Estas últimas semanas, la mezquindad, convertida en trampa política, está siendo eje vertebrador de muchos de los discursos y argumentaciones políticas de la derecha más retrograda y de la ultraderecha fascista, con el objetivo de pretender derribar lo que ellos no han aceptado nunca: “El Gobierno de coalición”.
Es mezquino y tramposo considerar que solo las victimas de ETA merecen dignidad y honorabilidad y que los familiares de estas merezcan homenajes y respeto. Mientras que miles de personas, hoy en día todavía están en cunetas y fosas asesinadas por la dictadura, solo sean “huesos a los que hay que olvidar” y los familiares tengan que escuchar que hay que reescribir la historia y perdonar y no se les diga alto y bien claro que también merecen respeto y dignidad. Es triste observar cómo todavía la derecha, el rey y sobre todo la ultraderecha utilizan a ETA y sin embargo hacen el vacío a la dictadura y sus asesinatos después del golpe de Estado de manera despiadada, humillante y canallesca; e incluso cómo callan, ellos y algunos medios informativos, cuando se vandalizan monumentos que recuerdan ese genocidio o se eliminan versos o no se hacen homenajes a personas que lucharon o han luchado para que esa memoria histórica se recupere y que la verdad, la justicia y la reparación sean una realidad y no una utopía que esas instituciones y partidos quieren hacer olvidar, con el apoyo también de una Iglesia Católica que les apoyó.
Es triste observar cómo todavía la derecha, el rey y sobre todo la ultraderecha utilizan a ETA y sin embargo hacen el vacío a la dictadura y sus asesinatos después del golpe de Estado de manera despiadada, humillante y canallesca
Observar al alcalde de Madrid denigrar a Almudena Grandes y mientras tanto permitir las proclamas de Vox, es mezquino, hipócrita y tramposo. Ver a Ayuso pactar una y otra vez con la ultraderecha, atacar los servicios públicos y exigir que se le dé mas ayuda es mezquino y tramposo. Observar cómo en Castilla y León el señor Mañueco, “el rey de la macrogranjas”, las utiliza para atacar a Garzón en unas elecciones y le culpa de que el gobierno no ayuda a los ganaderos, cuando las competencias las tiene la propia comunidad que él preside, es mezquino y tramposo; y más cuando las leyes europeas aconsejan lo dicho por Garzón y, lo más importante, cuando los propios ganaderos no industriales están a favor de lo dicho por el ministro. Y lo peor y más mezquino y tramposo es utilizar un bulo irracional como argumento racional. Es mezquino y tramposo observar cómo la señora Ayuso pone un recurso contra el reparto de los dineros de Europa, concretamente 9 millones, que representa el 0,08% del total, solo con el fin de paralizar la ayuda y retrasar así que otras comunidades e incluso las ayudas sociales lleguen al que lo necesita. Pero todos sabemos que la mezquindad y la trampa del PP y de la señora Ayuso es clara: hay que derribar al gobierno, lo demás no importa. Y el ser mezquino, tramposo es poco importante si con ello se consigue el objetivo: que se convoquen elecciones.
Por si eso fuera poco, es mezquino y tramposo ver que un tribunal caduco y fuera de la ley que debería ser imparcial y apolítico, haga de sus decisiones política hipócrita y paralice leyes con el fin de hacer que se genere crispación en los socios del gobierno y así generar más odio y desestabilización económica y social. Mientras la mezquindad y la trampa política esté asentada en nuestra sociedad y mientras exista gente que aplauda e incluso la mantenga con su voto, nuestra democracia estará en peligro. Pues solo con la verdad, la racionalidad, honestidad y siendo leales y no tramposos, existirá una verdadera LIBERTAD y DEMOCRACIA. Y por lo que estamos observando la derecha, la ultraderecha y algunas instituciones y medios informativos alegando una falsa libertad pretenden eliminar los derechos y libertades que la democracia real conlleva, de ahí sus trampas y mezquindades.
Ximo Estal es socio de infoLibre
Estas últimas semanas, la mezquindad, convertida en trampa política, está siendo eje vertebrador de muchos de los discursos y argumentaciones políticas de la derecha más retrograda y de la ultraderecha fascista, con el objetivo de pretender derribar lo que ellos no han aceptado nunca: “El Gobierno de coalición”.