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Geografía para un futuro sostenible

Ulises Najarro Martín

En las tres últimas décadas, el desarrollo sostenible se ha promovido por parte de las Naciones Unidas a través de numerosas cumbres internacionales y acciones de escala global como la Agenda 21 (ONU, 1992), los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ONU, 2000) y la Agenda 2030, donde se establecieron los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (ODS) actuales (ONU, 2015). Estos objetivos ofrecen un mapa para abordar los desafíos más urgentes de nuestro tiempo, desde erradicar la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático.

En un mundo cada vez más interconectado, la educación geográfica emerge como un pilar fundamental en la búsqueda de un futuro sostenible. Según los datos más recientes de la ONU a través del Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2023, los impactos de la crisis climática, la guerra en Ucrania, una economía mundial débil y los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19 han revelado debilidades y obstaculizado el progreso hacia los Objetivos. Alcanzar estos objetivos requiere un profundo entendimiento de la geografía global y local. 

La educación geográfica va más allá de memorizar capitales y mapas; se convierte en un vehículo para comprender las complejidades del mundo en el que vivimos. Es capaz de proporcionar a los estudiantes las herramientas necesarias para analizar y abordar cuestiones como la distribución desigual de los recursos, el desarrollo desigual de las ciudades, los conflictos territoriales y los patrones climáticos cambiantes. Al educar a las generaciones futuras sobre la interdependencia de las sociedades y los ecosistemas, estamos cultivando una ciudadanía global informada y capacitada.

La educación geográfica va más allá de memorizar capitales y mapas; se convierte en un vehículo para comprender las complejidades del mundo en el que vivimos

Uno de los pilares de la educación geográfica es la conciencia ambiental. Los estudiantes que entienden la relación entre la actividad humana y los sistemas naturales están mejor equipados para tomar decisiones informadas sobre la conservación de los recursos y la mitigación de los impactos ambientales. Esta conciencia es crucial para el ODS 13, que busca combatir el cambio climático y sus efectos devastadores.

Además, la educación geográfica fomenta la comprensión intercultural y la empatía hacia las comunidades marginadas. Al estudiar la diversidad cultural y las disparidades económicas en diferentes regiones del mundo, los estudiantes pueden desarrollar una perspectiva más amplia y solidaria. Esta sensibilidad es esencial para abordar el ODS 10, que busca reducir las desigualdades dentro y entre los países.

La educación geográfica también desempeña un papel crucial en la promoción de la justicia social y el desarrollo económico sostenible. Al comprender la distribución geográfica de la riqueza y las oportunidades, los estudiantes pueden identificar y abordar las disparidades que perpetúan la pobreza y la exclusión social. Esta conciencia es fundamental para el logro del ODS 1, que busca poner fin a la pobreza en todas sus formas.

En resumen, la educación geográfica es un catalizador para el progreso hacia un mundo más justo, próspero y sostenible. Al dotar a los estudiantes con conocimientos geográficos, habilidades analíticas y una conciencia global, estamos construyendo las bases para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Es imperativo que los sistemas educativos prioricen la enseñanza de la geografía como una herramienta esencial para enfrentar los desafíos del siglo XXI y contribuir en la construcción de un nuevo modelo de sociedad crítica, activa y comprometida ante la insostenibilidad y el cambio global.

 

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Ulises Najarro Martín es socio de infolibre.

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