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Holografía y democracia

Amador Ramos Martos

La holografía es la técnica fotográfica basada en el empleo de la luz coherente producida por el láser en la que todas las ondas emitidas tienen la misma longitud de onda y la misma orientación y que nos permite reproducir imágenes tridimensionales de objetos reales. Existe también la luz incoherente en la que por superposición de dos o más ondas se producen interferencias que impiden el fenómeno anterior.

Realizado este sencillo comentario técnico deberíamos congratularnos, ya que el pasado viernes 10 de abril asistimos en Madrid, frente al Congreso de los Diputados, a un hito histórico político y social, una primicia a nivel mundial: “La primera manifestación holográfica de ciudadanos” que indignados y cabreados holográficamente, reivindicaron en una protesta democrática y pacífica, derechos básicos indispensables y legítimos para expresar su desacuerdo y malestar ante las decisiones de un Gobierno que con mayoría parlamentaria que no sociológica, ha abierto una brecha definitiva entre éste y aquellos.

Sufrimos las consecuencias de un Gobierno del PP con Rajoy a la cabeza, un presidente que llegó al poder aupado por los ciudadanos que lo votaron y con un programa de gobierno que inmediatamente incumplió, para a renglón seguido y torcido por él mismo, poner en marcha otro que intentó vendernos como una holografía que nada tenía que ver con el inicial y diseñado a la medida de “las instituciones” –eufemismo verbal o intento a su vez de holograma verbal de la troika– no elegidas democráticamente y que él, como buen alumno neoliberal y patriota español de bien al que gusta hacer las cosas como Dios –el suyo me imagino- manda , llevó a cabo de forma aplicada y disciplinada, en ocasiones con saña.

El problema es que fruto de la incoherencia entre lo prometido preelectoralmente y lo ejecutado tras las elecciones, el imposible holoprograma que intentó proyectarnos y vendernos Rajoy, no caló entre los ciudadanos, que ante la falta de coherencia del mismo siguen viendo la dura realidad tal como es, indeformable, por más que se empeñen el gobierno y Rajoy en convencernos que la imagen de su realidad, holográficamente es verdadera y no como es imposible y engañosa.

Tras el intento de artimaña holográfica y olvidando lo prometido electoralmente, Rajoy se sumió en un tancreo-autismo político, alejado de los ciudadanos, gobernando desde la profundidad aséptica del plasma, que le permitió legislar a mansalva, reivindicando modos, ideas, valores morales y disposiciones legales caducas y reedificados sobre doctrinas, creencias e ideas que creíamos errónea y definitivamente superadas y enterradas.

Pletórico, creyéndose un patriótico neoPelayo económico y arrollando con su mayoría parlamentaria –que no social– e ignorando democráticamente a todos aquellos votantes no ubicados bajo las siglas ideológicas de su Paraguas Político (PP) y las de aquellos que bien por hastío, desencanto o apoliticismo –esta última opción nunca justificable– ni se acercaron a las urnas, gobernó engreído de sí mismo y convencido de su papel histórico para intereses ocultos que nada tenían que ver ni con lo prometido, ni con las necesidades de los ciudadanos. Ni sus propios votantes empezaron a tenerlo claro.

Las evidencias sin embargo han puesto de manifiesto que Rajoy, gobierna, por decir algo, al dictado de poderes ajenos a nuestra soberanía, abducido por el discurso neoliberal, Merkelizado y ajeno a la realidad del país, comportándose como el best boy, el chico para todo de la Europa diseñada por Merkel y la troika.

El resultado de tamaña degollina de derechos sociales –huelga el volver a enumerarlos– se culmina con una Ley Mordaza aprobada recientemente y como siempre, con la mayoría exclusiva minoritaria y excluyente socialmente del PP de Rajoy, bajo la que el legítimo derecho constitucional -entre otros -a manifestarse, queda limitado con una legislación profiláctica que recorta derechos y libertades.

Consumado el democrático y legal atropello, la ciudadanía indignada, harta de tanta arbitrariedad legislativa, en un alarde singular de ingenio artístico, originalidad técnica, democrática y pacífica pero indómita civilidad –valor a promocionar y defender con uñas y dientes– respondió con un desafío que es como una metáfora sobre la imposibilidad de que políticas, políticos y leyes, siempre a remolque, vayan por delante de la realidad, que los ciudadanos siempre por delante de aquellos, van imponiendo socialmente.

Como respuesta a la Ley Mordaza rechazada por el 82% de la población –incluidos todos los partidos políticos de la oposición, asociaciones jurídicas y ciudadanas, más de cien ONG, instituciones europeas, en esta ocasión hasta la Iglesia– que la consideran una absoluta arbitrariedad legislativa que impide el constitucional derecho entre otros a manifestarse ante el Congreso; se ha convocado con éxito rotundo y recién aprobada la ley por el PP en solitario en el Parlamento, la primera manifestación de la historia protagonizada por una legión de hologramas de ciudadanos en la Plaza de las Cortes.

Si Rajoy y su Gobierno –afectados por un alarmante trastorno de distorsión cognitiva que les impide alterada la percepción de la realidad, interpretarla correctamente y ante la amenaza al orden público de las nuevas y peligrosas protestas holográficas, en una exhibición de poderío legislativo– decidieran prohibirlas vía decreto ley de urgencia, será divertido y ridículo ver a los agentes antidisturbios… disolviendo y persiguiendo a la carrera y porra en mano… a una manifestación de protesta ciudadana protagonizada por hologramas.

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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