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Entre la indignidad y la decencia

Vicente Montejano Conejero

Este país, dígase España, dispone de una historia convulsa y asimétrica si se equipara o se mide lo que acontece en países que concurren en la Unión Europea, sin olvidar otros que están en otros hemisferios geográficos y políticos. Este artículo podría dar como para una novela larga, corta o relato corto, según obtuviera espacio como para ofertar al lector, pero intentaré, no sin riesgos, de hacerlo lo más conciso y meridiano posible. Empecemos pues.

Hago una sincera prueba de lo que estimo más interesante de lo que escucho, leo o pienso de lo que acontece en el panorama político y llama la atención de cómo se actúa por parte de algunos personajes sin necesidad de subir a un escenario o que tenga o no el patio de butacas lleno o vacío.

– Respecto a la situación caótica que ocurre en Cataluña, los que estuvieron X años en el gobierno (PP), ahora expresan y repiten, erre que erre, que es fácil resolverlo, aludiendo cuando no al 155, a la ley de Seguridad Nacional o al artículo 116.

– Los que están a punto de sucumbir en las próximas votaciones, según sondeos (C's), pero que en su día anunciaban dar sorpasso a los demás grupos, también reclaman, erre que erre, la puesta inmediata del 155.

– Los nostálgicos de un pasado obscuro (Vox) jalean y reclaman suspender las funciones y autonomía de Cataluña con la puesta inmediata del 155, así como emprender detenciones y, por si fuera poco, ejercer más fuerzas con la presencia de todo el Ejército…

– La izquierda más radical (Unidas Podemos) pide que sin complejo alguno se dialogue, negocie y se indulte a los políticos presos, culpando de todo lo que acontece a los tres grupos citados y a la supuesta connivencia de los socialistas.

– Finalmente, el Gobierno en funciones (PSOE), aguarda, espera y expone que no permitirá actos que lesionen gravemente las leyes o pongan en peligro la Constitución, dando con ello un cierto tiempo a ver si se apaciguan los ánimos de este dramático momento, sin que por intención independentistas y violentos cesen de sus acciones punibles en todo el territorio de Cataluña, haciendo caso omiso de todo lo que las leyes y jurisprudencia dicten por igual a cualquiera de las partes en litigio.

Unos y otros se baten en retóricas, insultos o evasiones punibles sobre una situación que crea alarma e incertidumbre a pocos días de nuevas elecciones, en tanto que la línea gestual y de hechos que preponderan por una gran parte de los responsables políticos no son otras que extremar más la violencia y con ello hacer que los enfrentamientos tengan ardua o imposible solución. ¿A qué juegan?

Esta España indivisa, no se sabe bien si embrujada o hechizada de su negruzco pretérito y totalmente paralizada o estancada –cuando no retenida por atávicos prejuicios– en una encrucijada en la que las distintas comunidades autonómicas e históricas y el propio Estado no hallan un lugar común de entendimiento, persuasión, diálogo y avance a fin de alejar tales hechizos del pasado y emprender una nueva ruta de paz, progreso y resolución de todos los problemas sociales y económicos que se nos viene encima al total de la ciudadanía de este país llamado España.

Ante el desaliento que nos impregna tal panorama social y político no queda otra que decidir entre volver a dar aliento a los que en un momento fueron rechazados por corrupciones con los votos en las urnas o apostar por quienes fomenten desde el principio hasta el fin por sus palabras y sus acciones la honestidad y honorabilidad de un Estado que en todo momento debe trabajar y valorar el esfuerzo que toda la población realiza para soportar este degradante espectáculo, no apto para ninguna edad, con protagonistas que deslucen sus actuaciones entre una manifiesta indignidad y una vedada decencia.  

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Vicente Montejano Conejero es socio de infoLibre

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