¿A dónde se han ido todos?

Pablo Quirós Cendrero

Si vienes en deportivas no puedes entrar, si no nos gusta tu corte de pelo o si tu piel es diferente no puedes entrar… Todos acaban yendo a otros sitios, que al final amparan de alguna forma la búsqueda de una inquietud, sea de manera light o satisfaciendo como sucedáneo, el ansia o necesidad sin complacer.

Empezamos de nuevo; si eres cazador no eres de izquierdas, si vas a misa o si te gustan los toros no eres de izquierdas, si comes carne...

La izquierda se ha estrechado tanto, que “sólo los puros de espíritu” son izquierda verdadera. No se trata de confrontar socialdemocracia o socioliberalismo con las clases obreras que existen tiempos tan líquidos, no sólo políticamente, sino también en el ámbito laboral; donde nada es para siempre y una necesaria deconstrucción y reaprendizaje continuo son imprescindibles para no descabalgarse de un mundo en constante evolución.

Hablamos de saber situar a las diferentes clases medias bajas en una zona no tan lejana de la mal llamada clase trabajadora, que debería denominarse clase precaria ya que, trabajadores son todos si son subordinados en última instancia

Hablamos de saber situar a las diferentes clases medias bajas en una zona no tan lejana de la mal llamada clase trabajadora, que debería denominarse clase precaria ya que, trabajadores son todos, aunque no tengan mono ni uniforme, si son subordinados en última instancia. España, país donde las apariencias son algo tan importante que hay quien vive a crédito o ayuna algún día, para poder ser visto en lugares cool o que generan status, y diferenciarse del vecino. Es difícil poder captar la atención de uno y otro desde la misma formación política.

Pero, ¿a dónde han ido todos…?

Excluidos por alguna afición, o negada su ideología por una tradición o costumbre popular, que no hace mucho era nexo de unión entre esas clases sociales, diferenciadas ahora por una pequeña herencia, posible enfermedad, un divorcio o sólo una pizca de suerte laboral; confirman la autoexclusión de donde parece tienes que llegar con una serie de sellos en el pasaporte, alcanzable sólo para una élite pensadora a modo de burguesía, de esas clases medias bajas y trabajadoras.

En ese “complejo de Cenicienta” con el que el gran Isaiah Berlin, cariñosamente, dulcificó al populismo hace ya tiempo. Han surgido formaciones políticas, donde parecen caber todos los lamentos de los que Berlin tildó de zorros o erizos, pero que confunden qué son realmente. Prometiendo un porvenir sanador para todos los descontentos, que en realidad no son capaces de hallar culpable cierto a su mal, pero se dejan llevar por los que señalan a otros de esas carencias afectivas. Son futuros soldados de un ejército que únicamente busca deconstruir la democracia, en algo decadente con tintes totalitarios donde poder consolarse mutuamente, de la incapacidad de ser tolerantes con las libertades de los demás, ondeando la bandera de la libertad para esconder la intolerancia hacia el diferente.

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Pablo Quirós Cendrero es socio de infoLibre

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