Guerra y paz en el arte ruso

Marcelo Noboa Fiallo

Como quien acude a una visita inaplazable, he vuelto un año más al Museo Ruso de Málaga. Pero esta vez había redoblado mi “compromiso” con este espacio cultural al enterarme que el acuerdo entre el Ayuntamiento de Málaga y las autoridades de San Petersburgo, para albergar la inmensa e irrepetible obra artística de autores poco conocidos en España sobre los episodios más relevantes de la historia rusa; decae el próximo 14 de abril de 2022 y se corre el riesgo de no proceder a su renovación, una vez que la cacería hacia toda representación del arte ruso (música, pintura, ópera…) como consecuencia de la cruel invasión de Putin sobre Ucrania, vuelva a poner en evidencia el refrán de la sabiduría popular, “mezclar churras con merinas”.

El museo alberga estos días, no sólo su exposición permanente (que no me canso de visitarla), sino también tres colecciones itinerantes, sobre las obras de dos de los más grandes creadores del mundo literario, Fiódor Dostoievski y el poeta Vladimir Mayakovski. Del primero se conmemoró el bicentenario de su nacimiento el año pasado y al segundo para recordar su contribución como miembro destacado del movimiento “futurista” del primer tercio del siglo XX. Finalmente, las exposiciones itinerantes se completan con una interesante recopilación de la aportación que los artistas rusos hicieron a las vanguardias, más allá de Marc Chagal o Kandinsky.

Del autor de Crimen y Castigo se presenta una exposición “encapsulada” no sólo por el espacio (novedoso y limitado) sino porque se pretende una visión distinta e intimista del genial autor que nos lleva a conocer su amor por otras artes y sus relaciones de amistad con un buen número de artistas de varias disciplinas en aquellos años y que, como consecuencia de ello, su imagen fue reproducida por pintores y artistas gráficos. En la exposición se puede apreciar como estos artistas plásticos lograron reflejar el dramatismo que el escritor a su vez reflejaba en sus obras literarias, ilustraciones de sus obras, estancias donde fueron creadas… 

El espacio dedicado al poeta ruso, Vladimir Mayakovski, es algo mayor que el de Dostoievski, entre otras cosas porque se destaca su prolífica actividad en torno a las “Ventanas de Rosta” para la Agencia Telegráfica Rusa. Sus carteles trascendían el aspecto político para convertirse en publicidad, acorde con su visión del desarrollo económico y el comercio bases del desarrollo del Estado, lo que llevó a Picasso a decir de él, “siempre va por delante de la multitud”

Mayakovski, se definía así mismo como poeta, pero su actividad creativa trascendía los límites de la literatura, para sumergirse en otros planos artísticos e interpretativos por lo que le llevó a formar parte del grupo de actores del primer tercio del siglo XX y miembro destacado del movimiento “futurista”, amén de su compromiso con la Revolución Rusa. “Soy un poeta convocado y reclutado por la Revolución”. No obstante, su ideario sobre la libertad y el arte no llegaron a coincidir con la deriva del estado soviético y en 1930 se suicidó. 

“La Vanguardias en el arte ruso” ha huido de exponer las obras de artistas célebres (ya expuestas en otro momento) para centrarse en la múltiple visión e interpretación que los artistas rusos realizaron en el tiempo que duro esta corriente artística. “Es un recorrido por la variedad estilística y de creación plástica e innovadora, que rompieron con los cánones establecidos y alumbraron, en los albores del siglo XX, una nueva forma de concebir el arte” 

Conocemos en Europa las vanguardias rusas gracias a Natalia Goncharova, Mijaíl Lariónov, Vasili Kandinsky o Marc Chagall, pero, al menos para mí, ha sido un descubrimiento feliz conocer y disfrutar de las obras de artistas desconocidos,  como Nadezhda Lérmontova, Petrov-Vodkin o Borís Grigóriev, cuyas obras nos aproximan al “neoprimitivismo”, la “abstracción” y “futurismo”, cuyo objetivo es ampliar el foco de la mirada del artista. 

Preside la exposición malagueña, la magnífica obra de Kazimir Malévich, “Caballería Roja” de 1932, propiedad del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, cedida para la ocasión. 

Todo esto corre peligro en estos días en Málaga, gracias a la guerra de Putin y a confundir “el culo con las témporas” en Europa. 

Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

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