Librepensadores

¿Lección aprendida?

Amador Ramos Martos

“La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas”. Albert Camus

A la misma hora 19.57 en que el 28 de abril estaban a punto de cerrar los colegios electorales (excepto en Canarias), 24 horas más tarde abrí mi tablet para reflexionar no sé si con acierto sobre el resultado de las elecciones. Pero independientemente de ello, me voy a dar como ciudadano el placer onanista democrático, íntimo o público de hacerlo. Lo segundo no depende de mí, si no del criterio por parte de infoLibre de publicarlo o no.

El sufrido, paciente y responsable pueblo español ha dado muestras, tras el primer aviso (un término taurino elevado hoy a la categoría de patriótico por parte de algunos de nuestros representantes) de las elecciones autonómicas andaluzas, de haber comprendido la gravedad del deterioro democrático que se había instalado en el ambiente político nacional derivado de la peligrosa y tóxica crispación sembrada por los tres irresponsables (más unos que otros) miembros del teapartito español. Pronúnciese, lo digo en clave de humor, tipartito.

El líder de la oposición (lo sigue siendo), Pablo Casado, protagonista de una bochornosa exhibición de mala baba políticamala baba durante la campaña electoral, injustificable por antidemocrática y demencial, puso la guinda tardofranquista a su involucionista y descabellado proyecto con la oferta en el último momento a Vox para entrar en su presunto gobierno, un objetivo imposible gracias a la voluntad democrática y sabia del pueblo soberano, que salió por fin de su letargo incomprensible. 

Casado ha tocado fondo como político. El perfil bananero y visceral de sus soflamas, el recurso permanente a falacias y mentiras, su actitud provocadora rozando el “macarrismo” político, sus insultos o insultantes eufemismos son —y añado un epíteto más—, sencilla y llanamente, indecentes. Un discurso y unas formas que lo descalifican personal y políticamente. Alguien sensato, si es que queda alguno en el seno del PP, debería reclamar de forma urgente la refundación del partido.

De paso, les sugiero —y esto es una observación personal— recluir a Casado en un centro de desintoxicación ideológica para intentar rehabilitar su trasnochada y delirante política. Y ya puestos: mandar a su mentor Aznar, un patético personaje con aires guiñolescos, engreído de sí mismo y que rezuma hiel ideológica, al ostracismo político. Serían dos prioridades para el partido que, de llevarlas a cabo, quien esto escribe y parte considerable de este país le estaríamos eternamente agradecidos.

El volátil ideológico que es Albert Rivera no hace mucho acariciaba el sueño de alcanzar por las carambolas de la política el vedado Olimpo vedado de la Moncloa. Tras su discutible éxito electoral, seguirá condenado a seguir revoloteando en permanente estado de ansiedad, fruto de su crónica y larvada ambición por tocar poder: a costa de, con quien y como sea. Eso si antes no se descoyunta en una de sus demostraciones de contorsionismo ideológico, en el que es un maestro consumado.

Su simbiótica y conflictiva relación ideológica de amor-odio (una variante de sadomasoquismo político) con Casado y sus impúdicos rozamientos con el líder reconquistador de la España imperial, junto a los ataques a Sánchez y finalmente al PSOE en su conjunto (un proceso en el que algo han tenido que ver las viejas glorias de este y ciertos poderes mediáticos y económicos) han dinamitado y hundido la credibilidad y congruencia de su discurso.

Ciudadanos crece electoralmente, pero más por la debacle del PP que por méritos propios. Sigue condenado al papel de reserva y suplente del PP para el que fue engendrado este "podemita de derechas", como un banquero lo calificó en su momento. Lo que más le ofusca (cuando lo hace su lenguaje corporal me recuerda al de un adolescente inmaduro, caprichoso y mal criado) es la pérdida de su poder de atracción de los votantes antes desencantados del PSOE y ahora retornados al sanchismo de su envidiado y odiado Pedro Sánchez, cuyo discurso despierta más confianza ciudadana que el de Rivera que, en un error táctico descomunal, ha buscado pescar en el caladero de las contaminadas aguas del PP y Vox. La extrema derecha.

Dos circunstancias que, junto a una razonable presencia política en Euskadi y Cataluña hoy casi inexistente, dificultan hacer realidad su paranoica fijación por ser presidente del gobierno. Por cierto, paradójicamente, el nacionalismo periférico que gozaba de buena salud, sigue mejorando demoscópicamente y sin renunciar a sus legítimos objetivos políticos. Aviso a los estrategas defensores del artículo 155 que previamente hicieron dejación de su obligación de recurrir a la política para resolver el problema territorial, igualmente de orden político.

Creo haber afirmado con anterioridad en alguna ocasión, pero lo reafirmo si no lo hice, que cualquier demócrata debiera reconocer y agradecer el papel jugado por Podemos (surgido desde el 15M de Sol) en la regeneración del papel de la actividad política en nuestro país. ¿Cuál sería la situación actual si, como consecuencia de la crisis de 2008, el PSOE hubiera persistido cómodamente instalado en el engendro la tercera vía socialdemócrata y en su papel de comparsa junto al PP de los poderes parademocráticos?

La afortunada (en mi opinión) aparición de Podemos en el escenario político y su decisión de participar en el mismo parlamentariamente como le exigió el establishment del sistema, por una parte, encauzó políticamente el difuso malestar y la frustración ciudadanos provocados por la crisis. Un hecho no menor que contribuyó a exorcizar el riesgo siempre plausible (no olvidemos las reformas legales preventivas del PP con su ley mordaza) del estallido social como consecuencia de los brutales efectos desencadenados por la misma. Por otra, obligó al PSOE a reubicarse en el espacio político abandonado previamente por este y a rehabilitar su discurso degradado y romo por su progresiva carencia de credibilidad y de autocrítica.

