Cuando la paz era partidista

Paco Ochoa

No era un día cualquiera. Era 24 de febrero cuando a las 15:21 escuché la voz del presidente del Gobierno de España en Julia en la Onda decir lo siguiente: “La posición del Gobierno de España ha sido muy clara desde el principio. Hemos apoyado y apurado hasta el extremo la vía diplomática, la vía del diálogo para alcanzar una solución que evitara esta escalada bélica. Y a la vez hemos hecho algo importante, y es recalcar que, junto con toda Europa, no aceptaríamos nunca una agresión injusta, injustificada, y que, en consecuencia, sancionaríamos cualquier violación de la legalidad internacional.

Es necesario que mantengamos a ojos del Gobierno de España esa unidad de todos los que, en definitiva, creemos en la democracia, en el Estado de Derecho, en un mundo basado en reglas y por tanto, en certidumbre, en la paz, en el respeto a las fronteras, a la soberanía nacional y a la libertad de los pueblos… (ver aquí)”

Es 24 de febrero, solo faltan tres días para el 27, día de la proclamación de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), y escuchando el monólogo parecía que por nuestro Estado iba a reconocer a este país y a aplicar las Resoluciones de la ONU favorables a la autodeterminación del pueblo saharaui (ver aquí) así como la resolución de la Audiencia Nacional sobre delitos de lesa humanidad y genocidio contra este pueblo, presidida en su momento por el actual ministro de interior Fernando Grande Marlaska, que concluía lo siguiente: “En definitiva España de iure, aunque no de facto, sigue siendo la Potencia Administradora, y como tal, hasta que finalice el periodo de la descolonización, tiene las obligaciones recogidas en los artículos 73 y 74 de la Carta de Naciones Unidas.”(ver aquí)

En mi cabeza, preguntas: ¿Cómo hará para que Marruecos, el país agresor, paralice la guerra que reinició el 13 de noviembre de 2020 en Guergerat?

Luego continuó nuestro presidente: ”En este caso de Ucrania, para elegir su futuro. Con nuestra unidad estamos mandando un mensaje claro, nítido, rotundo, de nuestra decisión de defender aquello en lo que creemos…”

Más tarde, hablarían el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y la ministra de la guerra, Margarita Robles, del PSOE. Me asusté cuando hablaron de enviar armas, pues viendo sus precedentes en el conflicto entre Arabia Saudí y Yemen, pensé que armarían a Putin con aquellas bombas españolas que según ellos no(ver aquí y aquí).

Hay que estar de parte de la paz pero la paz no puede ser partidista. ¿Durante cuánto tiempo nos bombardearon con titulares de la masacre de Putin en Siria? ¿Y cuando Mohamed VI rompía el alto el fuego en el Sáhara Occidental? ¿Alguien puede contarme qué ha pasado en la guerra del Donbás desde 2014? ¿Por qué su gobierno “progresista” paralizó el barco de PRO ACTIVA Open Arms su salida al mar a salvar vidas? ¿Qué hay de las paguitas a Turquía de la UE para encerrar refugiados/as en el régimen amigo de Putin? ¿Recuerdan las cavilaciones de sus tertulianos/as sobre si podría haber terroristas entre los refugiados/as sirios? Si arman a civiles ucranianos por desventaja armamentística, ¿por qué no hacen lo propio con el pueblo palestino o saharaui si Israel y Marruecos demuestran una ventaja manifiesta? ¿Por qué los refugiados ucranianos/as reciben protección especial por la UE? (ver aquí). ¿Por qué la resistencia armada ucraniana es heroica fabricando cócteles molotov y a la palestina se le asocia al grupo terrorista Hamás?

La respuesta puede ser más clara pero no más alta: racismo.

No habrá paz si la paz es partidista y si se discrimina por etnia, color o religión. No quiero una Europa racista. Y no me hablen de cercanía geográfica o continental pues nos separan 13 kilómetros de los refugiados/as que llegan de Marruecos y 7.260 de Venezuela. “Según el interés, te quiero Andrés” es un refrán que no puede explicar mejor la situación.

Hay que estar de parte de la paz. Si partimos la palabra “PAZ” la P, la A y la Z por sí solas carecen de significado y se rompe la paz. Igual sucede con su símbolo, la paloma: si la destripo con una navaja, le quito la cabeza o las alas, esa paloma, esa paz, está muerta y ya no existe. Si solo se demanda la paz en lugares concretos del mundo, la paz estará partida y por lo tanto no habrá paz.

Para entender todo esto tal vez haya que dejar de ver el mundo con “ojos de adulto” y comenzar a verlo con “ojos de niño/a”, pues la guerra y el sistema capitalista que la provoca son cosas del mundo de los mayores.

Paco Ochoa es socio de infoLibre

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