Desde donde no hubo apagón (eléctrico)

Juana Teresa Marrero Caballero

Yo sabía que el lunes pasado sería un día diferente porque, después de muchos meses, mi hermana y yo íbamos a visitar a una de las dos tías nonagenarias que aún nos quedan.

Al llegar a su casa nos fuimos hasta el fondo de su piso, donde estaba, como de costumbre, sentada junto a su montaña de revistas del corazón “trufadas” de chocolate. Encontramos a mi tía mucho más delgadita y desorientada que la última vez que estuvimos con ella; nos reconoció, la besamos y nos sonrió dulcemente.

Tras saludarnos y preguntarnos cómo estábamos, no nos extrañó ver que la televisión estaba encendida. Pero nuestra prima, que estaba también allí con mi tía, comentó que no sabía por qué, pero solo podían verse los canales de Mediaset.

Seguimos comentando y hablando, y en un momento alguna de nosotras reparó en un titular en la pantalla en el que ponía algo así como: “Apagón en gran parte de Europa”. Debajo, además, unos subtítulos decían que Finlandia, Alemania y Francia, además de Portugal y España, se habían quedado a oscuras.

Y entreveramos los comentarios sobre los últimos acontecimientos de nuestras vidas con las suposiciones de qué habría pasado. Como insistían en decir que “España estaba a oscuras”, replicábamos que en esta parte de España no había apagón, pues seguíamos viendo la tele; y, de cuando en cuando, nos parábamos para saber qué estaba ocurriendo.

¿Por qué a ninguna autoridad se le ha ocurrido salir a dar alguna explicación aunque solo fuese para decir que tampoco sabían nada?

Tras una hora y media de charla, mi hermana y yo nos despedimos porque se acercaba la hora de la salida de los colegios e institutos y no queríamos tener que darnos de codazos con los jovencitos para subir a la guagua y volver a casa; y, efectivamente, no tuvimos problemas para coger nuestra línea.

Pasé la tarde en casa siguiendo la información por radio, televisión y teléfono móvil y asombrándome de que los medios repitieran tanto las palabras “caos” y “caótico” para calificar lo que estaba sucediendo. Sí que hablaban de coches en las calles, había multitudes abarrotando estaciones de tren, gente quejándose de que no llegaban al tren, de que no había autobuses, de que perdían el avión, de que no podían volver a casa al salir del trabajo… Pero, en general, a la gente se la veía tranquila, aunque disgustada.

Yo me hacía preguntas: ¿Por qué a ninguna autoridad se le ha ocurrido salir a dar alguna explicación aunque solo fuese para decir que tampoco sabían nada?

Después, algunos presidentes autonómicos aparecieron para exigir que el Gobierno central declarara la emergencia nivel 3. Imagino que a lo largo y ancho del país habría concejales y alcaldes ocupándose de sus vecinos.

Luego los medios hablaron de que había un Consejo de Seguridad que estaba reunido y que el presidente del Gobierno iba a hablar en unos quince minutos. Cuando finalmente salió, no entendí para qué había abierto la boca.

Y, como es mi costumbre, había ido corrigiendo rótulos (últimamente parece que los redacta la IA tonta) y titulares: “Si hay luz en Ceuta, Melilla, Baleares y Canarias, deben hablar con propiedad y decir que en la península, o que en las Comunidades Autónomas de la España peninsular hay un apagón”.

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Juana Teresa Marrero Caballero es socia de infoLibre.

Juana Teresa Marrero Caballero

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