Su declive actual creo que es —y lo deseo— aparente y transitorio. Me reitero en mi reconocimiento y agradecimiento a este “Pepito Grillo” que se ha instalado en la izquierda española. No es posible asaltar el cielo porque el cielo, como la utopía, no existe, lo que hace al primero inconquistable, y a la segunda inalcanzable. Pero sí es posible con decencia y convicción política y ética alejarnos del infierno.

Pablo Iglesias y Podemos han pagado el precio de su inexperiencia. Una circunstancia agravada por el acoso despiadado a Podemos por parte de los poderes mediáticos y económico y el antidemocrático e ilegal recurso a las cloacas del estado. Todo ello desencadenado por el pánico que provocó en el sistema su arraigo en el espacio electoral, lo que dificultó desde su aparición la supervivencia en una selva como es la actividad política, donde es imprescindible en muchas ocasiones tener el colmillo retorcido. 

Pero no seria justo ignorar que han puesto “patas arriba” el mapa político en España. Se acabó el confortable mano a mano del bipartidismo. ¡A dialogar! Porque el diálogo es básico en la búsqueda del consenso múltiple que exigen las situaciones complejas. Acuerdos que van a exigir de mucha paciencia, cintura y buena fe política. Pero sin caer en contoneos excesivos como los protagonizados de forma ridícula por algunos contorsionistas ideológicos.

He dejado para el final al PSOE y a su líder, que está demostrando día a día que lo es, le pese a quién le pese, y pertenezca o no a su partido. Pedro Sánchez —aquel chico “que no vale, pero nos vale”— va volver a ser, por segunda vez y de forma escrupulosamente democrática, presidente del Gobierno.

A Pedro Sánchez nadie le ha regalado nada. Al contrario: sus adversarios se han comportado como enemigos feroces, los poderes fácticos promovieron desde la sombra proyectos, pactos y candidatos alternativos contando con el apoyo mediático y de las viejas glorias del partido (aquellos jóvenes de la “foto de la tortilla”  de 1974, en realidad eran naranjas, y que tomaron el poder a las bravas dentro del PSOE en el Congreso de Suresnes) y convirtieron desde el primer momento la carrera política de Sánchez dentro del partido en una carrera de obstáculos sobre un campo minado.

Se le menospreció (incluso yo lo hice como tuitero hace años), se le ridiculizó, se le trató de marginar y manipular. Pero resistió con el sostén de las bases del partido. La resistencia motivo de su libro y de chanzas, su determinación y fe en el proyecto, su autocontrol ante la actitud provocadora e insultante de sus enemigos —que no adversarios— carentes de argumentos, su imagen pública de político moderno y angloparlante... En fin, su serenidad y la medida vehemencia de sus declaraciones y, sobre todo, su audacia, le dieron alas. El viento sopla ahora a su favor, por lo que espero y deseo que sepa aprovecharlo y levante el vuelo.

Sin olvidar, eso sí, el apoyo de los que han confiado en él. De los que siempre lo hicieron y de los que ahora han retornado al PSOE desde Podemos —su “Pepito Grillo”— y quizás también desde el promiscuo Ciudadanos. Si los ignora, volverán a marcharse, y esta vez quizás de forma definitiva. Que tampoco olvide las voces que en la madrugada del día 29 en Ferraz le alertaban del riesgo de los cantos de sirena de los que hasta hace tres días le insultaban o intentaban marginarle con cordones preventivos vergonzantes. Mientras, carentes del mínimo pudor democrático y constitucional, coqueteaban ideológicamente con los “zombis” retornados de Vox (nunca se fueron) para desprestigiar la democracia y renegar de la Constitución tan reivindicada ahora paradójicamente por algunos cómplices de su voxifero.

Diálogo sí, búsqueda de consensos también. Pero concesiones, las justas. Y solo a quien se haga acreedor y merecedor de la confianza democrática ciudadana arrasada por sus  representantes en tantas ocasiones. La actitud hacia Pedro Sánchez y su sanchista PSOE por parte del dúo PP-Ciudadanos y Podemos no son, ni lo han sido nunca, equiparables, ni equidistantes. Pero más pronto que tarde, los primeros intentarán —cínicos si es necesario— dar un giro de 180° a su discurso para recuperar su falsa equidistancia.

Podemos no es la amenaza del PSOE. Están llamados a aunar un proyecto conjunto y esperanzador, ejerciendo, como sugirió Iñigo Errejón, una competencia virtuosa como ha ocurrido durante este proceso gracias a unas “virtuosas puertas giratorias”. Es lo que los “españolitos de a pie” (un eufemismo que expresa desde su discreto diminutivo patriótico, la grandeza de tantos ciudadanos anónimos entre los que me incluyo) le hemos pedido en estas elecciones a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez.

¿Habrán entendido por fin el mensaje?

PD: Acabo de conocer la noticia de que un contrito Pablo Casado ya está pidiendo sopitas, recolocándose y recolocando a cada partido en el grado del espectro político que ahora le conviene. No sé si tiene futuro político, pero lo que nos demuestra con su precoz y paulina reconversión cayéndose de la grupa del caballo de Abascal, es su absoluta falta de proyecto y credibilidad pero, sobre todo, su absoluta falta de vergüenza política.

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Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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