Gentes
Feijóo advirtió a Pedro Sánchez en el Senado que dejara ya de molestar a la "gente de bien" y de meterse en la vida de los demás. Al salir le preguntaron a quiénes se refería con esa expresión y precisó que a profesores, juristas y médicos que están contra la ley trans. Desde el PP aclararon que el jefe ma non troppo se refería a la España moderada. Como, aun siendo médico, apoyo la referida ley —y otras de similar jaez, propias de rojos y degenerados—, además de ser un inmoderado, no tengo ninguna posibilidad de entrar en esa élite.
El líder gallego, al que ya he calificado en otras ocasiones como el hombre que susurraba a los camellos —a los camellos de bien, debo matizar ahora—, se ha investido de la autoridad moral suficiente como para clasificar al personal en gente de bien —los que él designe— y, es de suponer, gente de mal —el resto—. Ignoro si en medio pudiera haber espacio para gente regular; pero, de momento, la taxonomía maniquea del moderado gallego no parece admitir medias tintas. En su elitista visión de la sociedad, quiere dejar claro que gente de bien es igual a gente bien.
Instalado en el absolutismo moral, que sostiene que la obligación concreta que imponen las normas morales no está sujeta a circunstancias casuales, es decir, que las acciones son intrínsecamente buenas o malas, ha zanjado con tan sabia sentencia cualquier posible debate filosófico entre el absolutismo y, por ejemplo, el relativismo, el universalismo, el nihilismo moral u otras doctrinas éticas.
Ignoro si en medio pudiera haber espacio para gente regular; pero, de momento, la taxonomía maniquea del moderado gallego no parece admitir medias tintas
Los reaparecidos Leguina y Tamames, tras luengo recorrido vital y pertinaz trayectoria política con viaje desde la izquierda —¿postural?— a la derecha deseada, gran parte de él por caminos subterráneos, han decidido, con alevosía y senectud, renegar de su pasado seudoideológico e ingresar en el selecto grupo de la gente de bien. Para ello han recurrido al apoyo de Ayuso, el uno, y de Abascal, el otro, conocidos benéficos personajes, genuinos representantes de la filantropía. Lo cual indica que, si aquella postura política no era falsa, lo que se ha ido produciendo es un deterioro cognitivo-ideológico que ha finalizado en una grave hipertrofia del «hemisferio ultra-derecho» cerebral.
A pesar de todo, queridos compinches del mal, al menos nos permiten pertenecer al género humano. Los migrantes ahogados junto a la orilla en Italia, como otros muchos antes y los que vendrán después, según la clasificación realizada por la «Hipocresía Común Europea y del Mundo Bien» aún no han conseguido entrar siquiera en la categoría de gente.
______________
José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández es socio de infoLibre