Librepensadores

Un nuevo pulso para la vieja Europa

Adriana Díez Latorre

El año que nos toca vivir continúa siendo un desafío para la vieja y la nueva política, no sólo en España, donde las rastas del diputado del partido morado o el bebé de Bescansa en el Congreso se convirtieron en los titulares que se supone recogían lo más relevante en lo que al nuevo escenario político se refiere.

En un segundo plano han quedado los asuntos que, lejos de estilismos capilares, nos planteábamos los que asistimos a las urnas con la esperanza de hallar en ellas una respuesta, un cambio de rumbo que nos permitiese huir de la deriva económica y social a la que parecemos estar condenados desde el inicio de la dichosa crisis global. Y hago hincapié en la esfera terrestre porque, pese a que nuestras aspiraciones hoy en día se ciñan a nuestro territorio, cada paso que se intenta dar en otra dirección que no haya sido fijada por Europa se plantea como una provocación insolente de ciudadanos y políticos oportunistas que, tercos, rehúsan comprender que la democracia es “un eslogan publicitario” (con permiso de la abogacía del Estado).

El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker ha aprendido la lección, tras el desafío griego, de no mostrarse partidario de dar abiertamente su opinión acerca de las elecciones españolas y los pactos que serían más favorables a acatar los dictámenes europeos. Sin embargo, pide “un Gobierno estable” porque el Presupuesto para 2016 que se presentó en octubre no da la talla y porque sin gobierno no es posible revisarlo, peor aún si se formara uno que virara la economía española hacia políticas expansivas.

Mientras tanto, el rebelde Varoufakis ha vuelto con nuevas estrategias y reúne firmas de políticos e intelectuales críticos con el yugo de la austeridad que ha convertido durante estos años al viejo continente en un tablero de ajedrez donde los peones ya no quieren proteger a la reina y la desigualdad que se vive en los países más afectados ha trazado una línea que divide a los ciudadanos europeos en los del norte y los del sur.

Entre los firmantes de esta iniciativa se encuentran la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, miembros de Ecologistas en Acción, el lingüista Noam Chomsky, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglit, el economista Juan Torres, el cineasta Ken Loach y un largo etc., cuyo fin será el de apoyar e impulsar un espacio de convergencia contra la austeridad, que no ha tenido cabida en el parlamento europeo pero sí lo tendrá en Madrid para los días 19, 20 y 21 de febrero.

¿Es posible dibujar un futuro distinto para la UE? La amenaza del Grexit y las continuas presiones de los mercados financieros hacen que se plantee como algo totalmente inviable, la pregunta que año tras año se reformula para acabar difuminándose en el horizonte de la utopía se repite como un goteo constante, sino dentro de la sede de Bruselas, fuera en las calles. El debate no ocupa lugar en los históricos edificios de nuestras instituciones pero vuelve a manifestarse fuera de ellos.

La democracia o las ansias con las que se la invoca, se ha convertido en un verdadero desafío para Europa, que vive una permanente cuenta atrás cada vez que se agitan las urnas en sus Estados miembros.

Adriana Díez Latorre es socia de infoLibre

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