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El odio ¿nuestro problema?

César Moya Villasante

El odio es sentimiento difícil de definir, pero en resumen es un rechazo hacia una persona o institución o ideología deseando su mal. Y es quizá el problema esencial de nuestra convivencia en España. Pero este sentimiento se observa quizá más en aquellas personas que están en la derecha política.

Obviamente también se da en gente de izquierdas, pero se ve menos o con menor virulencia en sus expresiones porque todo ello se observa en las redes sociales, un lugar en donde cada uno es libre de exponer su sentir. Y también en la práctica política desde hace ya demasiados años de patriotismo.

Porque el odio quizá vaya unido a ese deseo de mostrar un amor patriótico según se entiende el ultranacionalismo, que puede que en nuestro país sea un sentimiento excesivo aumentado por distorsiones absurdas de razonamientos derivados de aquella guerra civil que es lo peor que le puede pasar a un país. Se nota incluso en esa prohibición velada que existió hasta hace poco de tratar ese tiempo muerto de España que ocupó la posguerra porque en ese espacio no había guerra, solo hubo el hecho de cebarse en el vencido.

Siempre tengo el recuerdo de un familiar muy cercano que murió odiando al rojo, que es una expresión que no es a nadie en particular, sino a una idea de la vida, y si lo analizamos bien nos daremos cuenta del absurdo que contiene. Es como si odiamos al que toca la trompeta o al que cree o no cree en Dios.

Son sentimientos que pueden nacer de experiencias vividas y quizá aquella guerra ha dado esa herencia. Pero en mis muchos años de vida ya mi experiencia me ha dado a conocer lo que expreso aquí, que la derecha no se separa de ese odio nacionalista que quizá tenga su idéntica expresión en las acciones de ETA, pero es que incluso aquello se esta tratando de olvidar en Euskadi, con acciones muy positivas de gente que lo sufrió en sus carnes y que quieren olvidar esa pesadilla.

Y mi resumen es que todo nace de un sentimiento patriótico exacerbado contra aquel que no lo siente y que nació en un franquismo fascista basado en ese amor absurdo a un suelo en el que vives

El ejemplo más sensible es el de Maixabel, comiendo con el asesino de su marido y hablando de aquel absurdo reconocido precisamente por él, y arrepentido de ello. Admitió su perdón. Yo no recuerdo algo similar que llegara a la opinión pública en cuanto a “azules y rojos”. Además, he tratado en mi vida a mucha gente de ese ideario y lo he sentido así. Y ese odio al rojo podría ser debido a los excesos de una guerra, pero que excesos cometieron todos. Incluso conozco gente que sufrió y que tiene parientes aún en cunetas y no muestran ese sentimiento tan profundo de revanchismo.

Me atrevo a decir porque lo conozco que quieren pasar página de aquella desgracia. Por eso me pregunto como es que ese odio se refleja más en el ganador que en el derrotado. Entendería quizá más el revanchismo del perdedor, pero no lo que expongo por conocimiento personal. Que no quiere decir que se haga extensivo al resto de España porque se hace más patente en Madrid. En las redes sociales veo los insultos que se aplican a Sánchez o a cualquier representante de ver los nacionalismos de otra forma más abierta y es un ejemplo de mala educación, rabia y odio excesivo. Solo, quizá por haber abierto cauces para entenderse con todos los catalanes, y además con buenos resultados.

Y mi resumen es que todo nace de un sentimiento patriótico exacerbado contra aquel que no lo siente y que nació en un franquismo fascista basado en ese amor absurdo a un suelo en el que vives. De aquello de “morir por la patria” y algunos eslóganes capaces de excitar pasiones de gentes sin suficiente educación, aunque también sé de personas cultas que profesan el sentimiento. Y todo ello nos impide avanzar porque en ese odio se concentra la negación de leyes que pueden ser positivas socialmente, el negacionismo del problema climático, algo que nada tiene que ver en la ideología, pero aplican diciendo que es cosa de progres.

El odio también al pobre inmigrante que quiere vivir mejor o a quien pueda sentir necesidad de abortar por cualquier motivo, o a impedir que idiomas que proporcionan cultura tengan su expansión, porque el español no peligra en ningún lugar y los que conocemos bien Euskadi y Cataluña. Eso no anula que existan descerebrados en cualquier materia, pero cuanto daño esta haciendo en este país el odio…¿Será nuestro problema?

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César Moya Villasante es socio de infoLibre.

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