Librepensadores

Fabricantes, no donantes

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Felipe Domingo

Si echamos la vista atrás, caeremos en la cuenta de que en España, entre los españoles, había dos nombres intocables, por motivos distintos, para los que solo cabían los elogios. Estos eran tan abundantes y extensos que, al que osara criticarlos, se le confinaba de inmediato en el infierno.

Si todavía no los han identificado, doy los nombres: El rey emérito, Juan Carlos, y Amancio Ortega. La ausencia de crítica a Juan Carlos, mantenida durante tantos años, debida al escalafón político más alto que tenía en la pirámide del Estado, ha caído por su peso y ya no goza de esa ventaja.

Queda el icono Amancio Ortega, ocupante del vértice de la pirámide en el campo económico y empresarial, y sin cargo institucional. Rico, riquísimo, ocupa el 6º puesto entre los ricos del mundo, es envidiado por los españoles porque ha llegado a ese puesto con humildad, trabajo y reflejos para los negocios, que Zamora no se gana en una hora, sin que a los españoles les importen otras circunstancias. Vendría a confirmar esta adhesión inquebrantable de los españoles la iniciativa, que se hizo viral, según leo, que pedía un aplauso a su persona el día 28 de marzo en el que cumplía 84 años, "por su compromiso con el sistema sanitario de los españoles y en concreto contra el coronavirus".

Nos ha llegado la crisis sanitaria provocada por el covid-19 y desde el primer momento me ha asaltado la duda de si se podía abrir una brecha en esa unanimidad elogiosa. Durante este último mes, las quejas, críticas y denuncias por la falta de equipos de protección individual, de tests de detección del virus, de guantes y, sobre todo, de la insufrible escasez de mascarillas para que los sanitarios atendieran con las mejores garantías de seguridad a los enfermos, se han multiplicado sin pausa por los medios de comunicación.

El Gobierno, a pesar de su esfuerzo por advertir, desde el primer momento, de la saturación de los mercados, la rápida competencia que se había establecido y la dificultad para conseguirlas ( en ese bucle también ha caído Isabel Díaz Ayuso) no ha podido parar las críticas y le han supuesto un gran desgaste. El motivo: que se ha buscado fuera lo que teníamos dentro.

Numerosas iniciativas de empresas han modificado su producción: Seat, en un giro de 360 grados, fabricará 300 respiradores al día, y también la empresa Hersill de Móstoles, empresas de fabricación de zapatos de Arnedo harán batas reutilizables, el Grupo Mondragón fabricará 10 millones de mascarillas, reconvirtiendo su fabricación para el futuro, numerosas asociaciones de distinto signo y también personas particulares que luego se han coordinado, suplen ya la carencia de productos sanitarios para luchar con eficacia contra el covid-19 . Todas están cooperando ante la falta de previsión del Gobierno y de todas las Comunidades Autónomas que, no lo olvidemos, tienen transferidas las competencias en sanidad.

Revolviendo libros y papeles que conservo en ellos del mediano Diógenes que llevo dentro, he encontrado un recorte, ya amarillo, de El País semanal, casi un papiro, en el que se hace una entrevista a Carlos Martínez, director entonces, de Inmunología y Oncología del Centro Nacional de Biotecnología, que tenía el siguiente título: "Cómo vivir 120 años". Afirma que el secreto para mantenerse joven reside en "comer poco, pasar frío y extirparse el sexo ( extirpar las gónadas, aclara) y que "la mayor parte de la mortalidad actual, siempre hablando de Occidente, ya no es infecciosa", "ahora se debe a la enfermedad cardiovascular, al cáncer, a las dolencias neurodegenerativas y a las inflamaciones..."( no tengo el final ).

Desconozco si Carlos Martínez mantendría con tanta rotundidad tal afirmación, después de la pandemia del covid-19 y de anteriores pandemias, y de las que nos aseguran todos los epidemiólogos que vendrán. El hecho cierto es que a un tanto por ciento de los cerca de 3.000 fallecidos de más de 80 años, de los que muchos pasaron hambre, esta pandemia les ha privado de vivir los cien. Son los niños/as de la guerra y posguerra, de que habla David Trueba: "Qué perverso delineado histórico ha querido que muchos niños de la guerra terminen su vida con la crisis sanitaria de 2020". ¿ Por falta de previsión epidemiológica? Sin duda.

