Mareas y tsunamis

Un refrán nos dice que no existen los malos negocios, sino los negocios mal gestionados. Posiblemente este sea el caso del cerebro privilegiado que asesora la escalada de confrontación del procés, al diseñar el último invento-oxímoron: el tsunami democrático.

En efecto, hay dos fenómenos que se parecen: las mareas y los tsunamis. Comparémoslos. Las mareas surgen de una combinación de fuerzas gravitatorias regulares y conocidas, que suben lenta e inexorablemente. Cuando se retiran, todo queda en paz y más fecundamente regado. Las consecuencias son positivas para la flora y la fauna, e incluso permite al ser humano cercano adaptarse paulatinamente a ellas y sacar provecho de sus movimientos.

Sin embargo, el tsunami surge de un fenómeno brusco y explosivo, oculto, donde el agua irrumpe de forma imprevista destruyendo todo lo que encuentra a su paso. Después se retira dejando un paisaje de desolación y víctimas y nada más. Yendo más allá, podemos pensar que solo sacarán un beneficio los promotores inmobiliarios que lo reconstruirán después del desastre.

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Quienes quieren de verdad mejorar la situación de los presos juzgados y también que Cataluña avance inexorablemente hacia una soberanía cada vez más sensata (¿qué significa independencia en el mundo actual?), cuando ven al mandamás delegado elevar sus plegarias invocando el tsunami, deberían pensar en que cada jaculatoria, y cada contenedor quemado a su llamado, fija un clavo más en el ataúd de las libertades de los presos y de la futura convivencia del país. Mientras tanto, el inspirador primario, desde su cima, se lo mira con un rictus sarcástico, viendo llegar grúas y hormigoneras.

Si el actual tsunami es un ensayo de revolución tipo tsunami, ¿puedo proponer que se haga también un ensayo de diálogo, tipo marea, entre voluntarios de todas las tendencias (por favor, políticos implicados hoy en día, abstenerse), a los que espero no les sea preciso taparse la cara? ________________

Antoni Cisteró García es socio de infoLibre