvo con Pedro Sánchez para coordinar esfuerzos contra la pandemia. Fue, sin duda, una perla más a las que nos tiene acostumbrados la presidenta madrileña. Feijóo, flamante presidente del PP, no ha hecho ninguna combinación esotérica entre su querida Galicia y la España de la que espera algún día estar al frente, sólo o en compañía de “otros”. Lo que es verdad es que Feijóo lleva Galicia dentro de él. Este pudo ser el motivo por el que se abstuvo hace cuatro años de presentar su candidatura a presidir el Partido Popular, al margen de que consideraba que no era su hora. En ese momento fue Pablo Casado el elegido como consecuencia de la pugna que había entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Del recorrido de Casado al frente del PP y de su triste final no hay mucho que decir que no se sepa. Pero veamos cómo es la trayectoria y la estrategia política que está desarrollando el líder gallego desde que aterrizó en su despacho de la planta “noble” de Génova. 

El pasado 2 de abril Feijóo era proclamado, casi por unanimidad, como presidente del PP en un congreso extraordinario celebrado en Sevilla y a partir de ese momento el PP inicia un nuevo camino. Feijóo viene de una Galicia en la que Vox no tiene representación parlamentaria, pero ha empezado su mandato con el partido de Abascal en el gobierno de Castilla y León. Ante este primer reto el líder gallego ha mantenido posturas contradictorias. En un primer momento bendijo este acuerdo, e incluso lo calificó como “perfectamente legítimo. Pero en plena campaña para recabar apoyos para su candidatura, dio otra visión al afirmar que “su partido nunca será “populista” y que “a veces es mejor perder el gobierno que ganarlo desde el populismo”. Estas manifestaciones contradictorias de Feijóo presagian que, más allá de su talante moderado, tendrá que deambular -como le ocurrió a su predecesor- entre posiciones próximas a Vox, y otras en las que intentará recabar votos y apoyo del ansiado centro político al que el PP nunca consigue llegar. Así pues, una primera valoración del inicio de la singladura de Feijóo como presidente del PP permite apreciar una mejor imagen y maneras para convencer al electorado más moderado, pero los mismos riesgos que tuvo Casado de que los ciudadanos, que otrora votaban al PP, prefieran ahora votar a Vox por resultar más creíbles sus ofertas y planteamientos políticos. Sin embargo, Feijóo es un político inteligente y merece la pena detenerse en la estrategia que está desarrollando desde que ejerce como presidente del PP. Antes de empezar se hace necesario un simple apunte sobre su burda excusa -alegó problemas de agenda- para no estar en la contaminada foto de Alfonso Fernández Mañueco tomando posesión como Presidente de Castilla y León. Feijóo se desmarcó de ese momento político porque, una cosa es no impedir la formación de ese gobierno con la extrema derecha, y otra bien distinta aparecer con normalidad en los fastos de la toma de posesión de este presidente autonómico al lado de Santiago Abascal. 

Ayudar a las familias 

Pero vayamos a la hábil estrategia que ha puesto en marcha Feijóo, cuyo pistoletazo de salida fue la reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado 7 de abril. A ese encuentro acudió Feijóo con unos papeles en los que debía llevar lo que podríamos denominar el “embrión” de su política económica, que consiste básicamente en bajar impuestos a diestro y siniestro. En la comparecencia después del encuentro el presidente del PP centró sus palabras en una frase hábilmente calculada, “No tengo ninguna buena noticia para la economía familiar, para los trabajadores, las rentas medias y bajas y las empresas”. Pocas dudas hay de que tenía decidido de antemano valorar así el resultado de la reunión. Pero centrémonos en la palabra familia, porque desde ese momento expresiones como apoyar a las familias o ayudar a las familias a llegar a fin de mes, forman parte del argumentario que utilizan todos los portavoces del PP, estén donde estén. Hay que reconocer que el Partido Popular funciona con gran obediencia ante las instrucciones que reciben del “aparato de estrategia o de comunicación” de Génova. 

El tema de la bajada de impuestos se ha convertido en el caballo de batalla del PP en esta nueva etapa, hasta el extremo de ponerlo como condición imprescindible para negociar la renovación del Poder Judicial. Renovación a la que el PP se niega y vulnera al hacerlo normas fundamentales de la Constitución. Feijóo exhibe su preocupación por “ayudar a las familias” pero olvida que su partido votó en su día en contra de la subida del salario mínimo. Por otra parte, si el gobierno acometiera una bajada de impuestos como la que plantea Feijóo se verían afectadas las políticas sociales, así como el presupuesto destinado a la Sanidad Pública y a la Educación. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, expresa así su crítica al plan de bajada de impuestos que ha planteado Feijóo: "Cualquier plan que pasa por rebajas de impuestos, conlleva obligatoriamente un recorte de las prestaciones a los ciudadanos. El programa presentado propone que las pensiones no sean actualizadas con respecto al IPC”.

Un lobo con piel de cordero

Aunque España no es Galicia, Feijóo utiliza ahora las mismas artimañas que usó en su tierra cuando eliminó la gaviota del PP en sus campaña electorales porque era consciente de que la marca PP le perjudicaba. En una carta dirigida a Pedro Sánchez para presentarle su programa económico no aparece el logotipo del PP, en su lugar ha puesto el escudo nacional. Resulta evidente, por otra parte, que el liderazgo de Feijóo nada tiene que ver con el tono agresivo que caracterizaba al defenestrado Pablo Casado. Ahora las formas son suaves, el tono relajado, pero tras esa aureola de moderación que exhibe Feijóo se esconde un líder que persigue embaucar a un electorado al que seduce con su eslogan de “ayudar a las familias”. Ignora que las políticas sociales son la prioridad del actual gobierno de coalición. Feijóo es por tanto un peligroso lobo con piel de cordero. Atentos. 

Rafael Sánchez Sánchez es socio de infoLibre

 

Más sobre este tema
stats