Nos han hartado los políticos, los tertulianos, opinadores, periodistas, médicos y especialistas decir a los españoles que la sanidad española, si no la mejor, era una de las mejores del mundo, mientras muchas enfermeras/os tuvieron que buscarse la vida en países europeos a las que se les ha reconocido su enorme preparación, mientras otras muchas llevan años con contratos temporales sucesivos y ha llegado el covid-19 y no teníamos un estocaje suficiente, del humano y del material e instrumental.

¿E Inditex, qué? Es la empresa mejor preparada de España, y casi del mundo, para fabricar todos los equipos de material sanitario que durante estos días se han demandado, porque se dedica a eso, a la producción textil. Amancio Ortega comenzó su negocio fabricando batas y camisones y ese negocio, próspero desde el principio, lo fue ampliando a todos los artículos que conocemos en sus tiendas físicas de distribución y venta: Zara, Pull & Bear, Bershka, Massimo Dutti, Stradivarius.

Sigo en este asunto, la información que ha publicado el periódico El Mundo, el día 3 de abril, firmada por Raquel Villaécija, que comienza: "Inditex, el gigante textil, ya ha traído a España más de 35 millones de unidades de protección de diferente tipo para luchar contra la pandemia del coronavirus". Obsérvese el verbo: ha traído. Continúa: "Lo ha hecho a través de su logística, pues tiene una de las redes más potentes, y gracias a ello ha establecido un corredor logístico con China.

Que Inditex tiene una red logística muy preparada en China es evidente, porque de otro modo no podría traer la producción "made en China", que vemos en sus etiquetas cuando vamos a comprar a las tiendas antedichas. Y esto es lo que confirma en sus comunicados la Compañía, que transcribo: "Este material incluye las adquisiciones realizadas por el Gobierno, las Comunidades Autónomas, los hospitales y "las aportaciones privadas de muchas empresas, donaciones particulares y compras realizadas por Inditex y por la fundación Amancio Ortega"

La empresa "ha puesto a disposición de las autoridades sanitarias y de aquellas empresas y organismos que quieren contribuir a cubrir las necesidades médicas, toda su capacidad logística de aprovisionamiento para la adquisición y transporte de este material", señala Pablo Isla, Presidente de la Compañía, en un comunicado.

Pero de la fabricación en el interior, nada de nada. De la fabricación en España por parte de la industria de Arteixo, ni el Gobierno ni Amancio Ortega han ofrecido datos, cuando la escasez, sobre todo, de mascarillas era tan alarmante como el propio estado de alarma.

Entre las muchas enseñanzas que tenemos que extraer de esta crisis sanitaria está la de que la sanidad no puede vivir de donaciones, ni en tiempos normales ni en tiempos de catástrofes. Ni donaciones para pagar máquinas de última generación para curar el cáncer, ni donaciones logísticas para traer de fuera lo que se podría producir dentro y seguramente más barato. El Gobierno nos ha dado las cifras: se ha pagado a China 850 millones para que nos provea de ese material. China nos dió la pandemia, a China se la estamos pagando. Bendito sea Amancio Ortega "por su compromiso con el sistema sanitario público español".

Los fabricantes crean y contribuyen al abastecimiento y la autosuficiencia, mientras los donantes completan las carencias y deficiencias del sistema, cuando este no es previsor o no invierte lo suficiente. El fabricante crea, alimenta y sana, el donante hace favores. La donación es gratis pero el donante ofrece lo que le sobra, la demasía, como hacía el lechero en la década de los cincuenta, al comprarle el litro de leche, que nos echaba la "chorrada"para mantenernos como fieles clientes.

Aprovecho. Por sus trinos, en este abril lluvioso, parece que los gorriones, mirlos y urracas resisten en las ciudades de esta España vaciada. Será que el descenso de la contaminación les favorece más que la falta de alimentos. Urbanitas, observad ahora las estrellas.

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