No sin cita previa

Pedro Jiménez Hervás

“Sin cita previa, ni aparezca”. Tras la pandemia, ya no sirve de nada que acudas porque sí a ninguna oficina pública. Si deseas resolver el menor asunto en cualquiera de las oficinas de nuestra Administración, deberás presentar el justificante de cita previa.

En este país ya no se gestiona nada sin cita previa. Sin cita previa, los agentes de seguridad de la entrada no te dejarán traspasar la puerta de acceso al edificio. No importa que supliques, llores, o sea de vital trascendencia el trámite que te ha conducido hasta la oficina de la Administración. Tienen órdenes precisas. Consignas de hierro. Sin cita previa, no pasas.

Y ahora llega lo bueno. Eres una persona responsable, respetuosa con la ley. Solo deseas renovar el DNI. O necesitas realizar cualquier trámite en el Registro Civil, o simplemente, quieres alguna información sobre pensiones, asistencia sanitaria o prestaciones de la Seguridad Social. Llamas antes al teléfono de cita previa, necesaria para que te atiendan personalmente. Pues olvídate. Ya estás perdido. 

¿De dónde viene este desprecio al ciudadano? ¿Quién piensa que los humildes servidores de este reino disponemos de tiempo ilimitado para acometer los problemas burocráticos que siempre terminan por asfixiarnos?

Un ordenador te introducirá en el laberinto del “Bienvenido al servicio tal…marque o diga esto, o lo otro. Si desea "x", diga sí o pulse uno…de lo contrario diga no o pulse dos…” Y al final, siempre escucharás la frase maldita: “Lo sentimos. No hay cita disponible. Para más información, consulte nuestra página web…”.

Una completa burla. Sabes que la Delegación que te corresponde, por estar más o menos cerca de tu barrio, apenas tiene usuarios. Y tú sólo deseas realizar una consulta. Cosa de un minuto. Pero nada. Que no entras. Aunque te sientas más indefenso que nunca.  

¿De dónde viene este desprecio al ciudadano? ¿Quién piensa que los humildes servidores de este reino disponemos de tiempo ilimitado para acometer los problemas burocráticos que siempre terminan por asfixiarnos? Solo quienes desean verte lejos con tus necesidades. Precisamente los que quieren que tires la toalla y dejes de dar la lata.

Decía Javier Krahe, “Y yo con mi canción como un gilipollas, madre”. Eso es lo que somos cuando nos presentamos en una sucursal administrativa o de la Seguridad Social. Y, por supuesto, no digas en la puerta que llevas intentado solicitar cita previa durante días y no lo has conseguido: las risas de los vigilantes de la entrada te romperán los oídos, y te mirarán como si fueras una pieza oxidada fuera de cobertura. Un espécimen de otro tiempo. Hasta puede que tengan razón. Fracasado, regresarás a casa y solo encontrarás consuelo escuchando otra vez el disco La Mandrágora, mientras recuerdas que tú estuviste en ese concierto de presentación del álbum musical de Alberto Pérez, Javier Krahe y Joaquín Sabina. Hace más de cuarenta años.

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Pedro Jiménez Hervás es socio de infoLibre.

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